Director de la Filarmónica de Stuttgart que se presentará en la sala Nezahualcóyotl
Peligra el liderazgo musical de Alemania, alerta Gabriel Feltz
Deplora la desaparición definitiva de 30 sinfónicas en ese país, así como la supresión de plazas
Vivimos en la época de la democratización del arte sonoro, expresa a La Jornada
Ampliar la imagen Gabriel Feltz espera que siempre haya unas 20 o 25 orquestas en el mundo con renombre, irradiaci� justificaci�e su existencia FOTO Jos�arlo Gonz�z Foto: Jos�arlo Gonz�z
El papel de Alemania como una de las naciones puntales de la música de concierto en el mundo está en peligro. Así lo considera el director de la Filarmónica de Stuttgart, Gabriel Feltz, quien lo atribuye a la crisis que impera en ese ámbito.
Crisis que, describe, se remonta a la caída del bloque del Este, en el ocaso de los años 80, que de inmediato se tradujo en la desaparición definitiva de una treintena de orquestas sinfónicas y que en la actualidad ha obligado a reducir la plantilla de atrilistas en algunas agrupaciones, ''algo impensable" hasta hace menos de dos décadas.
A lo anterior debe sumarse la globalización, reconoce, que de forma paulatina comienza a homogeneizar la personalidad y el sonido entre las orquestas.
Con apenas 34 años, Feltz es el director más joven de su país en hacerse cargo de la titularidad de una orquesta de prestigio, responsabilidad que adquirió en 2003 al presentar un proyecto a largo plazo, cuya primera fase se cumplirá en 2008.
Cambios en la política cultural
La charla de Gabriel Feltz con La Jornada se efectúa en el contexto de la gira que la Filarmónica de Stturgart realiza por México. La primera actuación tuvo lugar anoche en el Conservatorio Nacional, mientras que este viernes se presentará en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, a las 20:30 horas.
-¿Cuál es el deber social de una orquesta de renombre como la de Stuttgart?-, se pregunta a Feltz, con la amable ayuda en la traducción de Edda Webbels, del Instituto Goethe.
-Es bello observar que Alemania sigue teniendo en el mundo el gran prestigio y la fama de un país que está a la cabeza de la música clásica. Sin embargo, nosotros que trabajamos día con día en este campo sí advertimos profundos cambios, tanto en la política cultural como en el aspecto demográfico y en la estructura por edades del público.
''La labor con el público infantil y juvenil es muy importante, y esto se manifiesta de la manera más patente en el hecho, por ejemplo, de que en Stuttgart 40 por ciento de los niños en edad escolar no tienen pasaporte alemán. Y eso significa que los nombres de Bach, Mozart y Beethoven tal vez nunca han sido escuchados por esos pequeños.
''La tarea consiste en que ese gran sector de la población, cuyo origen es turco, griego, italiano, no quede marginado, sino tratar de integrarlo musicalmente.''
-¿Considera que realmente se vive una crisis del formato sinfónico, desde el punto de vista financiero, que inclusive llevará a desaparecer a las orquestas?
-En Alemania tenemos un desarrollo desde 1989, con el descalabro del bloque del Este, hasta hoy en el que han desaparecido unas 30 orquestas profesionales de manera definitiva.
''Esto, para un país tan rico en orquestas como Alemania, significa una gran pérdida, puesto que los jóvenes músicos tienen cada vez menos oportunidades de dar los primeros pasos en la vida profesional práctica. Para eso hacen falta las orquestas pequeñas, de las ciudades y teatros pequeños, dado que en las de renombre es muy difícil, casi imposible.
''También hace 20 años los representantes de la política cultural de la ciudad jamás hubieran desarrollado ideas que implicaban la reducción de las orquestas locales. Suprimir 10 o 20 plazas era inconcebible, era una ley no escrita. Desafortunadamente hoy día es algo cotidiano."
Cultura sonora específica
-¿Hasta qué punto observa que la globalización atenta contra el sonido y personalidad de las orquestas en el mundo?
-Efectivamente es algo que veo y lamento mucho. En mi historia de vida puedo decir que orquestas muy importantes, como la Filarmónica de Berlín y la de Dresde, tienen un sonido muy propio y cultivan una cultura específica de interpretación.
''Pero eso se va difuminando cada vez más, aun cuando, a mi parecer, la de Dresde es la única orquesta en el mundo que conserva esa tradición.
''Desde luego hay lados positivos de la globalización. Por ejemplo, en la Filarmónica de Stuttgart buscamos un flautista principal y recibimos 100 solicitudes de músicos de 25 países, con lo cual tenemos oportunidad de seleccionar el o la mejor intérprete del momento. Me parece, y espero, que siempre habrá unas 20 o 25 orquestas en el mundo que tendrán un nombre, una irradiación y justificación de su existencia gracias a su cultura sonora específica y especial. Sin embargo, hay que plantearse por qué cultura logramos la identificación."
-¿Cuál es su concepción del papel que en la actualidad debe desempeñar el director de orquesta?
-Podemos decir que vivimos en la época de la democratización de la música. Antes se aplicaba la frase de Elias Canetti, de que no hay una expresión más ilustrativa del poder que el de un director de orquesta, y pienso que hace mucho esa época pasó, a más tardar con la muerte de Von Karajan.
''Mis colegas, en especial los de mi generación, se conciben y disfrutan ser un integrante más de la orquesta, si bien tenemos ideas muy concretas de los objetivos y también estamos dispuestos a imponer nuestro criterio."