La caña de azúcar como fuente alterna de energéticos
El cultivo de la caña de azúcar tiene sus complicaciones, derivadas de la estructura misma de todo el proceso, que va desde la parte agrícola, luego la segunda fase podría decirse que la constituye la industrial, y finalmente la que viene a complicar más todo es la comercial, que podría a su vez dividirse en nacional e internacional. Tomemos como ejemplo el caso de Cuba, país en el que durante muchos años, desde antes de la revolución hasta nuestros días, podría hablarse de que la economía ha sido realmente basada en el monocultivo de la caña de azúcar, aun cuando después del bloqueo comercial el régimen de la revolución ha hecho muy loables esfuerzos por diversificar la economía, y a pesar de ello no ha podido prescindir del azúcar como principal pilar de la economía.
El efecto del bloqueo comercial impuesto por Estados Unidos a la isla grande del Caribe se atenuaba bastante por la ayuda comercial soviética, que iba desde la compra de níquel y cítricos hasta, como queda dicho, la venta de petróleo y la compra de azúcar, pero las cosas cambiaron radicalmente a partir del colapso de la Unión Soviética, pues Cuba se vio obligada entonces a concurrir con el total de su producción, que en los años 90 era de aproximadamente 7 millones de toneladas anuales, al mercado libre internacional, el cual había sido ya saturado con el azúcar de remolacha producida en Europa, con la obvia intención, precisamente, de poner en dificultades al régimen de Fidel Castro en la colocación del dulce producido en la isla.
De rebote, la difícil situación que se presentaba ya a finales del siglo para el mercado internacional del azúcar de caña vino a perjudicarnos a nosotros en México. En sus mejores tiempos, el costo de producción de una libra de azúcar en Cuba podría ser de 16 a 18 centavos de dólar, cuando en el mercado libre el precio que se pagaba llegó a ser de 6 a 8 centavos de dólar, lo que no obstante la magnífica organización industrial y agrícola en Cuba era ruinoso para ellos, por esta diferencia entre el costo de producción y el precio de venta, que sólo se amortiguaba por el intercambio indexado por petróleo con la Unión Soviética, el cual ya en la última década del siglo pasado dejó de llevarse a cabo, como era natural que sucediera, para no hablar de las dificultades que se les presentaron de la noche a la mañana a los cubanos con los países miembros del CAME, que compraban otros productos. El rescate de su economía quedó a partir de entonces a cargo, supongo yo que con éxito, muy principalmente del turismo.
En lo que a México se refiere, la demanda saturada en el mercado internacional del azúcar, y los bajos precios que se dan hasta nuestros días, repercuten hacia atrás de la fase comercial a la industrial en los ingenios primero, y luego a los productores del campo en la fase agrícola, en la que participan ejidatarios, comuneros, pequeños propietarios y también, con su mano de obra, jornaleros y agricultores en general.
La naturaleza no es muy pródiga que digamos tampoco con el campo cañero, y así cuando no llueve antes de la zafra, no llueve tampoco durante el ciclo agrícola, y el contenido de glucosa baja en la caña, y si llueve durante la zafra, ésta se dificulta, y muy frecuentemente los campos se inundan hasta hacerla extremadamente difícil o aun imposible y el resultado final es que siempre el que sale perdiendo es el campesino cañero, en todos los aspectos del difícil cultivo.
Los jornaleros traídos de diversas latitudes de nuestra geografía hacia los campos cañeros, y los campesinos que viven de este cultivo, son hombres recios, esforzados y trabajadores, que no se dejan vencer fácilmente por los grandes obstáculos, que con mucha frecuencia las propias condiciones del cultivo les imponen de esta manera, pero lo que sí no pueden vencer son las dificultades económicas repercutidas de adelante hacia atrás, desde el comercio nacional e internacional hasta la fase agrícola, en la inteligencia de que cuando las zafras son buenas, como la última, que fue de casi 6 millones de toneladas, luego resulta que les quedó en bodegas por falta de mercado, aproximadamente un millón de toneladas de azúcar que no pudo venderse por razones parecidas a las que se describen en el caso de Cuba.
Hay 15 estados de la República en los que existen ingenios azucareros en producción, muchos de ellos ya obsoletos y poco modernos y en buenas condiciones de trabajo. Tenemos en México 58 de ellos operando y, en resumidas cuentas, no sabemos ya con precisión cuántos están en manos de particulares o expropiados, para mayor complicación del proceso general de producción de azúcar. Lo cierto es que de todas maneras, aun conscientes de que la agricultura no es solamente una actividad económica, sino también un modo de vida que corresponde a una determinada organización social, y que no se puede nada más cambiar de cultivos así como así, con la facilidad que puede transformarse una fábrica para producir diferentes productos industriales, lo que sí se puede hacer, indudablemente, es tratar de darle un destino diferente a la producción de la caña, que no necesariamente tiene que ser el azúcar, que cada vez se utiliza menos, y disminuye la demanda en el mercado nacional como internacional, atendiendo a las condiciones que hemos tratado de describir brevemente y que originalmente se crearon para golpear la economía cubana, pero que también han tenido efectos inevitables sobre nuestros campos cañeros, y sobre la industria azucarera de México.
Los principales consumidores, en la actualidad, del azúcar, son los que constituyen la industria refresquera, a quienes conviene más importar los edulcorantes químicos al amparo de los convenios comerciales internacionales, que comprar el dulce de la caña de azúcar, produciéndose así una situación conflictiva muy delicada.
Es tiempo ya de considerar el cambio del producto final de la caña, y de pensar en qué se puede utilizar con éxito, como lo están haciendo en Brasil, en la producción de energéticos que pueden sustituir con ventaja a la gasolina, creando, además, la fuente alterna procedente de la biomasa que puede ser una solución con varios aspectos muy positivos, no solamente para los campesinos cañeros sino también para nuestro país, que, como bien sabemos, está importando actualmente, en condiciones muy desventajosas, gasolinas por la frontera norte, disminuyendo los beneficios que pudieran haber quedado para México, como país productor de petróleo, por los altos precios del mercado.