DESDE EL OTRO LADO
Trabajadores indocumentados al rescate
NO DEJA DE ser paradójico que en la reconstrucción de las zonas dañadas por los huracanes que azotaron recientemente las costas de EU, la participación de trabajadores indocumentados provenientes de México y Centroamérica sea tan necesaria, y al mismo tiempo existan algunos miembros de organizaciones políticas y grupos de personas que continúen apelando a las autoridades para que se ejerza una política más drástica en contra de ellos.
HAY QUE CONVENIR en que las naciones tienen el derecho inalienable de proteger sus fronteras delineando la política migratoria que más convenga a su interés, pero cuando está probada la necesidad de trabajadores migratorios es insensato y llama a sospecha que en un sitio se les requiera con urgencia y al mismo tiempo, en otro relativamente cercano, se continúe instigándolos y se insista en juzgarlos como si fueran delincuentes comunes.
HACE ALGUNOS DIAS apareció un editorial en el New York Times que pareciera referirse a dos países totalmente diferentes y no a una nación regida por las mismas normas en relación con los asuntos migratorios. El editorial llamaba la atención sobre la urgente necesidad de establecer una política migratoria congruente con las necesidades del país. Señalaba que mientras en Connecticut un alcalde ha considerado otorgar a los trabajadores indocumentados tarjetas de identificación para ayudarlos, en otras ciudades se detiene a esos mismos trabajadores que ofrecen sus servicios en la vía pública. Satanizar a quienes arriesgan su propia vida haciendo lo que los propios estadunidenses no están dispuestos a hacer es absurdo e incongruente. "¿Quién va a reconstruir Nueva Orleáns?", agrega, citando lo que un contratista dijo a Los Angeles Times. Al posponer la solución del problema migratorio se da paso a que las comunidades tomen la ley en sus manos, como es el caso de los nefastos grupos de "vigilantes", lo que no sólo es ilegal, sino extremadamente peligroso, concluye. Cabe recordar las lamentables escenas de civiles vestidos de milicianos apresando y golpeando a trabajadores indocumentados en Arizona hace algunas semanas.
TAL VEZ UNO de los efectos más graves de la indefinición sobre la política migratoria, como la señalada por el diario, es que se da pie a que por racismo en algunos e ignorancia en los más se siga pensando en los indocumentados como seres que únicamente pretenden usufructuar los beneficios sociales de los que gozan los estadunidenses, no todos por cierto, según ha quedado de manifiesto en las últimas semanas. Parafraseando al New York Times, es lamentable que sea necesario un huracán para demostrar la valía de quienes arriesgan la vida haciendo lo que sus perseguidores no son capaces de hacer, lo mismo en Nueva Orleáns que en Los Angeles en Washington.