El grupo Malabar despliega acrobacias y juegos de zancos a ritmo de rock
Con derroche de imágenes Philippe Genty dirige viaje al interior del ser
Ampliar la imagen Presentaci�e la obra Epigoni, de la compan�Attis Theatre de Theodoros Terzopoulos, en el teatro Cervantes de Guanajuato, en el contexto del 33 FIC, el jueves pasado FOTO Roberto Garc�Ort� Foto: Roberto Garc�Ort�
Guanajuato, Gto., 15 de octubre. La magia, la ilusión, la fantasía y el ensueño se apoderaron de Cuévano la fría y airosa noche del viernes durante el debut de los espectáculos de dos célebres grupos franceses, Philippe Genty y Malabar, dentro del 33 Festival Internacional Cervantino.
En años anteriores a la compañía de Genty tal vez le hubiera tocado presentarse en los más céntricos teatros Cervantes o Principal, pero los tiempos cambian y también los modos de pensar. Ahora se llenó el auditorio del estado, donde la agrupación fundada en 1968 dio una función adicional este sábado al mediodía.
Diseñado por el arquitecto Abraham Zabludovsky e inaugurado en 1991, en un principio iban pocos porque estaba "muy lejos", además de que es un edificio de concreto, frío e imponente. Ahora sus mil 800 butacas se ocupan con espectadores que aplauden a rabiar como sucedió en la segunda función de la compañía italiana Aterballetto, de impecable factura, e integrada por un elenco de solistas, que trajo el programa integrado por las obras Omaggio a Bach, Pression y Rossini cards.
Los seis actores, marionetas y cuatro técnicos de Philippe Genty no se quedaron atrás. De la unión de varias líneas en perspectivas en un punto al centro del escenario, o sea, de la "nada", partió una propuesta escénica rica en imágenes que se desencadenan una tras otra: el océano de los recuerdos con su respectivo buzo, una enorme tela ondulante que traga y eructa a los personajes, sesos comehombres, cajas de las que salen brazos con vida propia, un ogro que se alimenta de cabezas humanas que se desinfla en medio de su propia pestilencia.
En este viaje a lo más íntimo del ser el "gran manipulador" busca una víctima que podría ser cualquiera. Una mujer vestida de traje rojo es asesinada una y otra vez. Línea de fuga carece de una historia, sin embargo, la de rojo se revela como víctima y asesino al mismo tiempo y avienta la advertencia al público: "Somos todos nuestro propio asesino".
Terminada la función, una larga fila de coches -el auditorio del estado está situado en las colinas alrededor de Guanajuato- emprendió su regreso. Muchos de los ocupantes no querían perder la primera de dos actuaciones del grupo de teatro de calle Malabar, que desde principios de semana se había aposentado en la entrada de la ciudad, en un lugar denominado los pastitos, por sus prados.
Era tal la lentitud del tráfico que al llegar a la explanada de los pastitos la gran mantis religiosa de metal de 16 metros de largo y nueve metros de altura ya terminaba su recorrido espectacular por los alrededores a la manera de anuncio de la función de Helios II. La saga de los mil soles. Numerosos espectadores estaban sentados sobre una de las inclinaciones del terreno que da frente al escenario. La asistencia fluctuó entre 15 y 18 mil personas, de acuerdo con cálculos del propio festival.
Lo que siguió fue un despliegue de acrobacias, juegos en zancos que cuentan con una técnica de aire comprimido, música al ritmo de rock y baile que se acaba en una alegre explosión pirotécnica. Los integrantes de Malabar se vieron incansables.
Finalizado el espectáculo muchos de los asistentes emprendieron la caminata hacia el centro de la ciudad en busca de un lugar para cenar o para integrarse a la multitud que gusta plantarse en el Jardín de la Unión o frente al teatro Juárez.