Usted está aquí: domingo 16 de octubre de 2005 Capital Deporte, recurso contra ocio y violencia en penales de la ciudad

"Para mí es todo; es mi vida, mi religión, mi forma de mantenerme vivo": El Tyson

Deporte, recurso contra ocio y violencia en penales de la ciudad

Más de 12 mil internos, de una población de 31 mil 565, practican alguna de sus ramas

EMIR OLIVARES ALONSO

Ampliar la imagen Pasi� acci�n un encuentro de futbol americano en el Centro Varonil de Readaptaci�ocial de Santa Martha FOTO Roberto Garc�Ort� Foto: Roberto Garc�Ort�

Cuando los reclusos de la penitenciaria de Santa Martha Acatitla escuchan el nombre de Abel Granados Vela, pocos ubican al personaje que responde a ese sobrenombre; sin embargo, cuando se les habla de El Tyson, todos los internos -no sólo de esa cárcel, sino de los cinco penales varoniles en el Distrito Federal- ubican a un hombre de cerca de dos metros de estatura, 116 kilos de peso, con pies y manos de un gigante y un cuerpo esculpido en el gimnasio.

El Tyson es el líder de Los Perros Negros de Santa Martha, escuadra de futbol americano bicampeona en una liga externa. "El deporte para mí es todo, mi forma de vida, mi religión, es mi forma de mantenerme vivo y en contacto con la sociedad", comenta; gracias a la actividad física "soy alguien aquí y afuera".

Abel está preso desde hace casi 12 años, se le sentenció a 48 años por homicidio. Su vida en el exterior era otra. Es contador público egresado del Instituto Politécnico Nacional, tiene una maestría en contabilidad aplicada a alimentos y bebidas, fue jugador de las Aguilas Blancas en la década de los 80.

El más golpeador

Hace seis años el encierro lo llevó a cuestionarse si eso había valido la pena, "ahora que han pasado seis años te digo que sí, porque soy alguien en este lugar. Soy El Tyson, capitán y número 54 de Los Perros, el más golpeador, el más tacleador, el que está en todas las jugadas, porque no descanso, porque para ello me preparo. Gracias a eso mis compañeros me dan un lugar. Si le preguntas a custodios, directivos e internos de todos los centros ¿quién es El Tyson?, te van a decir que es el Perro Mayor".

Para su hijo de 12 años es ejemplo. "Si no lo puedo educar, si no puedo estar con él en sus triunfos y fracasos, en sus enfermedades, en sus alegrías y tristezas, puedo al menos darle el buen ejemplo de que su padre juega futbol americano, que es bueno, limpio, honesto y, principalmente, que su padre es líder de un grupo de individuos. Eso me da vida".

Sus lágrimas brotan y no las oculta al recordar que gracias a un juego con sus Perros -la final el 22 de mayo pasado-, su hermano mayor, quien nunca lo visitaba desde que está preso, fue a ver el partido. Emocionado confiesa: "el futbol americano provocó que mi hermano rompiera la barrera de la pared y las rejas y viniera a verme jugar. Nosotros como Perros no tenemos un trato especial, pero sí somos diferentes a los demás, por detalles como éste".

Más de 12 mil internos, de los más de 31 mil que hay en los penales, practican algún deporte; para las autoridades penitenciarias esta práctica ayuda a disminuir "considerablemente" la violencia y el ocio en las cárceles. El titular de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social, Hazael Ruiz, ha jugado con los reos, convive con ellos en el campo y ante esta experiencia comenta que estar fuera de una oficina y sin un escritorio de por medio, los reclusos le han mostrado más confianza.

A pesar del contacto en el juego "nunca se ha perdido el respeto reo-autoridad. Esto me ha permitido conocerlos más, a ellos y a sus familias, conocerlos como personas. Así se han creado herramientas, posibilidades y una comunicación mucho menos rígidas que en un ambiente de oficina", señala Ruiz.

El Tyson confirma que ese respaldo de las autoridades les genera confianza, ya que de las dos partes hay un objetivo: "para mí, mi libertad, para ellos, mi readaptación".

El deporte es una de las herramientas que se aplican en los centros de reclusión para la readaptación. En todos los reclusorios existen torneos internos de soccer, basquetbol y voleibol, así como los torneos interreclusorios. Los cinco centros tienen a su representante en el deporte de las tacleadas: Los Perros de Santa Martha, Los Renos del Reclusorio Norte, Los Gladiadores del Oriente, Los Espartacos del Sur, y Los Cachorros del Centro de Readaptación Social Varonil.

En los reclusorios también se practica box -todos los 12 de diciembre se organiza un torneo interreclusorios-, frontón, beisbol -en el Oriente el equipo se llama Rayos-, ping-pong y hasta torneos de ajedrez.

El doctor Miguel Angel Uresti, de más de 60 años, es otro gigantón que también jugó futbol americano. Es el entrenador en jefe de Los Gladiadores del Reclusorio Oriente y purga una sentencia de cinco años por fraude, la cual está cerca cumplir.

Como por arte de magia

"Esta experiencia (del juego) nadie la va a olvidar porque muchos comenzaron a conocer un deporte que no habían practicado", dice el galeno. Cuenta que cuando ingresó al penal no había deportes, entonces comenzó a organizar un equipo que representara a ese centro de reclusión y, cuando se armó, "como por arte de magia la incidencia de golpes y agresiones dentro del penal disminuyeron. Hay jugadores de todos los dormitorios y al irse interrelacionando en las prácticas se limaron muchas asperezas".

Desde su perspectiva, el deporte ha contribuido a que la convivencia entre internos y familias vaya mejor, porque en las visitas "hay otros temas de qué platicar".

Por otro lado, asegura que contrario a lo que se puede pensar, a pesar de los roces que se dan en los deportes, los internos evitan las agresiones y las peleas.

"Lo mismo que hay en la cárcel hay en la calle, somos humanos, no somos otra estirpe. Tenemos el mismo comportamiento, es más notorio aquí porque aquí estamos encerrados. Aquí hay mentirosos, estafadores y gente de lo peor, como en la calle", afirma Uresti.

En tanto, José Luis García, presidente de la Conferencia de Futbol Americano de Oriente (Confao), señala que es muy divertido y agradable jugar contra equipos de los reclurosios. "Se siente más presión entrar ahí, desde verlos y que estemos encerrados". La banda grita, apoya a su equipo, hace sentir la presión al visitante, hace sentir que están en territorio de peligro, pero deportivo, finalmente el deporte es competencia entre amigos y compañeros.

 
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