Cecilia Gómez Haro y Cristina del Billar abren exposición en la Casa Lamm
Diseños más allá de lo étnico a partir de semillas autóctonas
Frijoles, alubias, colorines, habas, garbanzos y maíz permiten crear piezas con un toque contemporáneo
La naturaleza en la palma de la mano incluye collares, aretes y pulseras
Ampliar la imagen Cecilia G� Haro luce un collar dise� con frijoles FOTO Cristina Rodr�ez Foto: Cristina Rodr�ez
Frijoles, alubias, pepitas, colorines, habas, garbanzos y maíz constituyen la amplia gama de semillas autóctonas de México que sirven de base para los collares que desde hace dos años diseñan Cecilia Gómez Haro y Cristina del Billar.
Ahora los collares, así como aretes y pulseras, se han reunido para la exposición La naturaleza en la palma de la mano que será inaugurada hoy a las 19:30 horas en el salón Dostoievsky del Centro de Cultura Casa Lamm (avenida Alvaro Obregón 99, colonia Roma).
La idea de partir de elementos naturales autóctonos para diseñar collares con un carácter mexicano, a la vez que un toque contemporáneo, para no quedar en lo meramente étnico, surgió a raíz de que en el mercado abundan esos accesorios ''muy hermosos, pero que están hechos de piezas básicamente de fábrica".
Es decir, ''uno va, compra los hilos y todos son idénticos. Aunque cada artista le pone su sello particular y cada persona lo diseña a su modo, no deja de ser la creación de fábrica", señala Cecilia Gómez Haro.
La contadora de profesión y su socia, bajo el sello Maitl -significa ''manos" en náhuatl- pretenden retomar esa parte del artesano donde las variantes del propio material ayudan a que cada pieza sea única.
''Descubrimos -continúa- que en México tenemos una variedad de semillas maravillosas. Hay unas con un colorido que hasta parece que están pintadas a mano, porque tienen dos y tres colores". Su trabajo inicial partió de una investigación para ver qué materiales había, búsqueda que sigue en pie.
Ideas y variaciones espontáneas
A partir del diseño, Gómez Haro y Del Billar montaban el collar. Pero sobre ese trabajo salían cosas que ni siquiera estaban planeadas. ''Cuando uno empieza a conocer el material con el que trabaja, surgen las ideas y las variaciones de manera espontánea", explica la entrevistada.
Con el tiempo han entrenado personas para que les ayuden porque el trabajo es pesado. Compran las semillas de acuerdo con la época y la zona de donde proceden. Estas se limpian, se guardan, se secan, se desinfectan; luego se mandan perforar, acción delicada porque la mayoría son chiquitas, resbaladizas, que se pueden fracturar. Una vez barnizadas están listas para usarse.
Para sus diseños ''tratamos de mezclar materiales que a lo mejor a la gente no se les ocurriría" como, por ejemplo, el vidrio. Gómez Haro tiene la idea de producir más adelante collares en cerámica, pero con un terminado de rakú, con unas cuentas y diseños muy especiales.
Tampoco han empleado la plata en la elaboración de los collares para no aumentar el precio. Manejan mucho el latón con baño de níquel, un material que no necesita limpiarse. Sin embargo, ''hay gente que nos pide plata para darle otro valor". Es decir, usar una réplica de las semillas en plata o cerámica, nada más que eso requeriría de un taller más grande.
A la hora de diseñar, Gómez Haro asegura que ''la misma semilla te va llevando". Sus diseños también se basan en ''la misma influencia que tenemos nosotros los mexicanos. Todo lo que traemos atrás, culturalmente hablando, te lleva a hacer cosas muy mexicanas".
Un próximo paso será exportar sus piezas.