Estas construcciones carecen de cédulas informativas, lo que dificulta su apreciación
Ventanas arqueológicas, un vistazo a nuestro pasado colonial y prehispánico
Los expertos consideran abrir tres más, para que se vean los recientes descubrimientos
Ampliar la imagen La ventana arqueol�a en el Palacio de la Autonom�Universitaria, donde se aprecia una tina de ba�olonial FOTO Jes�llaseca Foto: Jes�llaseca
Ampliar la imagen La falta de c�las informativas hace que los turistas no pongan mucha atenci�n algunas ventanas arqueol�as, como esta, ubicada en Palacio Nacional FOTO Jes�llaseca Foto: Jes�llaseca
El Templo Mayor es una gran ventana arqueológica, dice el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) José Alvaro Barrera.
Bajo tierra, incrustados en sus luga- res originales que resguardan los inmuebles históricos que circundan a la Catedral Metropolitana y al Zócalo capitalino, son exhibidos vestigios prehispánicos y coloniales, en las ventanas arqueológicas así definidas por los especialistas.
Dichos excavaciones, en su mayoría, son para el visitante -a primera vista- fosos rectangulares cubiertos por una capa de cristal, iluminados y rodeados por barandales. En otros casos, los hallazgos detectados se encuentran a la intemperie y sin ninguna cédula informativa.
Algunas de ellas están abiertas al público, mientras que otras permanecen en sus lugares con acceso restringido, por razones diversas.
Hasta la fecha, existen 28 ventanas arqueológicas en lo que fue la antigua Tenochtitlán, las cuales exhiben la fusión de las culturas mexica y novohispana. Y en breve, podrían abrirse a la vista del público tres más en el atrio sur de la Catedral Metropolitana (La Jornada 20/08/2005).
-Sólo por el hecho de que todavía no se tapen (esos hoyos cuadrangulares) ya son ventanas -dijo Barrera al referirse a las excavaciones ahora cubiertas sólo con tablas en el máximo recinto religioso.
Con las ventanas arqueológicas el visitante admira a su paso, a través de la cubierta transparente que funge como piso, los fragmentos de vestigios hallados en el transcurso de los años y, circunscritos desde la década de los 80 por el Programa de Arqueología Urbana (PAU), adscrito al Templo Mayor.
Como informó La Jornada, en agosto pasado, los arqueólogos del INAH, encabezados por José Alvaro Barrera, planean dejar abiertos esos espacios a la entrada del recinto religioso, en donde la gente observaría los recientes hallazgos del PAU: entierros, osamentas y cimientos de muros de templos y pisos prehispánicos. Además de restos de arquitectura y pintura mural combinada con azulejos, mudos testigos del esplendor de la época colonial.
Algunas ubicaciones y características
Las 28 ventanas arqueológicas se encuentran en los jardines de Palacio Nacional, los sótanos de la Catedral Metropolitana, la casa del Marqués del Apartado, el Antiguo Palacio del Arzobispado, la Casa de la Autonomía Universitaria, las casas de las Ajaracas y de las Campanas. También el Museo de la Caricatura y el Centro Cultural España salvaguardan dentro de sus instalaciones "la riqueza patrimonial que conforma la integración de la cultura mestiza".
El domingo pasado, en un recorrido realizado, este diario confirmó que a pesar de la existencia de tales ventanas, los turistas nacionales y extranjeros que visitan los edificios históricos deambulan por otras salas y pasillos sin detenerse demasiado tiempo en observar los vestigios sumergidos que hablan por sí mismos del devenir histórico nacional.
El contraste es manifiesto dentro de Palacio Nacional, en donde la afluencia turística se dirige, sobre todo, a admirar los murales de Diego Rivera y la magnificente estructura arquitectónica, mientras permanecen en el olvido las tres venta- nas que alberga el inmueble presidencial.
Tales hallazgos pasan desapercibidos debido a que no tienen ninguna cédula que informe su procedencia.
Dos de esa ventanas se hallan en el Patio de la Real Audiencia y sus vestigios son coloniales. Según la información proporcionada por los arqueólogos, se trata de fragmentos de un muro, piso y drenaje con diferentes niveles de construcción, los cuales datan de los siglos XVI y XVIII. Mientras que en una segunda ventana, en ese mismo jardín, resaltan dos bases de columnas que en alguna época estuvieron unidas por un arco en la parte superior.
En el patio Mariano se halla la terce- ra ventana. Son vestigios prehispánicos conformados por tres etapas constructivas; se trata de un basamento que probablemente conducía a un patio hundi- do, que tenía cuatro escalones y en cuya parte superior hay una edificación cuadrangular.
Sin guía o la explicación de algún experto, la importancia de los vestigios se pierde entre otros elementos del inmueble presidencial.
A unos metros de allí, las cinco ventanas ubicadas en el Antiguo Palacio del Arzobispado exhiben fragmentos de las ruinas del Templo de Tezcatlipoca Rojo.
Escalinatas, escaleras y basamentos son los restos que exhiben estas ventanas a través del piso de cristal y de espejos colocados frente a los vestigios, para que el espectador, desde arriba, pueda apreciarlos, pese a la penumbra que los envuelve. El simbolismo del lugar lo subrayó fray Juan de Zumárraga en el siglo XVI, cuando decidió habitar en ese edificio.
Frente al Templo Mayor, en la llamada Casa de las Ajaracas, ahora cerrada por distintas obras, los especialistas del INAH muestran la ventana en la que destaca una ancha escalera que formó parte de la plataforma del mismo Templo Mayor -de la penúltima etapa constructiva.
En este predio, los investigadores del INAH han localizado nueve tributos de los mexicas a la muerte, uno de ellos con vestigios de papel.
Mientras que el edificio del Marqués del Apartado ofrece al espectador una ventana con una de las construcciones prehispánicas mejor conservadas en el Centro Histórico. Se trata de una escalera rematada en sus costados con alfardas, las cuales probablemente fueron parte del Templo de Cihuacóatl.
También ha sido hallada por los arqueólogos la banqueta de dicha estructura -un templo de 72 metros de longitud-, así como de columnas y muros de la Colonia.
La Catedral y sus tesoros
Mención especial merece la Catedral Metropolitana, que guarda en su interior múltiples tesoros. En ella, a varios metros de profundidad, se encuentran las ventanas que exhiben los vestigios del Templo del Sol, en uno de cuyos muros se aprecia un glifo empotrado; así como la esquina suroeste de esa edificación.
Otro espacio abierto para observar los hallazgos muestra la base completa de la denominada Cruz de Mañosca, la primera instalada en el siglo XVII en el atrio de la Catedral Metropolitana, y que luego de diferentes cambios se instaló en la parte posterior del Sagrario.
Bajo este inmueble religioso se localizan cuatro ventanas, aunque el acce-so está restringido debido a medidas de seguridad y a los trabajos de remodelación que se ejecutan en el recinto. A las anteriores ventanas se sumarían las tres del atrio sur.
Impacto a la vista
Una de las ventanas más atractivas se encuentra en el Palacio de la Autonomía Universitaria (junto a uno de los accesos al Templo Mayor, en la calle de Licenciado Verdad).
En el edificio, una sala completa tiene como piso vidrio templado, el cual cubre los vestigios de lo que fue una tina de baño comunitaria en la Colonia. Azulejos en Talavera y diversos fragmentos de esa época se observan al caminar sobre el lugar. Predominan en los adornos los colores amarillo, azul y rojo.
La sensación de belleza y valor histórico que proyectan esas joyas es poderosa. Además, en ese lugar existe la posibilidad de que cualquier persona organice ahí -previo pago- convenciones, conferencias, congresos, cenas de gala, cursos de capacitación, se- minarios, exposiciones, presentación de productos y actos culturales, académicos y artísticos. "Menos bodas y 15 años", explicó una de las trabajadoras que custodian la ventana.
El edificio, que depende de la UNAM, promociona lo anterior en una hoja membretada en donde se aclara que los recursos obtenidos por alquilar la ventana "servirán para la conservación de estos edificios -que custodia la institución- y para apoyar programas universitarios como becas para estudiantes de bachillerato y licenciatura, digitalización de la Hemeroteca Nacional, educación a distancia y deporte".
Otra ventana se encuentra en el patio de este edificio que fue la residencia del tesorero de la Nueva España, a mitad del siglo XVI.
En el Centro Cultural España, ubicado en la calle de Guatemala, existe una ventana prehispánica en la bodega de esa estructura. Aunque no se encuentra abierta al público, dice una de las promotoras culturales del recinto, la encomienda es que en caso de una remodelación "la ventana debe quedarse en su lugar".
El Paseo Cultural del PAU
El programa que supervisa José Alvaro Barrera organiza de manera esporádica un recorrido por las ventanas arqueológicas, con una duración aproximada de ocho horas, tiempo que incluye una visita al Templo Mayor y al laberinto que conforman las criptas ubicadas bajo la Catedral Metropolitana, en donde también reposan los restos de los obispos y arzobispos desde la época de fray Juan de Zumárraga.
Para difundir el Paseo Cultural Ventanas Arqueológicas -el cual debe contar con por lo menos 15 interesados- se explica: "Muy cerca del cotidiano tránsito peatonal por calles del Centro Histórico, en el interior de sus principales inmuebles y bajo la tierra -a donde se accede por desconocidos túneles y pasadizos- se encuentra lo inimaginable: fragmentos de ruinas prehispánicas y coloniales, representaciones del transcurso del devenir histórico nacional".
Y se ofrece la posibilidad de que los interesados admiren y disfruten de "la herencia patrimonial, producto de la fusión de dos culturas".