Usted está aquí: lunes 17 de octubre de 2005 Mundo Se desploma a 38 por ciento el índice de aprobación a Bush en EU

Los legisladores republicanos enfrentan más de 50% de rechazo, según encuesta

Se desploma a 38 por ciento el índice de aprobación a Bush en EU

La Casa Blanca, a la defensiva; división interna en las bases electorales del mandatario

Corrupción, la guerra en Irak y el deterioro de la economía tienen en jaque al gobierno

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen El fiscal especial Patrick Fitzgerald, captado al llegar a la corte en Washington la semana pasada. Al centro, Karl Rove, el principal estratega pol�co de Bush, luego de testificar ante el gran jurado; y Lewis Libby, jefe del equipo del vicepresidente Dick Cheney. Todos ellos forman parte de la indagatoria que se lleva a cabo en torno al caso de la revelaci�e la identidad de una agente de la CIA FOTO Reuters y Ap Foto: Reuters y Ap

Nueva York, 16 de octubre. El gobierno de George W. Bush está rodeado de escándalos, investigaciones sobre su conducta, una guerra que rehúsa ocultar sus desastres y el continuo deterioro de apoyo popular y, con ello, la Casa Blanca ha perdido la confianza en sí misma y se encuentra en una situación inusual: a la defensiva.

En el terreno político las cosas van de mal en peor para el equipo de Bush por segunda semana consecutiva; una nueva encuesta nacional registró el índice más bajo de apoyo de esta presidencia -38 por ciento según Pew Research Center- y otras cifras indican que en casi todos los frentes, este gobierno ha perdido su brillo y su capacidad de imponer su voluntad. El presidente se escapó de Washington lo más pronto posible al acabar la semana para buscar un poco de refugio en su rancho en Texas.

Y es que la semana fue fatal. El principal asesor y estratega político de Bush, Karl Rove, tuvo que presentarse por cuarta ocasión ante un gran jurado convocado por el fiscal especial, Patrick Fitzgerald, que investiga si hubo un delito federal al divulgarse la identidad de una agente encubierta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). La otra figura bajo investigación en este asunto, entre otros, es Lewis Libby, el jefe de equipo del vicepresidente Dick Cheney. Este caso ya está generando un clima de incertidumbre y ansia entre todos en la Casa Blanca y tiene el potencial de crear la crisis más grave para el hasta ahora casi invencible gobierno de Bush.

Pero este es sólo uno de los muchos problemas que parecen estar poniendo a este gobierno en jaque políticamente. Su guerra en Irak continúa perdiendo apoyo, hay cada vez más preocupación sobre la salud de la economía, particularmente con las alzas en el precio de combustible, y las consecuencias políticas de la respuesta a Katrina continúan azotando a esta presidencia (una encuesta de NBC Ne-ws/Wall Street Journal encontró un nivel de apoyo al presidente entre la población afroamericana de sólo dos por ciento).

Mientras, su propia base electoral continúa en rebelión por la postulación de la abogada de Bush para la Suprema Corte de Justicia, y la Casa Blanca no ha logrado imponer la disciplina entre sus propias filas en el asunto. Esto ha revelado algo nunca visto antes: una división interna entre los republicanos conservadores y las bases cristianas fundamentalistas.

A la vez, la Casa Blanca fue descubierta armando teatro político. La novedad no es que este gobierno, como todos, arme espectáculos propagandísticos muy coreografiados, sino que en esta ocasión, por un error, todo el país fue testigo de la manipulación. En un evento que fue anunciado como una conversación espontánea entre el presidente Bush y un grupo de soldados en Irak a través de una videoconferencia en vivo, el diálogo era sobre las supuestas opiniones de los soldados sobre la situación antes del referéundum constitucional programado para este fin de semana. Pero, por un error, se grabó en televisión la sesión donde una alta funcionaria del Pentágono preparó a los soldados para las preguntas que haría el comandante en jefe poco antes del evento, o sea, se grabó el ensayo para la obra de teatro.

En el Capitolio, los republicanos también continúan enfrentando problemas políticos, en los que el hasta hace poco líder de la mayoría de la Cámara, Tom DeLay, lucha contra acusaciones formales de corrupción electoral, y el líder del Senado, Bill Frist, se encuentra bajo investigación de autoridades bursátiles sobre el manejo de sus finanzas personales.

Por esto, así como por la guerra y otras iniciativas impulsadas por los republicanos, el nivel de aprobación de los legisladores republicanos, según la encuesta más reciente de Pew Research Center, se ha desplomado a sólo 32 por ciento con 52 por ciento de desaprobación, una caída marcada desde marzo de este mismo año. La encuesta de NBC News/Wall Street Journal señaló que a más de un año de las elecciones legislativas, 48 por ciento de los consultados prefiere una legislatura con mayoría demócrata, comparado con apenas 39 por ciento que desea que los republicanos mantengan el control del Congreso.

Todo indica que Bush y los republicanos están al borde del precipicio, pero nadie sabe qué está al otro lado del abismo. La falta de una oposición coherente y ágil, por parte de los demócratas, permite que los republicanos, por el momento, no paguen un precio político por sus diversos errores y escándalos políticos.

De hecho, en la misma encuesta de NBC News, los demócratas en la legislatura también gozan sólo de 32 por ciento de aprobación, aunque menos desaprueban de su gestión.

A pesar de la falta de una oposición efectiva en este momento, los apuros de la Casa Blanca son suficientemente serios como para derrumbar buena parte de su arquitectura política diseñada desde 2001.

Tal como argumenta hoy Frank Rich, columnista del New York Times, el asunto de Rove y Libby, el primero conocido como el "cerebro de Bush", revela no sólo una pequeña conspiración de venganza contra un crítico del gobierno de Bush, sino más bien exhibe la gran conspiración de los jefes de ambos, el presidente y su vicepresidente, para llevar a este país a la guerra bajo pretextos inventados.

Esa conspiración, recuerda Rich, se inició en agosto de 2002 cuando la Casa Blanca organizó algo llamado el Grupo Irak de la Casa Blanca, integrado por Rove, Libby, el entonces jefe de gabinete Andrew Card, la ahora secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y las asesoras presidenciales de relaciones públicas Karen Hughes y Mary Matalin con un sólo objetivo: vender una guerra contra Irak al público estadunidense.

La estrategia de mercadeo se lanzó en septiembre, unos seis meses antes de la guerra, con una serie de declaraciones de altos funcionarios del gobierno advirtiendo de la amenaza representada por el régimen de Saddam Hussein armado con bombas nucleares y otras armas de destrucción masiva. Rice y Cheney señalaron, en entrevistas en programas nacionales de televisión, que había pruebas sobre las intenciones bélicas de Hussein al buscar materiales nucleares y construir laboratorios para estas armas.

Notas periodísticas estratégicas

Cheney presentó como prueba de esto notas periodísticas en el New York Times reporteadas por Judith Miller (la recién excarcelada periodista del Times, quien intentó presentarse como heroína al rehusar testificar ante el gran jurado que investiga el papel de Rove, Libby y otros dentro del gobierno en la filtración de la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame) sobre los famosos tubos de aluminio y otras cosas que supuestamente indicaban la intención de Hussein de construir armas nucleares.

La publicación de estos artículos en esas fechas ahora han provocado sospechas, ya que fueron claves para promover la estrategia del gobierno y vender la idea de la necesidad de una guerra.

Esta retórica alarmista continuó hasta culminar en el informe anual del presidente en enero de 2003, en el que se refirió al "uranio de Africa" que Hussein supuestamente obtenía para sus armas.

Fue en este contexto que el informe del ex embajador Joseph Wilson, quien viajó a Níger a inicios de 2002 para evaluar la inteligencia sobre esta supuesta operación nuclear de Irak, y quien concluyó que no había ninguna prueba de tal esfuerzo, representaba una amenaza para la estrategia de la Casa Blanca.

En tanto, el Congreso, casi todos los medios y el público ya estaban aceptando entonces la versión promovida por la Casa Blanca.

Pero fue hasta mayo de 2003, después de la fase inicial de la invasión a Irak, cuando Wilson decidió sumarse al coro creciente de críticos del gobierno por la manipulación y engaños que se emplearon para justificarla, y aparentemente alguien tomó la decisión de intentar descalificarlo o callarlo, y se filtró el nombre de su esposa, Valerie Plame, y su identidad como agente clandestina de la CIA a los medios. Quiénes fueron los responsables y si cometieron un delito es lo que el fiscal especial investiga y se espera que divulgará antes del fin de mes.

Pero el hecho es que con esta investigación, junto con los otros desastres y escándalos, de repente la Casa Blanca se encuentra bajo juicio sobre si engañó a su pueblo para lograr sus objetivos políticos. Frank Rich señala que "seguramente es una broma de la historia que aun mientras la Casa Blanca vende el referéndum constitucional (en Irak) como otra 'victoria' de la democracia, aún no estamos enterados de la historia completa de cómo nuestra propia democracia fue secuestrada en el camino a la guerra".

Un sondeo de Ipsos Public Affairs esta semana, registró que 50 por ciento contra 44 por ciento de los estadunidenses opinan que Bush debería ser destituido de su puesto si mintió sobre la guerra en Irak.

Obviamente, esta posibilidad es casi imposible por el sólo hecho de que el Congreso está en manos republicanas. Por lo tanto, aunque se puede afirmar que este gobierno está al borde de un precipicio político, al parecer no hay nadie que lo empuje al abismo. Lo cual hace que esta situación sea muy peligrosa, según algunos analistas, que señalan que cada vez que este gobierno se ha encontrado en dificultades tiende a crear una emergencia.

Por eso, noticias de que ha habido enfrentamientos armados entre soldados estadunidenses y fuerzas sirias en la frontera de Irak, y de que Washington considera realizar operaciones clandestinas dentro de Siria, mientras continúa amenazando a Irán, tal vez espantan más a muchos estadunidenses que a los gobiernos en la mira. O tal vez habrá cada vez más amenazas terroristas contra el metro de Nueva York.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.