Sostiene que su objetivo no es molestar; "sólo trato de ser fiel a lo que observo", dice
Batalla en el cielo irritará al sector conservador: Reygadas
Reconoce que existen riesgos al no trabajar con actores profesionales: "la gente se desconecta de la película y piensa que no le gusta"
La cinta se estrenó ayer en México con 50 copias
Batalla en el cielo, segunda película del mexicano Carlos Reygadas, es una facciosa historia del México real, ese que se ve a diario en la calle, de personajes gordos de pieles morenas que sufren, gozan y tienen sexo. Ese de los secuestros, de muertes, de chicas burguesas que se prostituyen por placer, de entes introvertidos que deambulan en las peregrinaciones a la Basílica... el México visto desde una óptica kafkiana.
Batalla en el cielo, cinta que participó este año en dos de los festivales internacionales más importantes del mundo, el de Cannes y el de San Sebastián -en la sección oficial y en la Zabaltegui, respectivamente-, se estrenó ayer en México con 50 copias.
Reygadas, un estudiante de derecho internacional especializado en conflictos armados que un día decidió estudiar cine y hacer una película, es acusado de presuntuoso por sus conceptos cinematográficos, pero en tres años ha logrado colocar sus dos proyectos en el festival más importante del mundo: Cannes.
Hace el cine en el cual cree, y asegura que le gustaría vivir mucho tiempo para rodar todas las ideas que tiene en la cabeza. Algo le han visto o no a sus cintas, ya que hay quienes lo odian o les encanta.
Atentar contra el buen gusto
"La realidad -dice en entrevista con La Jornada- es un concepto complicado, porque todo pasa por medio de la percepción; pero sí hay cosas innegables, como que en nuestro país 90 por ciento de la población es mestiza, y que sólo en las telenovelas salen blanquitos guapos. En ese sentido me interesa más tomar mis referencias de la vida que de la publicidad o de las convenciones audiovisuales.
"Trato de ser fiel a lo que observo, y uno de los precios a pagar es que puede haber gente que diga que me encantan los monstruos. Retrato lo que me rodea. Me han dicho que los personajes son unos anormales, y yo les digo que Angelina Jolie es anormal, eso sí que no se ve por la calle."
Y la transgresión se vuelve esencial en su trabajo: "Ver a una chica joven y rica chupársela a un hombre mayor y pobre puede molestar. Superficialmente hay un asombro estético, pero el tabú es más profundo si se basa en la diferencia social. Si el hombre fuera un traficante rico, la chica sería tachada sólo de prostituta".
Reygadas, productor, escritor y editor, dice que no le gusta que los actores lean el guión, prefiere que la actuación sea natural, que "no haya interpretación", ya que si alguien lo atrae, construye el personaje alrededor de esa persona. "La actuación se construye con el montaje, y no me interesa que el personaje se construya mediante la actuación, técnica mediante la cual un experto representa a un alguien que otro creó. Me interesa que los sujetos sean esas personas que irradien la energía que me interesa ver, porque es la misma del personaje que estoy creando; entonces, me dedico a buscarlo en la vida real", argumenta.
Para hacer esos papeles, como sucedió en Japón, donde los protagonistas fueron una provinciana señora septuagenaria y un hombre maduro que nada tenían que ver con el cine, no "necesitan ninguna técnica -dice Reygadas-; ellos sólo están y yo me limito a darles indicaciones en espacio temporal. Ni les interesa leer el guión, pero es obvio que antes les digo qué tienen que hacer. Imagina que tengan que hacer desnudo y a la mera hora no quieran. Todo es como una fotografía fija".
¿Cuál es el riesgo de trabajar con actores no profesionales?
Dice que su idea de los actores la descubrió por el ruso (Lev Vladimírovich) Kulechov, quien hace más de 100 años introdujo el montaje y teorizó sobre los decorados, la luz y la imagen. Kulechov consideraba al actor en segundo plano.
"Uno de los riesgos es que estamos tan habituados a la actuación en caliente (como en el teatro), que en el momento que no vemos ese teatro filmado, mucha gente se desconecta de la película y piensa que no le gusta. Pago ese precio y no voy a secuestrar al espectador durante dos horas. Prefiero pagar ese precio y ganar la posibilidad de sembrar una semilla en las personas."
Comenta que en el rodaje sólo le contó a su equipo su forma de ver las cosas y ellos la compartieron. "Cuando escribo el guión imagino las cosas tal como las siento. Así ocurrió con el personaje de Marcos. Enseño la carne, el pelo, el sudor y la luz. Cuando hablamos de los desnudos a Marcos ni siquiera le interesaba entender bien. Bertha preguntaba más y yo le explicaba. Marcos no necesitaba explicaciones, decía que se la pasaba bien conmigo".
Enojo del sector conservador
Asegura que ese sistema de lo no profesional quizá cambie en otro tiempo: "Me siento a gusto haciéndolo así, porque cuando veo cintas similares me conmuevo más. Los desnudos y los actos a lo mejor no les gustarán mucho a algunas personas. Mi intención no es molestar a nadie; sé que a otros les puede agradar. La riqueza está en la diversidad".
Al realizador no le preocupan las cuestiones de la censura (aunque el cartel para México ya está modificado con respecto al que se usó en los festivales: taparon los senos de la protagonista). "Puede haber una limitante mayor, por ejemplo, que algunas de las escenas de sexo estén desenfocadas y es algo que tenga que hacer yo. Y quizá lo haga, porque tiene que ver con la intimidad. No siento la censura de nadie, ni del Estado ni por nadie. Con Japón hice una versión cortada para Magdalena (la protagonista septuagenaria) porque quería proteger su intimidad, aunque al final la haya ido a ver al cine con toda su familia. Esta película sí irritará a ese sector conservador, pero yo no puedo estar haciendo las cosas tomando en cuenta un mínimo común denominador. Por fortuna, hay muchos adultos en México, y si es clasificación C, no importa."
Batalla en el cielo producida por Philippe Bober, Jaime Romandía, Carlos Reygadas y Susanne Marian, narra la vida de Marcos, quien trabaja como chofer de un general y la hija de éste. El y su mujer secuestran a un niño que muere accidentalmente. Por otro lado, Ana, la hija del jefe, se prostituye. Perseguido por los remordimientos, Marcos le confiesa todo a Ana, en búsqueda de consuelo. "Trata de cuando se banaliza el daño al prójimo; sólo quería hablar de eso".
Reygadas afirma que entre más diversidad haya en el cine nacional, más sólido e importante se vuelve.
"Tiene que haber más producción y más barata. Cuando se hacen historias con fuerza no tienes que gastar en hacer cintas de época. Hay que producir y filmar en todos los formatos. Hay que apoyar a la gente que tiene ganas de filmar, creo en la pasión de los realizadores", concluye.