El instituto, garante incluso de la democracia interna de partidos, dice el ex director
Vigentes, las garantías que introdujimos: Arturo Núñez
Quizá le haya tocado el periodo de mayor presión para el entonces incipiente Instituto Federal Electoral; en 1994 el país soportaba el momento más convulso de sus últimos años y enfrentaba el reto de que no se reditara la traumática caída del sistema de 1988. Para Arturo Núñez Jiménez, director ejecutivo en ese periodo (1993-1994), el organismo ha acreditado en sus 15 años de existencia ser pieza clave en la democracia mexicana: hoy es un árbitro confiable, fiscalizador de las finanzas partidistas eficiente y se ha convertido, incluso, en garante de la democracia interna de los partidos.
Aunque en su momento fue el último director ejecutivo del IFE que encabezó una elección aún como parte de la Secretaría de Gobernación, Núñez reinvidica que en ese periodo, convulso por muchos motivos, fue cuando se incorporaron la mayor parte de los candados legales y operativos en el sistema electoral mexicano, que ahora lo acreditan como uno de los más sofisticados y reconocidos en el mundo.
"Creo que la mayor parte de esos instrumentos que entonces se idearon para relegitimar el sistema electoral mexicano siguen vigentes y han acreditado ser fudamentales para que no se vuelvan a colocar los resultados electorales en entredicho".
Entrevistado con ocasión de los 15 años de existencia del IFE, Núñez advierte sobre la necesidad de apuntalar la institución en momentos polarizados y, de cara a lo que se advierte ya como una elección muy competida, sentencia: "sólo hay que una autoridad maltrecha y una ventaja estrecha; es un conflicto seguro, y ya no queremos eso".
-Después de los cuestionados resultados de 1988, ¿cómo se concibe este nuevo IFE?
-Habría que darle uno de los principales méritos en la concepción a José Luis Lamadrid. La reforma de 1989-90 implicó una revisión integral del sistema electoral mexicano, desde los partidos, la integración de los órganos electorales y la calificación de los procesos. Había que cambiar la correlación de fuerzas en el organismo electoral, porque se daba la paradoja de que con el esquema de integración, aun en el absurdo de que los representantes del gobierno votaran con la oposición, nunca romperían la mayoría priísta.
Más de 400 horas de discusiones -recuerda Núñez- derivaron en la necesidad de restructurar el sistema electoral construyendo una autoridad con un esquema semejante a lo que hasta ahora ha mostrado ser lo más imparcial posible: el sistema de impartición de justicia.
Núñez llegó a la dirección ejecutiva del IFE en enero de 1993 para hacerse responsable de lo que serían unas elecciones -las de 1994- realizadas con enorme riesgo para la estabilidad política del país. Había un ambiente político muy tenso por el levantamiento zapatista y el asesinato del candidato priísta a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio, a lo que se añadía la "feria de desconfianzas" heredadas del traumático proceso de elección de Carlos Salinas de Gortari, que precipitó una nueva reforma en vísperas de la elección, dando origen a los consejeros ciudadanos, primer paso para la salida del gobierno en la organización electoral.
-Sin embargo, todavía había demasiada desconfianza en el sistema electoral por la caída del sistema.
-Siempre planteé que ante un exceso de suspicacias, había que ofrecer un exceso de garantías, y a eso se abocó el organismo para superar todas las dudas de entonces.
Núñez enumera lo que se introdujo entonces: se revisó el Registro Federal de Electores, instrumentándose esquemas de auditorías para dar confianza en el padrón; se amplió la relación y el involucramiento con organizaciones de la sociedad civil; se incorporaron medidas de seguri-dad en la papelería electoral; se introdujo la tinta indeleble que hasta ahora se utiliza; se definió el esquema de insaculación para definir los funcionarios de casilla; se aplicó el monitoreo de noticiarios en radio y televisión para garantizar equidad en la cobertura y se abrió la puerta a la presencia de observadores internacionales.
"Yo tenía una lógica: si habíamos hecho todo lo posible para hacer las cosas bien, no teníamos nada que esconder", expresa.
"Años después -recuerda-, en conversación con José Woldenberg -consejero presidente (1996-2003)-, me comentó que prácticamente todas estas acciones las utilizaron ellos y ahora forman parte, sin duda, de los numerosos candados de seguridad con que cuenta nuestro sistema electoral."
-El proceso de perfeccionamiento del sistema electoral no se ha seguido en esta administración con las reformas necesarias para mejorar la capacidad del IFE.
-Quizá no habría que adjudicarle toda la responsabilidad al gobierno de Vicente Fox. Es claro que era una reforma que si no se hizo fue por responsabilidad de los diversos actores, no sólo del gobierno.
A pesar de ello, Núñez sostiene que "el IFE tiene la estructura operativa capaz de organizar nuevamente un proceso electoral sin cuestionamientos". No se ha desmontado -dice- "ninguna de esas garantías que nos tocó introducir en su momento y que ahora siguen vigentes como garantía del sistema electoral mexicano".