Papelitos de mano en mano, forma de comunicación en zonas afectadas
Tapachula, Chis., 08 de octubre. Desesperados por la incomunicación y el aislamiento, decenas de personas arriesgan su vida para conseguir alimentos y ayuda, caminando cientos de kilómetros en derredor de las zonas inundadas. Algunos quieren salir, otros sólo comida, pero ninguna de esas necesidades ha podido ser satisfecha, porque resultan insuficientes los 12 helicópteros que prestan ayuda a miles de habitantes de poblados y rancherías afectados.
Una mezcla de barro y piedras cubre la tierra más fértil y próspera de Chiapas (el Soconusco y Costa de la entidad), donde ahora las tierras ganaderas, sembradíos de frutas de exportación y flores exóticas están devastadas. Cinco días después de la tragedia, los primeros helicópteros con víveres para 45 mil afectados comenzaron a llegar.
Una muestra de la magnitud de la necesidad se percibe en la cabecera municipal de Huixtla: la sexta parte de sus 60 mil habitantes perdieron parcial o totalmente sus viviendas y sus medios de subsistencia.
Cuando los damnificados ven llegar las aeronaves corren a su encuentro, preguntan qué paso, qué va a pasar, qué les espera, quién los va a ayudar. Se lamentan por la tragedia y, resignados, preguntan sobre la posibilidad de enviar un mensaje a sus familiares de otros poblado.
Reporteros, funcionarios de gobierno y efectivos del Ejército regresan a Tapachula cargados de recados en pedazos de papel, donde se da a conocer a alguna familia que sus parientes se encuentran bien. Inclusive, un elemento del Estado Mayor Presidencial pregunta a los reporteros de La Jornada si podrían hacer llegar un mensaje a su mamá, quien vive en el municipio de Acapetahua. "¡Qué triste, estoy a pocos kilómetros y no sé nada de ella, no sé cómo está!", comenta.
Por aire se pueden ver, como minúsculos puntos negros, a personas que se asoman a donde la corriente de los ríos rompió los caminos. Desde las alturas se observa que esto es imposible, porque hay kilómetros y kilómetros de terreno cubiertos por el agua. Miran el helicóptero y hacen señas. Por el momento tendrán que esperar. Pasarán varios días antes de que la ayuda llegue.
Este día arribó a Tapachula José Luis Herrera, habitante de Huehuetán, quien desde el jueves inició una travesía por la zona sierra para buscar ayuda, porque su familia se encuentra sin alimentos ni medicamentos e incomunicados. "No hemos recibido nada, tenemos a niños enfermos de diarrea, con problemas respiratorios; afortunadamente no ha habido decesos, salvo una niña de nueve meses que fue arrancada de los brazos de su madre cuando cruzaban el río", cuenta.
Los efectos económicos de las inundaciones ya empiezan a sentirse en los lugares donde la vida se va restableciendo. En las pocas tiendas que salvaron sus mercancías los precios de los insumos subieron más de tres veces. "Cómo es posible que un cartón de huevo cueste 50 pesos y el azúcar más de 20. Se están aprovechando de nuestra necesidad", dice una ama de casa de Huixtla.
A. Mariscal y R. Villalba, corresponsales