LOS DE ABAJO
TODOS LOS DIAS A LAS OCHO de la mañana inicia una jornada más el Jardín de Teresa, un espacio del empobrecido barrio bonaerense de Villa Crespo en el que son atendidos 15 niños y niñas, de hasta tres años de edad, con una propuesta pedagógica que privilegia su desarrollo autónomo.
Hijos e hijas del movimiento de trabajadores desocupados de la capital argentina (aunque ésta no es condición para ingresar en el jardín), provenientes de familias de escasos o nulos recursos, los recién nacidos y los niños que apenas hablan y caminan, juegan, cantan, interactúan, construyen y se comunican en un espacio diseñado para fortalecer su bienestar emocional, su entorno familiar y el respeto por el proceso de aprendizaje individual.
El jardín es gestionado por el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), que se define a sí mismo como "organización popular que lucha por el cambio social", en un país en el que 30 familias poseen las fábricas, las tierras, los grandes comercios y los bancos; en una Argentina sin recuperarse de la crisis financiera que tuvo su punto más grave en diciembre de 2001, y cuyos efectos continúan.
Los orígenes del MTR datan de mediados de 1996, en el contexto del surgimiento del Movimiento de Trabajadores Desocupados en las ciudades de Florencio Varela y Mar de Plata, cuyas principales actividades consistían en organizar a los desocupados en el corte de rutas (piquetes) para conseguir planes de empleo, dotaciones de gas, proyectos de pago para el suministro eléctrico, cajas de alimento, etcétera. Posteriormente se pasó a nuevas etapas de lucha, el movimiento se dividió y los grupos tomaron direcciones diferentes. Una de ellas, la lucha por el cambio social (y en su concepción también hay diferencias).
Este es el contexto del Jardín de Teresa, nombrado así (igual que el MTR) en homenaje a Teresa Rodríguez, asesinada por la gendarmería de la localidad de Cutral-Co, en el sur de Argentina, durante uno de los primeros cortes de ruta que se organizaron en Neuquén como forma de protesta y organización popular contra la desocupación.
La tarea pedagógica del jardín está a cargo de seis docentes divididos en dos turnos; también se cuenta con el apoyo de voluntarios y estudiantes y, lo más importante, con la participación de las familias y de la comunidad. La dinámica "intenta" ser democrática y horizontal, y toma forma en las "asambleas del jardín", en las que se discuten las decisiones que le dan vida y forma. ¿Los recursos? La mayoría provienen de aportes mensuales voluntarios y de la venta de empanadas y conservas organizada por las familias.
"Creemos que este es un espacio educativo y de labor comunitaria poco explorado en nuestro país. También pensamos que es importante el intercambio de experiencias con otros grupos y personas". Durante el primer año, explican los docentes, "fuimos perdiendo de a poco el miedo a lo nuevo y a lo diferente. Enseñamos y aprendimos junto a los nenes y nenas y sus familias... Queda mucho por hacer y nos sentimos con la fuerza para seguir avanzando". Este es el Jardín de Teresa y esta su dirección electrónica: <mailto:[email protected]>[email protected]