En el reparto de carne se privilegia a hoteles y se ignora a damnificados, asegura líder de ONG
Sube tensión en Huixtla y Tapachula por falta de comestibles y agua potable
Se restablece la comunicación terrestre entre ambos municipios, a 15 días del paso de Stan
Ampliar la imagen Bodegas de medicamentos de la cl�ca del Seguro Social de Tapachula, Chiapas, las cuales fueron arrasadas por el r�Coat� que se desbord�bido a las fuertes lluvias causadas por el paso del hurac�Stan FOTO Alfredo Dom�uez Foto: Alfredo Dom�uez
Huixtla, Chis., 16 de octubre. Quince días han pasado desde que el huracán Stan impactó la costa de Chiapas y apenas hoy se logró restablecer la comunicación terrestre entre Tapachula y Huixtla, lo que podría agilizar la llegada de víveres, agua y medicinas a las poblaciones afectadas, entre ellas Huehuetán y Tuzantán, cuyos habitantes protagonizan escenas de enfrentamiento y rapiña por las precarias condiciones en que se encuentran.
Huixtla es el segundo municipio en importancia de la costa chiapaneca, zona productora de caña de azúcar, donde se ubica el ingenio en el que se procesa la gramínea. También es pieza fundamental de la ganadería; sin embargo, ambas actividades se encuentran paralizadas.
El río que lleva el mismo nombre de la ciudad cobró factura a las personas que durante años han invadido sus márgenes, donde se asentaron colonias populares como Progreso, Buenos Aires, Campito, Fonhapo, entre otras. En esa zona de Huixtla antes del desastre se encontraba la zona de tolerancia, donde sexoservidoras ocupaban una colonia completa.
Esa área no escapó a la fuerza de la naturaleza. Bajo tierra quedaron al menos unos cincuenta establecimientos en los que se desarrollaba el oficio más antiguo del mundo.
Sobre la capa de lodo que lo cubre todo destaca un letrero que dice Night Club La Embajada, el de mayor capacidad, y famoso en la costa y en parte de Guatemala. Hoy de esos lugares sólo quedan recuerdos.
Florinda Pérez López, viuda de 40 años, madre de dos hijas dedicada a lavar y planchar ropa, regresó por la mañana de este domingo a lo que durante 15 años fue su hogar, una humilde casa rentada a la orilla del río Huixtla.
No quedó casi nada, sólo algunos objetos enterrados en el lodo: una olla, una parrilla y unos platos de plástico, entre otros, los cuales son rescatados por Florinda y sus hijas.
No obstante, el hallazgo es suficiente para arrancar una sonrisa en el rostro de las tres mujeres, quienes rápidamente recogen algunas ramas de los árboles que dejó a su paso el torrencial afluente del río; sacan unos cerillos y hacen una fogata donde colocan la olla, ya lavada, y dejan caer el frijol que les regalaron en el albergue donde se refugiaron.
"De por si éramos pobres y estamos acostumbrados a comer frijolitos y tortillas, pero ahora sí que nos quedamos más amolados porque ni cama pa' dormir tenemos, ahí veremos cómo le hacemos para comprarlas de nuevo", comenta Florinda.
Los habitantes de Huixtla aún se encuentran impactados por los daños que sufrieron. El temor se refleja en su mirada. Por eso este domingo elevaron plegarias al cielo al ver cómo se desataba un torrencial aguacero que provocó que las calles se convirtieran en grandes ríos.
En estos momentos la preocupación de los gobiernos municipal, estatal y federal no es únicamente atender a los damnificados, sino contener la ola de irritación social que va creciendo y prevalece en todos los municipios afectados ante la falta de comestibles, principalmente carne.
María Teresa Briones Ortega, presidenta de la organización de derechos humanos Una Mano Amiga, recrimina la displicencia de las autoridades para regular la venta de comestibles en los centros de abasto, ya que éstos han optado por surtir bien de carne a los hoteles y restaurantes de la región, que se encuentran abarrotados, y dejan a las familias afectadas por Stan sin este producto alimenticio.
Revela que el pasado jueves, pobladores intentaron arrojar al río al presidente municipal de Huixtla, Fernando Acosta Rincón, a quien reprochaban la falta de abasto y los abusos de los comerciantes.
Aquí, el costo de los productos de la canasta básica se ha elevado ostensiblemente; por ejemplo un casillero de huevos que antes valía 18 pesos, hoy alcanza hasta 50 pesos; el jitomate se vende a 40 pesos el kilo, motivo por el cual la Procuraduría Federal del Consumidor ha sancionado al menos a medio centenar de tiendas que han intentado lucrar.
En Tapachula la tensión también sube de tono conforme pasan los días. El principal problema que afecta a quienes perdieron sus casas y al resto de la población perjudicada es la falta de agua potable.
Además de los abusos citados, también hay funcionarios que intentan sacar partido de la situación, como sucede con Ignacio Gil Torruco, administrador de Aduanas en el nuevo Puente Suchiate II, quien ante la necesidad de tránsito de Guatemala a México y viceversa está cobrando 2 pesos por cada persona que intenta usar esa vía de comunicación entre ambos países.