Usted está aquí: domingo 9 de octubre de 2005 Cultura Trompeta y jazz llenan de magia noche de Cuévano

Tiñen de azul la lluvia en la Alhóndiga de Granaditas

Trompeta y jazz llenan de magia noche de Cuévano

PABLO ESPINOSA ENVIADO

Ampliar la imagen Erik Truffaz y su Ladyland Quartet abrieron ciclo de jazz, rock y m� de fusi�OTO Roberto Garc�Ort� Foto: Roberto Garc�Ort�

Guanajuato, Gto., 8 de octubre. Una trompeta cool tiñó de azul la lluvia mansa que puso más hermosas a las mujeres, más galantes a los caballeros (que las prefieren rubias, mientras los hombres las prefieren en loscurito), más procaces a los adolescentes y más contentos a los niños. Todos ellos conformaron una masa húmeda bajo la trompeta en jazz del suizo-francés Erik Truffaz, quien con su Ladyland Quartet puso a mojarse a la multitud entera bajo una lluvia pertinaz, la noche del miércoles en la Alhóndiga de Granaditas.

El jazz transculturado de Truffaz añadió entonces adrenalina, endorfinas, trufas, síncopa y con copa 36 B, una combinación de hard bop con cool jazz con rai con rumba con cánticos árabes con solos de bajo con loops electrónicos con breaks de bataca con funky con un hibridismo calmo y exquisito para inaugurar el ciclo de jazz, rock y música de fusión como parte sustancial de la programación del Festival Internacional Cervantino en su versión 33.

El concierto se inició bajo una serie infinitesimal de chispazos de chipichipi y una luenga respiración de la trompeta en cuasi sordina de Truffaz y luego el canto de Mounir Troudi y el bajo doble de Michel Bénita y la batería de Philippe García y la guitarra de Manu Codjia. Jazzología, ciencia deductiva.

Y en eso el chipichipi se convirtió en ducha se convirtió en diluvio se convirtió en un manto de paraguas sobre el acordeón mojado que conforma el graderío de cemento de la Alhóndiga.

El sonido de la trompeta circundó enseguida con su magia la noche de Cuévano, que transcurrió mojada, calma, encendida en paz de jazz muy cool, muy fino, muy bien acompañado de dulces gemidos imperceptibles a su lado.

Todo envuelto en un manto mojado azul de jazz acidulado. Bien acerado. Deliciosamente azulado.

Así transcurre el Cervantino 33.

 
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