Usted está aquí: miércoles 12 de octubre de 2005 Ciencias Sufren selva y ríos de Amazonas su peor sequía en más de 40 años

Científicos consideran que se trata de un efecto más del calentamiento global

Sufren selva y ríos de Amazonas su peor sequía en más de 40 años

El gobierno local ha declarado 16 municipios de ese estado en crisis

Habitantes de la zona corren el riesgo de padecer diarrea y malaria al tener contacto con agua de río contaminada

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Ampliar la imagen Debido a la sequ�que azota el norte de Brasil, la selva de la Amazonia se ha vuelto m�suceptible a la propagaci�onstante de incendios. En la imagen, grietas de lodo formadas en el r�Paran�e Manaquiri, uno de los afluentes m�importantes del Amazonas FOTO Reuters Foto: Reuters

Manaquiri, Brasil, 11 de octubre. La peor sequía en más de 40 años está dañando la selva tropical más extensa del mundo, plagando la cuenca de la Amazonia de incendios, enfermando a los moradores debido a la contaminación del río y matando a millones de peces a medida que los arroyos se secan.

"Lo que es horrible para nosotros es que todos estos peces han muerto, y cuando el agua regresa quedarán apenas algunos", dijo Donisvaldo Mendonça da Silva, pescador de 33 años.

Cerca de allí, decenas de pirañas se retorcían en espasmos en los cinco centímetros de agua que quedaron del alguna vez caudaloso río Paraná de Manaquiri, afluente del Amazonas. Miles de peces en descomposición se alineaban en sus secas orillas.

El gobernador de Amazonas, estado de la mitad del tamaño de México, ha declarado en crisis a 16 municipios, mientras la sequía, que ya lleva dos meses, dificulta la vida de quienes viven junto al río, ya que no pueden encontrar comida ni vender sus cosechas.

Otro efecto del calentamiento global

Algunos científicos consideran que la sequía se debe a las altas temperaturas del océano, provocadas por el calentamiento global, que también se vinculó con una inusual, activa y mortal temporada de huracanes en Estados Unidos y Centroamérica.

Las masas de aire ascendente en el Atlántico norte que alimentan las tormentas podrían haber causado que el aire descienda en el Amazonas, lo cual evitó la formación de nubes y precipitaciones, según algunos científicos.

"Si el calentamiento del Atlántico norte es el disparador, esto realmente muestra cómo el mundo está cambiando", dijo Dan Nepstadt, ecologista del Instituto de Investigación Woods Hole, con sede en Massachusetts, fundado por el gobierno de Estados Unidos y por subvenciones privadas.

"El Amazonas es un canario en una mina de carbón para la Tierra. A medida que ingresamos en una tendencia más calurosa estamos en territorio incierto", agregó.

La deforestación también pudo haber contribuido a la sequía, debido a que derribar árboles recorta la humedad del aire e incrementa la penetración de la luz solar en la Tierra.

Otros científicos consideran que las sequías severas son normales y ocurren cíclicamente desde antes del inicio del calentamiento global.

En el principal puerto de río de Manaos, decenas de embarcaciones permanecen varadas en la ribera después de que descendió el nivel del agua, y las personas conducen automóviles donde meses atrás nadaban.

A una hora de distancia de donde el río Solimoes se junta con el Negro para formar el Amazonas, el nivel del agua es tan bajo que kilómetros de su ribera se convirtieron en dunas, mientras el viento aviva densas tormentas de arena y los buitres se alimentan de carroña.

Otro importante río del Amazonas, el Madeira, está tan seco que los buques de carga que transportan combustible desde Manaos no pueden llegar a la capital del estado de Rondonia sin quedar varados.

El combustible necesario para el funcionamiento de las plantas de energía debe ser transportado en camiones desde el sur de Brasil, a miles de kilómetros.

El viento seco y la falta de lluvias hicieron a la selva más susceptible al fuego.

Normalmente, en las temporadas de sequía las lluvias son suficientes para apagar las llamas que escapan de las granjas y se propagan hacia la selva. Este año la selva se incendia y permanece en llamas.

En el estado de Acre a alrededor de 100 mil hectáreas de selva se les prendió fuego desde que comenzó la sequía, y el denso humo negro obligó, en ocasiones, el cierre de aeropuertos.

"Es ilegal quemar, pero todo el mundo por aquí lo hace. Lo hago para deshacerme de insectos y cobras y para que crezca pasto fresco para mis vacas", dijo un hombre que se identificó como Calixto, mientras utilizaba fardos de hojas verdes para suavizar las llamas y controlar el fuego cerca de una carretera.

Sufrimiento de las comunidades de la ribera

La sequía también afectó la vida cotidiana en las comunidades dispersas a lo largo de la cuenca laberíntica de canales.

"Cerramos 40 escuelas y cancelamos el año lectivo porque faltan comida, transporte y agua potable", dijo Gilberto Barbosa, secretario de Administración Pública en Manaquiri. Las personas cuyos pozos de agua se secaron corren el riesgo de beber agua de río contaminada por aguas residuales y animales muertos.

La caída en el nivel del agua tiene severas conexiones en el entramado de riachuelos, lagos y ríos que conforman la red de transporte del Amazonas.

Muchas personas de las 25 comunidades ribereñas ahora están forzadas a caminar kilómetros para comprar arroz o medicinas.

Los casos de diarrea, una de las enfermedades más mortales que afectan a los países en desarrollo, están aumentando en la región. Muchos temen que las aguas estancadas acarreen malaria. En respuesta, el gobierno estatal envió cinco toneladas de medicamentos básicos a los pueblos distantes.

Pasarán dos meses más hasta que suba el nivel del agua durante la temporada de lluvias. Inclusive, cuando llegue ese momento, los residentes temen que el agua contaminada aflore a la superficie, lo cual provocaría enfermedades y dificultaría la economía.

"Nunca vi algo como esto", dijo Manuel Tavares Silva, de 39 años, quien cultiva melones y maíz cerca de Manaquiri, un pueblo situado a 149 kilómetros de Manaos, la capital de Amazonas.

 
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