Improvisación, otro signo del sexenio
Además del incumplimiento de promesas, otro sello de este sexenio gubernamental es la improvisación de responsables de las diversas dependencias del Poder Ejecutivo. Asegurado el rigor hacendario con don Francisco Gil, quien proviene del antiguo régimen, el señor Fox actúa con irresponsabilidad a la hora de nombrar a quienes deben atender asuntos claves para la marcha del país. En el caso del sector energético, fuimos de mal en peor y ya poco importa lo que ocurra porque la política sobre hidrocarburos responde más a lo que sucede extra fronteras que a definiciones propias.
No extraña, entonces, que la llamada de atención que significó el huracán Katrina sobre la necesidad de diversificar las fuentes de energía haya sido ignorada por el gobierno. Se olvida el elevado costo ambiental y financiero de seguir dependiendo casi exclusivamente de una sola fuente mientras otras alternativas de generación no reciben atención pese a que tienen una vida útil más prolongada, es bajo el costo de mantenimiento de los equipos y ofrecen seguridad y autonomía. "Con el petróleo hasta que se acabe", es el lema oficial.
En ese contexto se entienden las declaraciones de, por ejemplo, el responsable de la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía, Carlos Domínguez, quien hace un par de meses señaló que el país está muy lejos de lograr generar energía a partir del Sol. Por su posición geográfica, México figura en este campo como sitio privilegiado, con un potencial envidiable, pues alrededor de las tres cuartas partes del territorio nacional se prestan para implantar ventajosamente los sistemas que permitan obtenerla. Sin embargo, estamos muy lejos en avance tecnológico e inversión pública y privada para aprovechar esa fuente energética. En cambio, nos esforzamos por convertir a Baja California en lugar de paso para el gas natural que requiere nuestro vecino y socio comercial y para ello los funcionarios hacen a un lado la legislación ambiental vigente y la necesidad de cuidar nuestros recursos naturales en islas y franja costera.
Los ejemplos sobre lo que otros países están haciendo con la energía solar sobran y son abrumadores: Estados Unidos, Japón, Austria, Grecia, Francia y Alemania sobresalen al respecto y reafirman nuestro atraso. También España, donde recientemente el gobierno aprobó un nuevo plan para impulsar las energías renovables. Se trata de uno mucho más actualizado que el que en 1999 aprobó el gobierno de José María Aznar y del que apenas se cumplió 28 por ciento. Ahora se contempla que a fines de 2010 una tercera parte de la electricidad y 12 por ciento de la energía consumida en España provengan de fuentes limpias, distintas al petróleo y sus derivados o a las centrales nucleares. Para lograrlo se destinarán casi 35 mil millones de dólares, de los cuales una cuarta parte será cubierta por los ciudadanos vía un leve incremento en las tarifas eléctricas y el resto virtualmente provendrá de la inversión privada. La contribución directa gubernamental será menos de mil millones de dólares.
Mientras, en México la oferta energética seguirá basada en los hidrocarburos. Solamente los últimos años el gobierno reanudó su programa hidroeléctrico. Luego de más de una década de abandonar este campo de generación se trabaja en la construcción de El Cajón, en Nayarit, capaz de dotar de fluido a una ciudad del tamaño de Guadalajara, mientras deja el camino limpio para edificar La Parota, en Guerrero. Pero este último proyecto y otros más despiertan la oposición de los pobladores locales que alegan sufrir daños ambientales, sociales y económicos y no recibir por ello compensación justa y suficiente. En el mundo es general la crítica a construir grandes plantas hidroeléctricas y presas faraónicas por los probados efectos negativos que han causado. Y en cuanto a otras alternativas energéticas, la política se orienta a dar entrada a empresas extranjeras, como las españolas, ahora a cargo del proyecto eólico La Venta II, en Oaxaca. Los científicos nacionales y los centros de investigación que trabajan para aprovechar la energía solar, o la fuerza del viento y el agua, son ignorados. Hoy, como ayer.