¿LA FIESTA EN PAZ?
De fobias e intolerancias
ESCRIBE JUAN GERARDO Paredes Orea: "Estimado Leonardo: acabo de leer su artículo sobre Pepe Alameda (La Jornada, domingo 2 de octubre, 2005), más para recordar a un extraordinario locutor y cronista que por amor o simpatía por la mal llamada fiesta taurina. Sobre tu artículo me quedaron algunas dudas, las cuales me gustaría me aclararas, si es posible:
"1. ¿QUE TIENE que ver el relato que transcribes sobre Alameda con quienes están en contra de las corridas de toros?
"2. ¿Por qué dices que los ignorantes de la agrupación Garra deberían leer a Alameda? ¿Con eso dejarán de ser ignorantes?
"3. ¿Por qué somos ignorantes quienes estamos en contra de la crueldad hacia los toros? Y por tanto, ¿por qué son tan cultos los que gustan de esa fiesta?
"HAY QUE ENTENDER que existen personas que no toleran el maltrato a un indefenso y noble animal. No soy activista en la lucha por los animales, pero sí creo que tienen derecho a vivir tranquilamente en este planeta como nosotros los humanos lo hacemos. ¿Ignorante? Sinceramente no me considero así, pues tengo una profesión, soy lector de autores como Sartre, Camus, Tolstoy (sic), Pacheco, Tagore, Moravia, etc. Además de gustar del cine de arte, de museos, casas de la cultura, etc. Aunque tampoco me siento culto, pues hay muchas cosas que ignoro, y ni con toda mi vida las podré apropiar. Seamos un poco más críticos y tolerantes con las manifestaciones de las personas. Gracias" -concluye Paredes.
JUAN GERARDO, en la segunda mitad del siglo pasado, uno de los pocos autores mexicanos, o naturalizado, que escribió sobre toros con perspectiva cultural, nivel estilístico y rigor de método, fue el hispano-mexicano José Alameda, en ensayos hoy clásicos. Todo aquel que está en contra de las corridas tiene la obligación de enterarse siquiera del trasfondo histórico-cultural que las precede y no reducir sus invectivas al aspecto cruel del espectáculo, como si la crueldad no permeara desde siempre en la sociedad humana.
SI LOS ANTITAURINOS leyeran a Alameda y a otros autores, y ubicaran el papel de la deidad táurica en la historia de las culturas, quizá matizarían sus afanes civilizatorios y darían más sustento a su compasión, habida cuenta de que inhumanidad e infamia se multiplican a diario en nuestras narices, sin que nadie haga nada, y mucho menos los países que se pretenden civilizados y antitaurinos.
NO SE ES ignorante por el hecho de estar en contra de algo, sino por el grado de simplificación, prejuicios u oportunismo con que se rechaza ese algo. Se necesita ser un desvergonzado como el Partido Verde Ecologista de México para condenar las corridas de toros y, al mismo tiempo, en su afán de poder, no de cambio, apoyar a un candidato a gobernador que también es ganadero de reses bravas.
OJALA FUERAN MAS cultos, es decir, más conscientes y actuantes, quienes dicen gustar de la fiesta de toros. Tan ancestral espectáculo-rito no habría descendido a los niveles de degradación animal y humana en que lo mantienen seudoempresarios irresponsables -todos en la lista de Forbes- y sus arbitrarios operadores.
SARTRE, POR CIERTO, en sus estudios sobre el poder de la emoción, alude al fenómeno del toreo como una "manifestación del mundo mágico", y López Velarde, Picasso, Ortega y Gasset, Lorca, Hemingway y Orson Welles, entre otros, se ocuparon del fenómeno taurino en términos menos viscerales, más analíticos y tolerantes, precisamente.