En busca de recuperar enseres, vecinos excavan boquetes; incluso pernoctan adentro
Veracruz: en la colonia Santa Teresa Stan sepultó la mitad de 200 viviendas
Ampliar la imagen Una de las 100 casas de la colonia Santa Teresa, municipio de Veracruz, sepultadas por toneladas de lodo que se desprendieron de los medanos por los fuertes aguaceros de la semana pasada FOTO Horacio Zamora Foto: Horacio Zamora
Veracruz, Ver., 18 de octubre. Ante el temor de que les roben lo poco que han logrado rescatar, familias de la colonia Santa Teresa rechazan trasladarse a albergues oficiales para pasar la noche y duermen prácticamente en cuevas dentro de lo que quedó de sus viviendas, sepultadas por toneladas de lodo.
En este lugar, luego del paso del huracán Stan, al menos 100 viviendas quedaron en pie pero inundadas con lodo tras el desgajamiento de las dunas cercanas. A contrarreloj, los lugareños excavan en busca de enseres y objetos. "Si viene otro aguacero, nos termina de tapar las casas y ya no podremos recuperar nada", afirman.
A diferencia de lo que ocurrió en el resto de las colonias de la periferia, las cuales presentaron severas inundaciones, las casas del predio Santa Teresa quedaron sepultadas con lodo, que ya endurecido resulta casi imposible retirar.
"Las casas parecen sembradas", dice con asombro Margarita Pantoja, a quien la noche del 4 de octubre apenas le dio tiempo de sacar a sus dos hijas de su vivienda, que, como las otras, fue arrasada por un alud de lodo.
La lluvia torrencial reblandeció las dunas cercanas y formó un río de lodo que formo una inmensa laguna oscura que con el paso de las horas se solidificó.
De las 200 casas de Santa Teresa, la mitad se derrumbó y el resto sigue en pie, o únicamente sobresalen la parte superior y los techos. En algunas, los colonos han excavado boquetes para introducirse y tratar de desenterrar aparatos eléctricos, muebles y otros enseres.
Muchas familias que no fueron invitadas a los hoteles de 4 y 5 estrellas que rentó el gobernador Fidel Herrera pernoctan acurrucadas, ante el temor de que ocurra un nuevo alud, en las pequeñas "cuevas" dentro de lo que fueron sus viviendas. Para ellas trasladarse a los albergues oficiales significaría perder lo poco que han rescatado, dada la rapiña que se ha destado en las zonas afectadas.
"Si nos vamos, se llevan lo recuperado; aquí no hay vigilancia de policías ni soldados como en las zonas de los ricos", se queja Juan Cruz, representante vecinal.
Otras personas, cuyas casas están completamente sepultadas, viven bajo árboles en cuyas ramas han colgado algunas telas de plástico o duermen sobre los techos que sobresalen del suelo.
La reubicación de las aproximadamente 250 familias, anunciada por el ayuntamiento local luego de varios plantones de protesta en el zócalo porteño para demandar atención, todavía no llega, pese a que todos los vecinos aceptaron el traslado definitivo.
Mientras tanto, la alimentación y aseo personal diarios, sobre todo en niños, es una odisea para los padres de familia.
Desde hace ocho días cortaron el suministro de agua por el daño a la tubería, lo que impide cocinar los víveres que reciben en calidad de ayuda, y el poco líquido que consiguen en colonias vecinas no alcanza, pues apenas distribuyen un cubo de 20 litros por familia.
Los pequeños presentan ronchas en la piel e infecciones respiratorias por dormir a la intemperie. Martina e Inés, hijas de Margarita Pantoja, fueron internadas en el Hospital Regional por presentar cuadros agudos de diarrea.
Hasta la fecha sólo 20 familias consiguieron trasladarse por cuenta propia a otras colonias, "pero nosotros no tenemos ni pa' dónde jalar", comenta Gilberto Osorio, quien perdió su trabajo de empleado en uno de los mercados populares por atender a su familia.
En Santa Teresa la responsabilidad de lo sucedido no es sólo de la naturaleza, aclaran los afectados, sino también "de quienes los "estafaron" vendiéndoles predios en zonas de alto peligro.
En específico acusan a Leonardo Pineda, hermano de Francisco de igual apellido, quien fue secretario regional de la Confederación Nacional Campesina y les vendió cada lote en 50 mil pesos.