Usted está aquí: domingo 16 de octubre de 2005 Opinión Nosotros estamos aquí porque ustedes estuvieron allá

Ana María Aragonés

Nosotros estamos aquí porque ustedes estuvieron allá

En las marchas llevadas a cabo en el año de 2003 en algunas ciudades europeas por migrantes de diversas nacionalidades y estatus, podía leerse en las pancartas "We are here because you where there", es decir, "estamos aquí porque ustedes estuvieron allá" (Javier Urbano Reyes). Lo que alude a una realidad histórica que no puede soslayarse cuando hablamos de migración, sobre todo ante el espectáculo doloroso de los últimos acontecimientos de migrantes subsaharianos tratando desesperadamente de saltar la valla de alambre de púas que separan Ceuta y Melilla, es decir a España de Marruecos. Estos hombres y mujeres desesperados no sólo nos producen una enorme tristeza sino mucha rabia, porque se trata de poblaciones que han vivido una historia de colonialismo y rapiña cuyo resultado ha sido, en la mayor parte del continente africano, guerras civiles, enfrentamiento entre grupos, pobreza extrema, enfermedades, devastación ambiental y la enorme corrupción de muchos de sus dirigentes cobijados por las grandes potencias.

La colonización de Africa se consolidó a fines del siglo XIX, bajo la llamada conferencia de Berlín (1884-1885), cuando a petición de Otto von Bismarck, de Alemania, las potencias europeas negociaron el reparto de ese continente. En este reparto las metrópolis, como una forma de dominación, pasaron por alto a los pueblos nativos y establecieron fronteras entre ellos, una veces separándolos y otras formaron colonias con grupos que estaban enfrentados.

Una de las consecuencias de este dominio europeo es que se destruyeron las formas de organización tradicionales africanas, dejando a la población en terribles condiciones de vida, pues por siglos los campesinos se habían adaptado a su medio ambiente y emigraban para dejar reposar la tierra. Los europeos se apoderaron de las mejores tierras y sembraron productos de exportación, dejando relegados los productos alimenticios. Todo esto ha producido una terrible devastación y erosión de la tierra, causando una destrucción masiva del ambiente.

Durante toda la época de la llamada guerra fría, la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética se hizo palpable en el continente, ya que los estados africanos fueron la arena de disputa entre estas dos potencias, como lo prueban las guerras de Etiopía, Somalia, Mozambique y Angola, dando lugar no sólo a enormes gastos militares para estos gobiernos, sino a la devastación de zonas rurales y a una creciente deuda.

Africa vive los embates de un nuevo neocolonialismo, a partir del cual se perpetúa su posición subordinada y se mantiene la explotación a gran escala de sus recursos y de la mano de obra africana. Los gobiernos locales tienen el apoyo militar de Occidente siempre que se mantenga la exportación de las materias primas necesarias para el continuo crecimiento de los países centrales. De este modo Africa consagra, como señala Mbuji Kabunda Badi, todos sus esfuerzos en satisfacer la demanda externa y deja insatisfechas sus propias necesidades.

En el Africa subsahariana 3 millones de niños menores de cinco años sufren ceguera causada por falta de vitamina A, debido a que no pueden acceder a la ingesta de vegetales y hortalizas en virtud de la erosión de la tierra. Funcionarios del Programa Mundial de Alimentos de la ONU señalaron que tan sólo en Níger un millón y medio de habitantes pueden morir de hambre en los próximos meses, pero la misma carencia de alimentos se extiende a Etiopía, Eritrea, Chad, Somalia, Sudán y Mozambique.

Ante esta situación, no es raro que unos 30 mil migrantes esperan en Marruecos y Argelia para "asaltar las fronteras españolas" (El País, 12 de octubre). Lo lamentable es que se trate de enfrentar este fenómeno a través de medidas policiales, convirtiendo a la Unión Europea en un búnker inexpugnable y pidiendo "la ayuda necesaria a Marruecos, para hacer también parte del trabajo". Es decir, el trabajo sucio que a Marruecos no le cuesta ningún trabajo hacer, sobre todo si recordamos la famosa y lamentable Marcha Verde de 1975 a partir de la cual se adueñó del Sahara Occidental y desde entonces sostiene una política de represión contra el pueblo saharaui, al cual España abandonó a su suerte.

Esto es lo que los países desarrollados, a lo largo de su historia, le han hecho a Africa. No es posible que ahora se le cierre la puerta.

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