El PRI sigue usando las despensas para hacer campaña
En Boca del Río, quejas por reparto arbitrario de comida
Ampliar la imagen Colchones apilados y calles lodosas se observan en la colonia Alfredo Bonfil de Puente Moreno, municipio de Veracruz, donde la gente intenta reanudar sus actividades normales FOTO Horacio Zamora Foto: Horacio Zamora
Veracruz, Ver., 15 de octubre. Les falta de todo, pero lo que más reclaman es comida, aun cuando la ayuda humanitaria aportada ha sido cuantiosa. Son los damnificados del ciclón Stan en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, donde muchas familias ya dejaron los albergues y regresaron a sus casas.
Las viviendas de los habitantes de la colonia Venustiano Carranza, en Boca del Río, ubicadas a una cuadra de donde estuvo el presidente Vicente Fox la primera vez que vino a ofrecer ayuda a los afectados por el meteoro, permanecen humedecidas e infectadas por la aguas negras del canal La Zamorana, que se desbordó por las intensas lluvias.
Para reponerse un poco de las pérdidas sufridas, mujeres y de hombres de to- das las edades trabajan limpiando calles y casas como parte del Programa de Empleo Temporal que puso en marcha la Secretaría de Desarrollo Social. Sudorosos, escobas en mano, esperaban el pago prometido: 44 pesos por jornal.
Son vecinos de las calles 15, 13, 9 y 11 que perdieron todos sus enseres domésticos, ropa y otras pertenencias; lo que más reclaman son despensas, pues aseguran, tienen más de tres días que no les dan.
Pidieron a los gobiernos municipal y estatal que el canal La Zamorana sea desazolvado y ampliado, y que la inmobiliaria Malibrán, que construye un fraccionamiento cerca de sus casas, deje de rellenar parte de la laguna que desfoga hacia el citado canal, porque "eso provocó que se desbordara como nunca lo había hecho y las aguas negras anegaran nuestras casas".
Si la constructora sigue rellenando la laguna "nos vamos a volver a inundar... después quién nos ayuda. A nosotros nos mandan a los albergues, pero a los ricos los mandan a los hoteles de lujo, y eso no se vale", se queja Luz del Carmen Muñoz.
Los damnificados se quejan de que las despensas las reparten por lote y no por familia, y si en uno de ellos hay dos o tres hogares, sólo les dan una bolsa de víveres que repartida entre todos apenas sí les alcanza para un día.
Además, critican que las despensas son muy raquíticas: un cuarto de frijol, un cuarto de arroz, un cuarto de leche en polvo, "un cuarto de todo", y no nos dan aceite, papel higiénico ni jabón. El agua para tomar y para preparar la comida la han comprado, pues tampoco se las dan.
Mercedes Promotor Chontal señala que necesitan colchones, medicinas y brigadas médicas, porque los niños se están enfermando, pues ya hay gripas, calenturas y otras enfermedades".
Otra mujer, Margarita López Peña, pide ayuda y atención médica para su hijo discapacitado, quien está enfermo y por su indefensión sufre muchos abusos.
"Ya hasta le quitaron la ropa nueva y los zapatos que le regalaron y que llevaba puestos, lo vistieron con trapos rotos y lo dejaron descalzo", explica la señora.
Toda la ropa de su familia, como el uniforme que le había comprado a su hijo menor que está en secundaria y que iba a ocupar para el desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana, el próximo 20 de noviembre, quedó entre las aguas negras y el lodo.
Sin embargo, desesperada, Margarita, dice que ella no quiere ropa, "yo la lavo, lo que quiero es que me den comida".
Mientras el grupo de mujeres y hombres hablaba con esta reportera, a lo lejos una camioneta blanca repartía despensas en bolsas rojas, como las que hasta hace unos días el gobierno del estado, que encabeza el priísta Fidel Herrera Beltrán, estaba distribuyendo víveres, con su nombre impreso.
A la pregunta de si no iban a recoger la ayuda, respondieron que no, porque las andaba repartiendo gente del PRI, y a ellos no les daban nada.
"No, porque el que las reparte es Jorge Linaldi, del PRI, y no a todos, nomás a las personas que van a votar por su partido."
Dicen que cuando se acercan a pedir la despensa se las niegan, sólo les prometen que van a dárselas en sus casas, pero no van.
Francisca Barradas, de 70 años, y su esposo, de la misma edad, participan también en los trabajos de limpieza. Nos les queda otra, necesitan la ayuda. "Andamos luchando por nuestra vida y queremos que nos apoyen, porque nosotros estamos solitos, tenemos hijos, pero no ven por nosotros", cuentan.