Duda en la México
¿Una temporada exitosa, o más bien exitista?
Al cabo de 20 novilladas, queda una sola pregunta: ¿la temporada más chica en la Monumental Plaza Muerta (antes México) fue exitosa o exitista? A juzgar por el número de orejas cortadas y de jóvenes que adquirieron el grado de "promesas" de la tauromaquia mexicana, el serial fue todo un éxito. Pero el análisis de cada uno de los triunfos y de la muy discutible solidez de las improbables figuras del día de mañana, incita a pensar que en realidad prevaleció el exitismo, al que se prestaron de manera vergonzosa los jueces designados por el Gobierno del Distrito Federal, que regalaron apéndices a granel.
¿Se puede hablar de éxito cuando ayer, a la función de los "triunfadores" del año, concurrieron menos de 5 mil personas? ¿O cuando de los siete concursantes ningunó mostró la solvencia que podría esperarse, ni siquiera en el caso de Paul Cortés, que toreó el mayor número de tardes, cortó más orejas e incluso indultó un bicho que no merecía tal distinción? No, si se aprecia lo que hizo ayer ante un manso raquítico de Marcos Garfias, definitivamente no se puede hablar de éxito.
El glorioso sustantivo tampoco puede aplicarse al balance de lo que cosecharon Juan Luis Silis, José Mauricio, Gitanillo de Tlalpan (que debe cambiar de oficio, éste no es para él), Juanito Chávez y El Palentino.
Silis ofreció destellos, pero estuvo por debajo de su enemigo que terminó aburriéndose de su monótona franela. José Mauricio, que es todo tesón y fe en sí mismo, zozobró ante el novillo más fuerte del encierro, al que simplemente no pudo lidiar. Rodrigo Muñoz, Gitanillo de Tlalpan, que tuvo los arrestos para levantarse de un cornadón, careció en cambio de un mínimo de sitio, lo que aunado a su nula personalidad e imperceptible clase lo descarta de plano. El michoacano Juanito Chávez estuvo en su papel, creciendo como adolescente y como torero, pero lejos de cuajar ni mucho menos. Y el ibérico Juan José Vian López, alias El Palentino, a sus 25 años y sobrado de valor parece sin embargo que en la vida se pasó de faena, es decir, que ya se le hizo tarde para triunfar en esta carrera.
Así las cosas, la actuación del potosino Fermín Rivera, nieto de Fermín y sobrino de Curro, inclina la balanza en favor de quienes piensan que la temporada no fue exitosa sino exitista, como sin duda lo fue la faena de ayer de este muchacho al más noble y repetidor de la mansada de Garfias. Enorme con el capote, cargando la suerte en verónicas, arriegando el vientre en gaoneras bien jugadas en los medios, cogió la muleta y al ver que todo se lo ovacionaba la plaza, en la que predominaban los villamelones, se dedicó a darle coba a los tendidos.
El cornúpeta le iba y venía alegremente, pero Riverita se limitó a torearlo a media altura, sin bajarle la mano jamás, y su trasteo se hizo más falso que un billete de dos pesos con 50 centavos. La gente pidió el indulto, el niño mató mal y tardó en descabellar con tino, pero el juez se comió los dos avisos que debió tocarle y le concedió la oreja. Es decir, simuló un éxito en aras del exitismo. Toda la temporada más chica fue así.