Cinvestav. Situación crítica y pronóstico incierto
El núcleo de esta sección de La Jornada es la divulgación del conocimiento científico. Importante tarea. Es vehículo que lleva a los lectores este conocimiento del cual, en México, el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav) es un notable generador. En fechas recientes he ventilado en este espacio una aflicción del Cinvestav de nuestros días, que aparece como parte del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en el decreto de su creación, pero sin sustento ni razón. Respetaré las formas. La aflicción no es de carácter científico, pero entorpece la misión académica. Esto justifica que se incluya aquí el tema que podría ser de utilidad a todo aquel interesado en la ciencia.
El Cinvestav-IPN, de toda mi devoción, está en una situación crítica con pronóstico incierto. Su prestigio indiscutible no depende de opiniones sino de méritos reconocidos gracias al trabajo de sus investigadores. Nos encontramos ahora con una situación inédita en sus casi 45 años de existencia, hasta que llegó a sentar sus reales, hace menos de tres años, un nuevo cuerpo directivo con la doctora Rosalinda Contreras a la cabeza. Casi 45 años de estabilidad creativa y productiva podrían irse por el caño debido a las malas artes y voluntades autoritarias de la doctora Contreras y de su principal colaborador, el doctor Luis Alfonso Torres. Los investigadores del Cinvestav no estamos acostumbrados a enfrentar situaciones como ésta. Florecen, ahora, el miedo y los enconos irracionales con los que dañamos a la institución. Los inconformes sin tapujos, hemos solicitado el diálogo como medio de conciliación. La doctora Conteras o no recibe las solicitudes o no las contesta, o le llama diálogo al monólogo autocomplaciente. Si no se está de acuerdo con ella entonces enfurece. Se acabó el diálogo. En la crítica a la directora los opositores acudimos a argumentos y hechos demostrables, pero otros nos atacan con declaraciones sin sustento llegando hasta el insulto vulgar o la abierta mentira con la que su defendida los engañó. Su único argumento es que estamos exhibiendo ante el público las lacras institucionales. Así somos. Aunque en la familia se den conductas indignas, que no se sepa. Así parece que somos puros. El Cinvestav-IPN no es el castillo de la pureza. Parece que para algunos es más importante el parecer ser que el ser en sí mismo. Los inconformes, solidarios con los injustos e ilegales ceses, no criticamos a la casa sino a quienes debieron cuidarla, y si éstos pasan a la pequeña historia de la ciencia en México, lo harán por su dañina incompetencia en los cargos que ahora ocupan.
El pronóstico es incierto por varias razones. Una es que la doctora Contreras envía al mismo tiempo señales contrarias que confunden. Por un lado, mediante un discreto emisario, probo y digno de toda confianza, pide sosiego y que en la prensa no se escriba mal sobre ella, y da a conocer al privilegiado interlocutor indirecto e involuntario que todo está en vías de solución. ¡Albricias! Pero no es así. Sus actos la contradicen. Me suena, me suena. El mismo día que envió señales apaciguadoras continúa con simulaciones de autoridad aceptadas por la inmensa mayoría, quizá para tratar de salvaguardar su imagen de triunfante directora de hierro. El pasado lunes 19 de septiembre, la doctora Contreras celebró una junta con jefes de departamento, de sección o de unidad. Antes de concluir la junta salió discretamente, y a continuación los directivos firmaron, como jefes, el documento de apoyo que apareció en La Jornada el siguiente jueves 22, con el posible propósito de dar la impresión de que la doctora Contreras cuenta con un apoyo interno abrumador. Pero tres jefes no firmaron, otros tres retiraron sus firmas dos días después, ante la exigencia de sus respectivos colegios departamentales de profesores, y otro más no pudo convencer al jefe de que no era honesto firmar sin consultar, pero han puesto por escrito su inconformidad. Ya iban siete, pero aun así la cuenta favorecía a la directora, aunque la mayoría se venía adelgazando, y en unos días podría ir a parar al directivo cesto de basura. Convenía apresurarse y el documento se publicó sin esperar más disensiones. Palo dado, ni Dios lo quita. El engaño está en que el documento fue inconsulto con la máxima autoridad académica, según el reglamento del Cinvestav-IPN: los colegios de profesores. Quienes firmaron el documento lo hicieron muy en su derecho a título personal, pero la triquiñuela no vale. A toro pasado algunos investigadores han manifestado, mediante nuestra red interna de comunicación electrónica, su adhesión a la directora. No creo que los inconformes respondamos en ese estilo, pues le echaríamos más leña al fuego. Tranquilos y nos amanecemos. No debemos caer en provocaciones internas, lo que no está reñido con hacer que la aflicción se conozca. Con escaramuzas internas acabaríamos hiriendo a la institución.
La incertidumbre también se debe a que las autoridades que están por encima de la doctora Contreras en la jerarquía de mando, en particular el secretario Reyes Tamez, no actúan o con su actuación no logran deshacer entuertos. Es verdad que la doctora Contreras ha cedido en varias cuestiones menores en el contexto del conflicto global, y con ello nos da la razón, aunque también podría haber reconquistado algunas adhesiones perdidas. Cosas del oportunismo. En el Cinvestav, como en cualquier parte, también se cosecha esta fruta.
La doctora Contreras ha creado inútilmente una situación crítica con su actitud de prefecta omnipotente a la que no le tiembla la mano para degollar. Por su inacción o acción inefectiva, el secretario Tamez tendrá que dar cuenta; el pronóstico tiende a ser negativo.
El río se revuelve. Quizá haya pescadores furtivos al acecho. Que sepan, si los hubiera, que la trucha se les va a ir viva. En situación de alarma extrema el Cinvestav se une y cierra filas. Podremos diferir acerca del cuadro directivo, pero no de una institución que es nuestra fuente de trabajo y parte importantísima de nuestras vidas, la cual la doctora Contreras no respeta.