Mansa y sosa, la novillada de Malpaso merecía ser mejor aprovechada
Logran salir al tercio de la México Pepe López y el banderillero Christian Sánchez
Sin expresión ni recursos, Morenito y el debutante José Retana
Ciertos futbolistas, ejemplo
Ampliar la imagen Pepe L�, otro buen paso ante un malpaso FOTO Rafael S�hez de Icaza Foto: Rafael S�hez de Icaza
A ver si sesudos analistas, sociólogos del deporte, cronistas conciliadores, empresarios audaces y autoridades casi responsables nos pueden explicar cómo un puñado de adolescentes mexicanos, en pleno apogeo de la disminución nacional, obtienen el campeonato mundial de Futbol Sub-17.
Dieron la impresión esos jóvenes de que la mierda del falso profesionalismo aún no los ha salpicado, de que el manirroto sistema habituado a sobrepagar figurines todavía no les llega con tentadoras ofertas y de que su insólito espíritu de lucha y convicción de triunfo hasta ahora no padeció los embates de un sistema caracterizado por su ineficacia adinerada.
Como esos insospechados campeones mundiales, en un país habituado a la derrota, están los jóvenes músicos que han decidido mandar al carajo a las disqueras hamponas y explotadoras, o los artistas que se van por la libre y antes que exhibir su obra exponen su patrimonio y su talento para expresar una visión del mundo al margen de falsos promotores inútiles, pero apuntalados.
En el caso de la fiesta de los toros, las mismas características del espectáculo lo vuelven fastidiosamente interdependiente, al grado de que ni ganaderos ni toreros pueden llevar a cabo funciones marginales, pero suficientemente atractivas como para constituir un buen negocio.
Y si a eso se añade la falta de patrocinadores con sensibilidad y amor por tradiciones realmente originales, entonces medio se entiende que en nuestro futbol de vez en cuando haya gratísimas sorpresas, mientras que en los toros aumente día a día la ineptitud predecible.
Como en la soleada y apacible tarde de ayer que atestiguó, junto con 500 cabales, que diría José Cueli, más las vecinitas de alguno de los alternantes, otro de los exámenes que nomás no logran aprobar los miembros del indescriptible centro de capacitación para empresarios taurinos de lento aprendizaje (Cecetla): criterios elementales para combinar toreros y toros en un cartel interesante.
Algún conciliador podrá argüir que como esa tarde se jugaban México y Brasil el campeonato de futbol Sub-17, en la hermosa y horrible Lima -sobre todo por su disposición al coloniaje de todo tipo, incluido el taurino-, difícilmente podría acudir un número de público siquiera habitual. Pero si en la ciudad más poblada del mundo cada domingo ocurre un evento importante, ¿entonces hay que sacar a la gente de la plaza?
Precisamente ese es el punto. ¿Qué ha ocurrido con un espectáculo en el que se supone que toro y torero se juegan la vida? ¿Cómo entender que 22 fornidos muslos detrás de una pelota resulten más emocionantes que dos esbeltas zancas aguantando unos pitones que pueden cercenarlas en cualquier momento? La excitación en uno que otro estadio y la falta de ambiente taurino -bravura, pasión, rivalidad y partidarismos- en el gran embudo marcan la diferencia.
Lo bueno es que ya la empresa de la plazota está a punto de anunciar con bombo y platillo el elenco de la próxima temporada "grande", en ese proceso de limeñización que día a día experimenta la ciudad de México en materia taurina, aunque sin ningún señor de los milagros que la bendiga.
¿A quién se le ocurre empezar a cerrar una temporada novilleril reveladora con diestros de 35 años de edad? ¿De qué dependía repetir a toreros con el potencial de Ernesto Sánchez, Pepe Murillo, Gustavo García Solo, Luis Gallardo o incluso Elizabeth Moreno, más una docena de sólidos prospectos de los estados?
Pepe López, prometedor chamaco moreliano que hizo el paseíllo por tercera ocasión, salvó el espectáculo, junto con el brillante segundo tercio del banderillero Christian Sánchez, al paliabierto quinto de la tarde, Capuchino, con 384 kilos, del hierro de Malpaso, que cuando ya se había desentendido de la reunión fue esperado toreramente por Christian casi en la jurisdicción del toro para aguantar y clavar en lo alto. Y si en ese par la gente no se enteró, en el último, tras de cuadrar en la cara y asomarse al balcón, no a toro pasado, el joven Sánchez fue sacado al tercio con sonora ovación.
Ya en su manso primero, Pepe López había aguantado a pie firme la sosa embestida poniendo la disposición y emotividad que le faltaban al novillo, pero fue con su segundo con el que instrumentó sabrosos pases de la firma y trincherazos asilveriados, para luego sacar derechazos de las piedras. Y cuando López avanzaba paso a paso, montado el estoque para cazar al renuente burel, al juez Delgado se le ocurrió interrumpir con un puntual pero impertinente aviso. A ver si así está en la temporada dizque grande. No obstante, Pepe fue sacado al tercio con fuerza. Morenito y José Retana fueron, pero no supieron estar y menos trasmitir emoción alguna. Los mansurrones de Malpaso, como otros encierros, merecían mejor suerte, sobre todo el sexto.