En el 15 aniversario del IFE, señala las carencias de la democracia mexicana
Ugalde: los comicios, "asunto de Estado"; pide corresponsabilidad
Ampliar la imagen Jos�oldenberg, Luis Carlos Ugalde, Arturo N�y Emilio Chuayffet, durante la ceremonia conmemorativa de los 15 a�del Instituto Federal Electoral, que se efectu�er FOTO Carlos Cisneros Foto: Carlos Cisneros
Llegaron casi todos los protagonistas de su historia. También algunos representantes de la clase política, que hicieron un alto en sus luchas intestinas para celebrar que el país tiene democracia electoral, a pesar de todo.
Ahí estaban, frente a frente, en la quinceañera celebración del Instituto Federal Electoral (IFE), el dirigente nacional del PRI, Mariano Palacios, y el secretario de Gobernación, Carlos Abascal, para escuchar hablar de la historia y el futuro de la institución y dejar del lado el escándalo relacionado con la enorme fortuna de los hijos de Arturo Montiel.
Ante representantes de casi todos los sectores, el consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, lanzaba advertencias y reclamaba la responsabilidad compartida: "Las elecciones de 2006 son un asunto de Estado, y como tal requieren de la corresponsabilidad y compromiso de todos los poderes de la Unión, partidos y candidatos".
No omitió expresar en deseos lo que en realidad fue una enumeración de carencias de la democracia mexicana: "En 15 años más me gustaría que México contara con una democracia de calidad, una democracia que cueste menos y que represente más; que se nutra de ideas más que de imágenes y espots; que se centre en el debate de propuestas y no en las descalificaciones; una democracia donde el eje central de una campaña no sea el dinero sino las ideas; donde haya partidos políticos más transparentes, responsables y representativos, regulados por una autoridad electoral discreta".
Quizá el más aclamado en su discurso fue el ex consejero presidente José Woldenberg, quien habló de uno de los capitales fundamentales del organismo: la credibilidad. "El objetivo fundamental era construir confianza -subrayo-, construir, porque la confianza no se decreta ni aparece de un día para otro; la confianza no es un acto de magia".
Definió el origen del organismo como un espacio donde pudiera canalizarse la pluralidad que no pudo lograrlo en 1988, cuando no encontró los espacios ni las instituciones capaces de hacerlo.
A 15 años de distancia, Woldenberg destacó dos vertientes en la evolución institucional: un mar de novedades técnicas y logísticas que lo apuntalan, mismas que se han visto opacadas por las espectaculares mutaciones políticas.
Ha sido, dijo, un periodo en el cual la frase "por primera vez se ha repetido insistentemente: por primera vez elecciones sin impugnación; una Cámara de Diputados sin mayoría absoluta; una elección de jefe de Gobierno del Distrito Federal, una alternancia presidencial pacífica. En 2006, el IFE volverá a entregar buenas cuentas al país y, créanme, no se trata de una mera frase de cortesía".
En un auditorio prácticamente lleno, pero con ausencias notorias: el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela; los dirigentes de PAN, Manuel Espino; PRD, Leonel Cota, y PT, José Narro. Ausencias injustificables a la vista de algunos militantes: "Me da vergüenza que no haya venido el presidente Vicente Fox, el PAN debió estar aquí porque fue uno de sus principales impulsores", confesó el panista Armando Salinas.
En la sala ex consejeros, ex funcionarios, ex representantes de partido, todos los que en su momento se involucraron en la historia del IFE. Todos presenciaron un video -en el que se planteaban los retos de la institución- y la presentación del libro conmemorativo, a cargo de Jorge Alcocer.
Todos ellos escucharon también una alusión elogiosa hacia el IFE de Donc Nguyen, coordinador del Programa de Asistencia Electoral de la Organización de las Naciones Unidas, quien enumeró las razones por las cuales se apoya en el IFE para desarrollar muchas de las misiones internacionales.
"La calidad de su material y la transparencia de su organización son muy apreciadas fuera de México", pero las elecciones, agregó, "son casi como la mayonesa: conocemos la proporción de los ingredientes, pero no siempre sale bien. Puede haber elecciones casi perfectas y poco creíbles, porque en buena medida la autoridad depende de la suerte, pues cuando gana la oposición normalmente se estima que son elecciones creíbles".
Tocaría a Emilio Chuayffet, director ejecutivo del IFE entre 1990 y 1993, quien de entrada parafraseó a Norberto Bobbio para explicar la evolución democrática del país: "Para una democracia estar en transformación es un estado natural; sólo el despotismo es estático y siempre igual a sí mismo". El desarrollo del IFE, planteó, no fue ni ha sido fácil, "porque hubo que rehuir permanentemente de las inercias que genera el espejismo, siempre igual a sí mismo".
Luego habló de los retos de hoy, cuando el IFE corre en dos rieles: "el de la sensibilidad política y el de la precisión técnica; pero no puede negociar la norma ni tampoco debe estar violentada por el consejo del sentido práctico".
También acudieron al acto quienes fueron responsables de liquidar la participación del gobierno federal en la organización electoral. Arturo Núñez Jiménez, director ejecutivo entre 1993 y 1994, los años más álgidos de la historia de la institución, resumió sin rodeos: el IFE surge como efecto de la caída del sistema, que fue la síntesis de la crisis de legitimidad política que vivió el país y que obligó a entrar en el ciclo de reformas electorales.