Usted está aquí: viernes 14 de octubre de 2005 Estados Quién nos ayudará, preguntan en Ostuta

Escepticismo en albergue

Quién nos ayudará, preguntan en Ostuta

HIRAM MORENO CORRESPONSAL

San Francisco Ixhuatan, Oax., 13 de octubre. María Rodríguez López, con la mirada en el piso del jardín de niños 15 de Septiembre, que sirve de albergue, aseguró que en sus 58 años de vecina del barrio Ostuta "nunca había visto ni recuerdo nada igual" a la devastación que el huracán Stan dejó en la zona.

Los rumores de que el río Ostuta se desbordaría se convirtieron en horrible realidad. "Los soldados habían pasado avisando que saliéramos, pero qué va, nadie quería dejar su casa, qué tal que vienen los rateros, más pior. Pero se vino esa corriente, muchos que no se fueron con el Ejército solitos salieron, el que agarró, agarró", recordó.

-¿Su casa se llenó de agua?

-Ahí lo van a ver ahorita si van a pasar por allá; hasta la chingada está la casita, nunca pensamos que el agua fuera a entrar como ahora, se mojó mi tele, mi refri viejo, mi cama, todo, lo que pudimos quitar quitamos, y lo que no, pues ya qué le vamos hacer.

Doña María es una de las 19 mujeres albergadas en el jardín de niños que comparten su desgracia con seis hombres y 37 niños que juegan ajenos a lo que ocurre, corren entre las mesas, se esconden detrás de soldados que limpian y preparan los alimentos del día.

Antonia Vicente Rodríguez es madre de tres pequeños, que han convertido el refugio en patio de juegos. Asegura que el agua, siempre que el río se desbordaba, entraba "nada más hasta la mitad de la casa, luego entraba al campo y ya, listo, pero ahorita no, barrió con todo el barrio y nuestras cosas".

Madre soltera que trabaja despulpando camarón en una empacadora, es jefa de una de las 34 familias que lo perdieron todo en Ostuta de Ixhuatan. Sólo tiene unas cuantas prendas de vestir secas, lo demás está en su casa, sepultado bajo lodo, o se lo llevó la corriente.

Como sus compañeros de desgracia, espera que el gobierno pueda darles alguna ayuda, "para empezar otra vez y tratar de recuperar algo, porque se perdió todo".

Con los pies descalzos, llenos de lodo, y la preocupación marcada en el rostro se hacen plática entre sí e intentan darse ánimo, tratan de imaginar que el desastre acabó, cuando en realidad apenas está empezando para ellos.

"Va a bajar el río, se va a secar el agua, pero y luego ¿quién nos va a ayudar a nosotros?", preguntó Antonia.

Sus vecinos no contestaron. Ellos mismos quisieran conocer la respuesta.

 
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