La buena batalla
Si alguien ha quedado indigesto después de haberse sometido a las imágenes pretenciosas, ramplonamente provocadoras y ahora, para colmo, autocensuradas de Batalla en el cielo, el mejor antídoto es la sencillez y autenticidad de Wallace y Gromit: La batalla de los vegetales, segundo largometraje de la productora de animación Aardman, después de Pollitos en fuga (2000).
Según se sabe, los personajes titulares fueron dados a conocer en una serie de cortos centrados en la singular dinámica entre Wallace, un inventor inglés despistado aunque ingenioso en sus recursos, y su perro Gromit, cuya extraordinaria inteligencia siempre saca a su amo del atolladero. En el caso de La batalla de los vegetales, el par administra un negocio de control de plagas, Anti-Pesto, especializado en atrapar conejos con una súper aspiradora denominada Chupa-Con 6000. La demanda es enorme ante el inminente concurso de la verdura más grande de la región; y la principal cliente, Lady Tottington (la aristocrática voz de Helena Bonham Carter), está agradecida por los métodos compasivos de Anti-Pesto, pues su cortejante Victor Quartermaine (una involuntaria caricatura del difunto presidente López Portillo) propone el uso de armas de fuego. Dada la abundancia de conejos, Wallace decide adaptar un invento y provocar un rechazo a las verduras en los roedores. Sin embargo, el experimento se malogra y el resultado es monstruoso, un gigantesco Conejo-Lobo que amenaza con acabar con las verduras cuidadosamente criadas de la zona.
Así como Pollitos en fuga era una parodia de El gran escape, entre otros dramas carcelarios, La batalla de los vegetales es una evidente alusión al cine de horror clásico. Wallace emula al Dr. Frankenstein pero sus errores son propios de La mosca; la transformación del monstruo ocurre bajo la Luna llena, como licántropo, y culmina sus acciones en plan de King Kong, secuestrando a su amada y llevándola a una torre.
Si bien uno ha confesado cierta resistencia al cine de animación, se necesitaría ser un cínico irremediable para no ceder a los encantos de Wallace, Gromit y compañía. Hay algo irresistible en esos muñecos feos y dientones, ese sentido del humor carente de toda malicia y dotado de un candor prácticamente infantil y, a la vez, de una muy británica excentricidad. En especial, cabe admirar la prodigiosa expresividad de Gromit, un perro que no habla -incluso no ladra- y ni siquiera tiene boca. Con sólo mover los ojos y el ceño, este personaje de plastilina actúa con una sutileza y aplomo que ya quisieran varios afiliados a la ANDA.
(Quienes vean la versión original en inglés podrán apreciar además los múltiples juegos de palabras, intraducibles en su mayoría. Por ejemplo, la similitud entre carrots (zanahorias) y carats (quilates). O que el término dogfight, utilizado para los combates aéreos de la Primera Guerra, se aplique de manera literal en la pelea climática entre dos perros piloteando aviones de feria).
Nick Park y sus colaboradores han creado un estilo, una marca registrada dentro de ese laborioso proceso de la animación cuadro por cuadro. Obviamente, el patrocinio de Dreamworks otorga ciertas facilidades: más de doscientos técnicos son enlistados en los créditos finales mientras que la tecnología digital se utilizó para ciertas acciones muy complicadas (los conejos volando en el interior del Chupa-Con, por ejemplo). Sin embargo, la productora Aardman ostenta su fabricación artesanal con visibles huellas digitales en la textura de sus creaciones. La batalla de los vegetales es, pues, un gozoso entretenimiento literalmente hecho a mano.
Wallace y Gromit: La batalla de los vegetales (Wallace & Gromit: The Curse of the Were-Rabbit)
D: Nick Park, Steve Box/ G: Bob Baker, Steve Box, Mark Burton, Nick Park/ F. en C: Tristan Oliver, Dave Alex-Riddett/ M: Julian Nott/ Ed: David McCormick, Gregory Perler/ Con las voces de: Peter Sallis, Ralph Fiennes, Helena Bonham Carter, Peter Kay/ P: DreamWorks Animation, Aardman Features. G. Bretaña, 2005.