Usted está aquí: viernes 14 de octubre de 2005 Opinión Sexualidad y género en China

Gabriela Rodríguez

Sexualidad y género en China

En la Conferencia sobre las Perspectivas Globales de educación sexual que se desarrolla en Hangzhou, China, está quedando al descubierto la intensidad de una nación que se proyecta hacia el futuro y que sigue agarrado de sus más antiguas raíces.

El futurismo de ese país se siente desde las calles. En Shanghai hay grandes avenidas en segundos y terceros pisos, trenes que avanzan a más de 300 kilometros por hora, que inclusive llegan a levitar por efecto del magnetismo; edificios altos cubiertos de imágenes electrónicas multicolores, otros que combinan con elegancia las mejores expresiones de la arquitectura británica clásica del art decó y del minimalismo contemporáneo, todo ello rodeado de jardines de flores de loto y construcciones tradicionales que son un elogio a la sombra y al silencio.

Con una aproximación biomédica y reproductiva, los chinos han desarrollado un programa de población centrado en contener el crecimiento demográfico. La política que desde los sesentas exige a las parejas tener un solo hijo ha sido efectiva, y para ello han recurrido tanto a la ciencia occidental como a la medicina tradicional. Se han invertido millones de yuanes para extender a todos y todas las tecnologías de anticoncepción más modernas, privilegiando los hormonales y el aborto como medidas obligatorias, así como un conjunto de estrictas regulaciones en que se prohíbe la cohabitación y las relaciones sexuales a los solteros, y en las cuales se reproducen los códigos eticos del confucianismo.

La justificación de estas restricciones es la necesidad de privilegiar la salud por encima del placer, y las necesidades colectivas por encima de las individuales. Como un posible legado de la revolución maoísta, aunque las nuevas generaciones no hacen referencia directa, sin duda algún principio socialista subyace en las argumentaciones.

Jóvenes estudiantes universitarias y maestras de una secundaria de Pekín me hablaron de la necesidad de renunciar a ciertos deseos personales, como tener más libertades como solteras o poder engendrar más de un hijo, en aras de un proyecto más amplio de país.

Más que calificar de pragmáticos estos programas, habría que entender que se trata de una estrategia antiembarazo y anti-VIH/sida, y con este fin se toma todo lo que sirve.

Y aunque se parte de una cosmogonía oriental y constantemente se hable de la búsqueda de armonía en la vida sexual, hay también un énfasis en las consecuencias negativas de las prácticas sexuales. El programa actual de educación para la salud sexual de los y las adolescentes considera prematuro el amor entre adolescentes, y lo circunscribe como una práctica exclusiva del matrimonio. Fuera de esta institución las relaciones sexuales pueden causar nerviosismo, ansiedad y miedo, conflictos sicológicos y éticos, ademas de que son un riesgo para las infecciones de transmisión sexual incluyendo el VIH/sida.

"La manzana verde" es el título de esta campaña para ilustrar en imagen la falta de madurez tanto en los jóvenes como en las jóvenes. Otros contenidos importantes que contempla el programa es la promoción del respeto y la necesidad de evitar la violencia y el abuso sexual, así como una búsqueda de estrategias para superar prácticas discriminatorias hacia las mujeres. El tema de la homosexualidad se está iniciando en la academia y están revisando las estrategias de otros países para incorporarlo en el currículo actual.

Promover la felicidad en la vida sexual fue una idea central que los especialistas chinos expusieron en la ceremonia de apertura, donde se habló de la importancia de recuperar el abierto erotismo de la China ancestral, cuando las madres contaban con instrumentos didácticos para entrenar a sus hijas e hijos, recurriendo a hermosas figurillas de porcelana que mostraban las diferentes posiciones que pueden adoptar las parejas en la búsqueda del placer.

Los retos que las nuevas generaciones chinas plantean a las políticas de población se relacionan con una juventud urbana conectada a la televisión, la música, el cine e Interntet, por lo que exige un modelo más amplio y flexible de educación sexual.

Después de haberse dedicado durante décadas a la construcción de la infraestructura y las redes sociales, todo parece indicar que en China hoy empiezan a abrirse y a probar nuevas libertades, en este caso las más vinculadas al género y a la sexualidad, con visión estratégica. Y nada más elocuente que la caligrafía y la lengua chinas para ilustrar la intensidad de esa cultura: se trata de ideogramas que privilegian la estética y la interpretación por encima de lo descriptivo, y de un canto que combina la risa de los grillos y el grito de los gatos, de seres centrados en interactuar más que en cuidar las impresiones que puedan causar a los demás.

 
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