GALARDON A OTRO ESCRITOR DE IZQUIERDA

Otorgan el Nobel a Harold Pinter, crítico severo del belicismo de EU

''El mundo se irá por el alcantarillado si no tenemos mucho cuidado'', expresa el dramaturgo

Descubre el precipicio que se esconde bajo la charla cotidiana, sustenta el jurado

AFP, DPA Y REUTERS

Estocolmo/Londres, 13 de octubre. De manera sorpresiva, el Premio Nobel de Literatura 2005 fue concedido este jueves al dramaturgo Harold Pinter (Londres, 1930), considerado el más notable representante del teatro inglés de la segunda mitad del siglo XX y uno de los más acérrimos críticos del belicismo de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Pinter es el decimotercer escritor de teatro que la Academia Sueca distingue con ese galardón. Entre los dramaturgos que han recibido el Nobel figuran Bjrnstjerne Bjrnson (Noruega, 1903); Rabindranath Tagore (India, 1913); George Bernard Shaw (Gran Bretaña, 1925); Luigi Pirandello (Italia, 1934); Eugene O'Neill (Estados Unidos, 1936); Samuel Beckett (Irlanda, 1969), y Dario Fo (Italia, 1997).

El anuncio de la Academia Sueca causó sorpresa, pues el también poeta y guionista de cine, quien el pasado 10 de octubre cumplió 75 años, no figuraba entre los favoritos.

Compromiso con la política

Con el rostro lastimado, con una curación en la cabeza y un bastón para apoyarse debido a una reciente caída, en sus primeros comentarios públicos Pinter, con voz ronca, manifestó sentirse abrumado.

''He escrito 29 obras y creo que probablemente sean suficientes. Escribo desde hace unos 50 años y siempre tuve un fuerte compromiso político, pero de ninguna manera estoy seguro en qué medida ese factor tuvo algo que ver con el premio.''

Pinter, quien en otras ocasiones ha calificado al primer ministro británico, Tony Blair, como ''un ingenuo idiota'', por apoyar la guerra en Irak, aprovechó para comentar: ''Pienso que el mundo se irá por la alcantarilla si no tenemos mucho cuidado. Es un mundo muy peligroso, como todos sabemos, y no creo que este país (Gran Bretaña) esté ayudando para nada. Irak es sólo un símbolo de la actitud de las democracias occidentales ante el resto del mundo y cómo eligen ejercer su poder''.

Creo, agregó el dramaturgo, ''que el mundo ha tenido suficientes obras mías por ahora, pero estaré escribiendo más poesía y permaneceré profundamente comprometido con la cuestión de las estructuras políticas mundiales''.

Sustento de esa actitud comprometida, fue el discurso que pronunció el 10 de septiembre de 2001, en la Universidad de Florencia, que le otorgó el doctorado honoris causa. Palabras que fueron publicadas en La Jornada, el 23 de septiembre de ese año.

Un día antes de los atentados a las Torres Gemelas, en Nueva York, el célebre dramaturgo inglés como parte de sus pronunciamientos, hizo una encendida crítica de los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, juzgó la política estadunidense por su carácter ''arrogante, indiferente y manipulador'' y destacó la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

En esa ocasión, Pinter arremetió contra el poder bélico estadunidense, el capitalismo global que crece en todo el mundo y destacó: ''Creo que una inspiración central han sido las acciones y la postura filosófica de los zapatistas en México. Los zapatistas dicen: 'No traten de definirnos. Nosotros nos definimos. No seremos lo que ustedes quieren que seamos. No acataremos sus reglas. La única manera de eliminarnos es destruyéndonos y no nos pueden destruir. Somos libres'''.

Contra la impunidad de la guerra

En la actualidad, expresó en Francia el especialista y traductor Jean Pavans, Pinter critica de igual manera ''los excesos y la política belicista del gobierno de George W. Bush. Se compromete mediante sus artículos y su poesía, con los que ataca la impunidad de la guerra, empleando un lenguaje duro, obsceno''.

Harold Pinter escribió, en 2003, un poema que tituló Democracia: ''No hay escapatoria. Los grandes pendejos están sueltos. Chingarán todo a su paso. Vigile su espalda''.

Ese mismo año también escribió el poema Dios bendiga a Estados Unidos, en el que apunta: ''Ahí están otra vez, los yanquis en su parada blindada, cantando sus baladas de alegría, mientras galopan por el ancho mundo, loando al dios de Estados Unidos''.

Hijo de un sastre judío, Pinter nació en 1930 en Hackey, un barrio popular del este de Londres. Tenía nueve años cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, por lo que vivió en su juventud el antisemitismo.

En la escuela Hackney Grammar School leyó las obras de Franz Kafka y Ernest Hemingway, y descubrió el teatro, que se convertiría en su pasión.

Empezó a actuar en presentaciones escolares, interpretando clásicos de Shakespeare, entre ellos Macbeth y Romeo y Julieta. En 1948, obtuvo una beca para estudiar teatro en la Real Academia de Arte Dramático, de donde se retiró luego de dos años.

''La condición de haber sido bombardeado nunca me ha abandonado'', expresó Pinter en cierta ocasión, explicando que la experiencia de la guerra lo llevó a escribir obras de teatro.

La feroz oposición de Pinter a la guerra lo llevó a declararse objetor de conciencia. En 1949 fue multado por un juez por negarse a cumplir el servicio militar.

''Podía haber ido a la cárcel -fui al tribunal llevando mi cepillo de dientes-, pero el juez se compadeció, así que sólo me multó con 30 libras. Quizá voy a volver a ser llamado para la próxima guerra, pero no voy a ir'', manifestó en aquella ocasión el nuevo Nobel.

En 1957 publicó La habitación, a la que le siguieron El camarero y La fiesta de cumpleaños. El éxito le llegó en 1963 con El guardián. Su reputación como autor de teatro del absurdo empezó a crecer al ritmo de su mayor participación en la política.

Reflejo y parte de esa actitud es cuando como crítico implacable, en los años 80, denostó al entonces presidente estadunidense Ronald Regan y su homóloga británica Margaret Thatcher

Antes, en 1973, se indignó e igual arremetió contra Estados Unidos, debido al golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende, respaldado por esa potencia.

Pinter igual ha dirigido su inconformidad e ira contra el tibio compromiso de la Organización de las Naciones Unidas respecto del bombardeo en Kosovo, en 1999, y la invasión estadunidense a Afganistán.

Obras escritas en los años 90, como El nuevo orden mundial y Cenizas a las cenizas, reflejan esa inconformidad, su militancia de izquierda y su permanente preocupación por los derechos humanos.

Las obras de Pinter ''exudan amenazas y están condimentadas con fantasías eróticas y obsesiones, celos y odios'', en ellas el autor ''conjuga como pocos la dominación y sumisión, la amenaza y la injusticia''.

Los especialistas se refieren a las escalofriantes obras del Nobel 2005 como ''el teatro de la inseguridad, con un magistral uso de los silencios''.

De acuerdo con el jurado de la Academia Sueca, Pinter ''descubre el precipicio que se esconde bajo la charla cotidiana, y fuerza su entrada al ámbito cerrado de la opresión. Ha llevado el teatro a sus elementos básicos: un espacio cerrado y un diálogo imprevisible, en el que las personas están a merced del otro y la simulación se desmorona.

''En una obra típica de Pinter nos encontramos a personajes que se defienden de sus propios impulsos, atrincherándose en una existencia reducida y controlada'', explicó el jurado, destacando que otro tema del dramaturgo británico ''es la volatilidad y lo escurridizo del pasado''.

Autor enigmático

Considerado como un autor ''enigmático, pero coherente'', Pinter se niega a explicar sus obras, inclusive a sus actores.

''Métanse en sus asuntos. Limítense a repetir las palabras'', era la típica respuesta a un pedido de iluminación.

El creador escénico también ha incursionado en el cine. Ha escrito los guiones de éxitos cinematográficos como La mujer del teniente francés, protagonizada por Meryl Streep y Jeremy Irons, en 1981, y El placer de los extraños, con Christo-pher Walken y Rupert Everett, en 1990. Otros de sus guiones son El sirviente y El mensajero, filmes dirigidos por el fallecido director estadunidense Joseph Losey.

Entre las reacciones de algunos de sus colegas, la escritora austriaca Elfriede Jelinek, ganadora del Nobel el año pasado, manifestó su alegría de que esa distinción recayera este año en Pinter.

''Estoy encantada. Felicito a él y a la Academia. Otro escritor de izquierda, y además un maravilloso dramaturgo'', dijo Jelinek al diario Kleine Zeitung.

Sus colegas británicos Tom Stoppard y Alan Ayckbourn manifestaron de igual manera su entusiasmo. ''No podía tocarle a una persona mejor''.

Por otra parte, en Praga, el también dramaturgo y ex presidente de la República Checa, Vaclav Havel, consideró que la concesión del Nobel de literatura a Pinter es ''absolutamente merecida. ''No sabes cuánto me alegro'', escribió Havel, de 69 años y amigo de Pinter, en un telegrama de felicitaciones.

La noticia fue recibida también con mucha alegría en la Fundación Franz Kafka, en Praga, pues el 26 de octubre, Havel, en representación de Pinter, recibirá en la capital checa el Premio de Literatura Franz Kafka, ya que el escritor británico no podrá asistir por motivos de salud.

Pinter libra desde hace tres años lucha contra el cáncer de laringe. No obstante, su reacción inicial luego de conocer la noticia fue permanecer escondido, tiempo suficiente para terminar su desayuno y luego abrir las puertas de su casa, donde comentó: ''Recién almorcé solitariamente con mi esposa (la escritora e historiadora Antonia Fraser), bebimos una copa de champagne (...) y probablemente beba otra más''.

El Nobel de literatura, dotado con 10 millones de coronas suecas (1.3 millones de dólares), se entregará el 10 de diciembre.