Usted está aquí: jueves 20 de octubre de 2005 Mundo Por miedo, postergan juicio a Saddam Hussein

"Los testigos no aparecieron", admite el magistrado Mohammed Amin

Por miedo, postergan juicio a Saddam Hussein

PATRICK COCKBURN THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen El derrocado gobernante discute con uno de los guardias de seguridad del tribunal especial FOTO Ap Foto: Ap

Bagdad, 19 de octubre. Tres horas después de comenzar finalmente bajo la mirada escudriñadora de Irak y el resto del mundo, el juicio a Saddam Hussein se detuvo repentinamente por una sencilla razón: el temor. Los entre 30 y 40 testigos del asesinato de 143 personas, que habría sido directamente ordenado por el ex dictador, simplemente tuvieron demasiado miedo a la venganza de los seguidores de Hussein para asistir a la corte.

Este procedimiento fue muy distinto a los juicios de Nüremberg contra líderes alemanes porque en Bagdad son los fiscales, y no los acusados, quienes parecen más aterrados. La televisión tiene autorización de mostrar el rostro de sólo uno de los jueces. La identidad de los restantes se mantiene en celoso secreto.

El juicio, hasta ahora, es el opuesto exacto de la demostración de una autoridad de Estado inapelable que esperaba el gobierno iraquí. El proceso se reanudará el 28 de noviembre. Al explicar esta postergación, el juez que presidió la sesión, Mohammed Amin, dijo: "La razón principal es que los testigos no aparecieron".

La defensa también necesita tiempo para estudiar los documentos que vinculan a Saddam Hussein y a sus lugartenientes con los asesinatos.

Las medidas de seguridad, extraordinarias que fueron adoptadas para proteger la corte demuestran lo difícil que es llevar a cabo un juicio en un país en guerra.

Ese tribunal especial fue construido en el interior de las resistentes instalaciones que una vez alojaron los cuarteles del partido Baaz, en el corazón de la fuertemente fortificada Zona Verde, a orillas del río Tigris, en Bagdad. Con todo, los funcionarios estadunidenses se comportaron como si esperaran un ataque inminente.

Se permitió a funcionarios y periodistas ingresar al recinto una vez que su identidad se comprobó mediante un análisis del iris y se les revisó varias veces. Llegaron a la corte abordo de un autobús con las cortinas cerradas. No se les permitió llevar lápiz ni cuaderno. Saddam Hussein y sus siete coacusados, todos ancianos, se sentaron en una serie de jaulas blancas que parecían enormes corrales blancos para bebés.

Hoshar Zebari, ministro del Exterior iraquí, dijo a The Independent que el juicio fue postergado durante tanto tiempo debido a la dificultad de encontrar a jueces que estuvieran dispuestos a arriesgar la vida al participar en el proceso. Agregó que también tuvo que implementarse un programa de protección de testigos más efectivo.

Es improbable que el gobierno y los estadunidenses hayan elegido que Amin, kurdo de Sulaimaniyah, presidiera el juicio pues muchos iraquíes son seguramente de la opinión de que cualquier kurdo estará inevitablemente sesgado contra Saddam.

Presumiblemente, ningún juez no kurdo estuvo dispuesto a aceptar el cargo. Con movimientos estudiados, la cámara de televisión evitó mostrar las caras de los otros cinco jueces sentados a su lado. En todo caso, un hombre de aspecto relajado y cabello gris parecía muy justo e incluso sonrió en el momento en que Saddam reaccionó agresivamente cuando le preguntó "¿Quién es usted? ¿Cuál es su identidad?"

"¿Por qué no toma asiento y permite que los otros digan sus nombres? Después volveremos con usted..."

Saddam reviró: "Usted es iraquí y sabe quien soy yo. Y sabe que yo no me canso".

El ex líder no ha perdido nada de su imperiosa presencia, como lo demostró cuando avanzó hacia su asiento llevando el Corán en una mano. Indicó que estuvo levantado hasta las 2 de la madrugada, "pero ustedes saben que yo no me canso". En un momento dado, exigió que se le llevara un cuaderno legal amarillo y un lápiz, lo cual le fue entregado.

Cuando Saddam Hussein salió de la corte durante un receso, dos guardias que lo escoltaban trataron de tomarlo de los brazos, pero él, furioso, no se dejó. Trataron de nuevo de tomarle los brazos, pero él se debatió contra ellos, gritando, hasta que se le permitió caminar libremente.

Los ex secuaces del ex líder iraquí, su medio hermano Barzan Ibrahim Tikrit y su vicepresidente Taha Yassin Ramadan, parecían haberse encogido y se veían derrotados. Pero Saddam parecía revigorizado al estar nuevamente en el centro de la atención del mundo y representando, al parecer, el papel de un mártir heroico.

En varias ocasiones afirmó que "no podía aceptar al juez" y explicó que él era "el antiguo presidente iraquí", puesto que fue elegido por el pueblo de su país.

No será tan fácil para Saddam presentarse como víctima una vez que el juicio se reanude y se presente evidencia creíble de la tortura y el asesinato en el pueblo de Dujail, la aldea chiíta en la que sobrevivió a un intento de asesinato el verano de 1982. No sólo fueron ejecutadas 143 personas a lo largo de varios años, sino que 399 hombres, mujeres y niños fueron enviados a campos de concentración cerca de Samawa, en el ardiente desierto del sur. Sus casas fueron derribadas con bulldozers y fueron cortadas las palmas datileras. La tierra fue removida y cubierta con sala.

Este miércoles, los iraquíes escucharon el juicio con fascinación. Muchos se amontonaban para intentar ver televisores e intentar escuchar los sonidos inciertos provenientes de la corte. Guardias de seguridad no podían dejar sus puestos para ir a ver la televisión, por lo que llevaron radios portátiles a sus trabajos.

Las opiniones sobre el juicio seguían las líneas sectarias. Los kurdos, sin excepción, quieren que Saddam sea ejecutado. Durante 35 años los masacró, torturó y encarceló. Están felices de que ahora el ex dictador esté en el banquillo de los acusados y lo quieren ver morir.

De la misma forma opina, en general, la comunidad chiíta, la mayor parte de los 26 millones de habitantes de la población iraquí. Sólo los 5 millones de árabes sunitas creen que este juicio es injusto.

Umm Hassan, ama de casa chiíta de mediana edad del distrito de Karada, de Bagdad, opinó: "Saddam debe ser ejecutado. Es el más grande criminal del mundo".

Usama Karim Najim, estudiante chiíta, dijo: "Mató a mi padre y a mi tío en 1989. Por su culpa soy huérfano, así que claro que estaré feliz de verlo morir".

Pero Selma Majid, maestra sunita, estaba desolada: "Estuve llorando toda la noche porque creo que es inocente. Lo considero nuestro presidente auténtico".

Algunos chiítas tienen reservas sobre el juicio, no porque el ex líder inspire alguna solidaridad, sino porque se lleva a cabo bajo ocupación estadunidense. Jaafar Ibrahim Rida, un estudiante, dijo: "Desde luego que Saddam Hussein cometió crímenes contra el pueblo iraquí, pero no es correcto juzgarlo porque la gente dirá que se hizo bajo presión estadunidense".

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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