El resultado del proceso será "una justicia de los victoriosos", afirman AI y HRW
Comienza hoy el juicio a Hussein
La única acusación hasta ahora es la matanza de 143 hombres en el poblado iraquí de Dujail
Envía Irán cargos a la corte por uso de armas químicas en la guerra entre 1980 y 1988 con Irak
Ampliar la imagen Un ni�raqu�ostiene en su hogar de Dujail la foto de su abuelo Salah y sus t� asesinados por tropas iraqu� FOTO Reuters Foto: Reuters
Bagdad, 18 de octubre. A pesar de haber pasado casi dos años en prisión, el nombre de Saddam Hussein sigue teniendo una carga de temor para los iraquíes. "El problema fue conseguir jueces que no tuvieran miedo de procesarlo, pese a intimidaciones y amenazas", dijo Hoshyar Zebari, ministro del Exterior, al diario The Independent.
Agregó que a pesar de que Saddam fue derrocado en abril de 2003, muchas personas en Bagdad siguen teniendo miedo de pronunciar su nombre.
Zebari, un kurdo que pasó su vida combatiendo al régimen de Saddam, está ansioso de que se inicie el juicio y considera un grave error no haberlo comenzado hace meses. Cree que Saddam sigue siendo un importante motivador de los simpatizantes del partido Baaz, quienes combaten al nuevo gobierno.
"Será un verdadero juicio a la historia de su régimen, de más de 35 años", afirmó Zebari, refiriéndose particularmente al día en que los cuerpos de 500 miembros de la tribu barzani fueron devueltos a Kurdistán para ser sepultados.
Ocho mil miembros de este grupo fueron asesinados en 1983.
"Cada familia puede hacer una acusación justificada contra Saddam", agregó. "Hasta las montañas, el agua y los pantanos de Irak pueden testificar en su contra. Debemos poner fin a este oscuro capítulo de la historia iraquí".
Zebari asegura que, personalmente, él preferiría un juicio rápido, pero no lo cree posible. Dio a entender que tras una breve sesión de apertura el juicio se retrasará semanas. Esto permitirá a los abogados defensores leer la evidencia y llevar a cabo acuerdos para proteger a testigos. "Quienes vayan a atestiguar contra él, necesitarán protección", afirmó.
Funcionarios estadunidenses e iraquíes también han dicho que es probable una demora de varias semanas antes de que comience, en toda forma, el juicio a Saddam Hussein y siete coacusados.
Los cargos contra ellos se refieren a la matanza de 143 hombres en el poblado de Dujail, al norte de Bagdad, tras un intento de asesinato del presidente, en 1982. Este incidente, muy poco difundido, fue elegido porque existe evidencia documental que liga al ex mandatario con esas muertes. A pesar de que el número de muertos es reducido, comparado con otras matanzas, el cruel castigo colectivo fue típico de la policía secreta de Saddam en sus 35 años en el poder.
Otros casos que están siendo investigados incluyen el asesinato de al menos 185 mil kurdos en la campaña de Anfal, llevada a cabo por el ejército iraquí entre 1987 y 1988, y la matanza de miles de chiítas tras la represión del levantamiento de 1991. También el asesinato de varios líderes religiosos chiítas y la invasión a Kuwait, en 1990. Hay cerca de 40 toneladas de documentos que están siendo examinados.
Irán informó el martes que ha enviado sus propios cargos a la corte iraquí, en relación al uso de armas químicas contra civiles durante la guerra con Irak, de 1980 a 1988, en la que murieron medio millón de personas y cientos de miles quedaron heridos.
De los 17 miembros del partido Dawa que en 1992 abrieron fuego contra un convoy de Saddam, que iba mal resguardado en Dujail, ocho fueron asesinados y nueve huyeron a Irán.
Ibrahim Jaafari, hoy primer ministro y quien entonces era líder de Dawa, se dice sorprendido de que se haya tardado tanto en preparar el juicio. "Más demora solamente logrará poner en tela de juicio a Irak, al sistema judicial y al gobierno. Es el derecho de todo ciudadano iraquí preguntar por qué tomó tanto tiempo preparar el caso Dujail.
A juzgar por anteriores y breves apariciones de Saddam ante la corte, el líder derrocado intentará dominar el proceso y usarlo como podio político. Por esta razón los funcionarios de la corte deliberan si transmitirán en vivo el juicio por televisión o bien lo harán con 20 o 30 minutos de retraso para censurar el material.
Zebari dijo con desprecio que "la gente está diciendo que Saddam juzgará a la ocupación, juzgará al gobierno, pero la verdad es que no tenemos miedo de eso. No creo que ni siquiera los estadunidense o británicos lo teman".
El juicio tendrá lugar a partir de este miércoles en los ex cuarteles del partido Baaz de Bagdad, que han sido reconstruidos y cuentan con dos modernas salas de corte.
Si bien se presenta al proceso como una acción puramente iraquí, reportes indican que Estados Unidos ha invertido 138 millones de dólares en la construcción y está pagando el salario de 50 abogados estadunidenses, británicos, australianos, y del personal de apoyo. El tribunal especial ante el que aparecerá Saddam fue constituido durante la ocupación estadunidense, en 2003.
La defensa de Hussein la encabeza Jalil Dulaimi, quien se reúne con su cliente en Camp Cropper, centro de detención estadunidense cercano al aeropuerto de Bagdad, donde está preso. Dulaimi buscará que el caso sea sobreseído con el argumento de que el tribunal fue instalado por Estados Unidos y que, por tanto, es ilegal.
También se espera que trate de suspender la sesión alegando que no ha leído las 800 páginas de evidencia y que no se le ha permitido acceso suficiente a su cliente. Hoy se reunió durante hora y media con Saddam y aseguró, más tarde, ante reporteros: "Su moral es muy, muy, muy alta y está muy optimista y seguro de su inocencia, si bien la corte es injusta".
En cuanto a los efectos políticos y militares del juicio, probablemente la resistencia iraquí al cambio de régimen, al menos en su fase inicial, fue guiada por ex miembros de la seguridad iraquí y del partido Baaz, pero ahora no está claro si éste sigue siendo el caso. Estados Unidos quiere convencer al público de que toda la insurgencia está siendo dirigida por Abu Mussab Zarqawi y sus fanáticos militantes sunitas.
Muchos sunitas considerarán que este juicio es una prueba más de que están siendo perseguidos por la mayoría chiíta-kurda, que constituye 80 por ciento de la población iraquí.
Algunos sunitas, sobre todo en Tikrit y todos los que estuvieran emparentados con Saddam, se beneficiaron sustancialmente de su gobierno, pero muchos sunitas ven el régimen del ex presidente como una era perdida de seguridad y prosperidad.
Zebari mostró, como prueba, recientes panfletos del partido Baaz, donde se afirma que el juicio debe ser recibido "disparando balas mortales y matando a tantos agentes enemigos como sea posible".
A pesar de que el viejo régimen persiguió salvajemente a los militantes islámicos que hoy combaten al gobierno y la ocupación estadunidense, es improbable que la comunidad sunita se sienta consternada al ver el juicio a Saddam.
Este será, ciertamente, un día significativo en la historia iraquí. Saddam fue dueño de la vida de los iraquíes durante un tercio de siglo. Su retrato, vestido de traje, en túnica kurda, en atuendos árabes o uniforme militar, alguna vez decoró cada calle.
Nunca ha sido estúpido, pero llegó a verse a sí mismo como semidios; sus lugartenientes más cercanos no se atrevían a criticar sus deseos e ideas, porque era demasiado peligroso. Se identificaba con los líderes históricos Hammurabi y Saladino, y gustaba de proyectarse como héroe.
Aunque nunca fue soldado profesional, su imagen de sí mismo era la de un conquistador. Heredó una tierra rica en petróleo, una administración efectiva y un pueblo cada vez mejor educado; y lo arruinó todo al lanzar dos guerras desastrosas, la primera contra Irán y la segunda contra Kuwait.
Los sunitas podrían verlo todavía como miembro de su comunidad, y la mayoría de kurdos y chiítas querrán verlo ejecutado, pero todos verán el juicio con fascinación.
Organizaciones de derechos humanos en Occidente, incluidas Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han criticado la estructura de los procedimientos al afirmar que el resultado será una "justicia de los victoriosos".
Han resaltado temas como la saturación de pruebas, la influencia política sobre la corte y el uso de la pena de muerte. "Tenemos graves preocupaciones de que la corte no proveerá las garantías de un juicio justo, requeridas por el derecho internacional", señaló Richard Dicker, de Human Rights Watch.
Jaafari desestimó el jueves anterior esas preocupaciones al afirmar que "el gobierno se precia de adherirse a la legalidad y a la separación de poderes. Como cabeza de la rama ejecutiva puedo decir que no hemos interferido, de manera alguna en el progreso del juicio".
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca