El transtierro, tema de la cuarta mesa en la UNAM
El filósofo ha dado ''la más alta medida'' del exilio republicano
El exilio es un estado que nunca se pierde del todo, así lo sostuvo el filósofo Federico Alvarez, en relación con el caso de los republicanos españoles llegados a México a finales de los años 30, a raíz de la derrota ante las huestes franquistas, circunstancia vivida por él en carne propia.
''Todos nos hemos ya desexilado -como decía Mario Benedetti en un ensayo-, más las ideas no se desexilan y el exilio se ha convertido en la historia de la vergüenza."
Como parte de la cuarta mesa redonda del homenaje que la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) rinde al filósofo Adolfo Sánchez Vázquez por sus 90 años, efectuada antenoche bajo el tema del exilio, el catedrático universitario destacó que el mundo contemporáneo está lleno de exiliados.
Los hay por circunstancias exteriores pero también interiores, y los gobiernos olvidan los exilios, pero éstos iluminan la historia cada vez más, agregó. ''Visto desde el destierro, el exilio es la historia de la lucha contra el fascismo que renace ante nuestros ojos de una forma adversa".
Primer ponente de la mesa, en la que participaron además la escritora Anamari Gomís y el historiador José Antonio Matesanz, Alvarez sostuvo que los exiliados ''no nos hemos vuelto locos porque hemos simbolizado, internalizado, encarnado las ideas de justicia por las que pelearon nuestros pueblos, y aquí me refiero también a los hermanos chilenos, argentinos, uruguayos, guatemaltecos que comparten con los republicanos españoles el providencial asilo mexicano".
Se trata de un herida nunca cerrada, un hervor dentro, un fervor, una marca; somos hombres y mujeres marcados para siempre, con un reguero de muertos que dejamos atrás, agregó.
En cierto sentido, somos supervivientes de algo que se perdió para siempre pero que paradójicamente es una herencia inmovible, porque provee de lo que André Malraux llamó educación sentimental, y se introdujo en nosotros de manera definitiva, trágica.
Infatigable lucha del homenajeado
De acuerdo con Alvarez, si bien el exilio es un condicionamiento, por ser un estado impuesto y no escogido, con el paso del tiempo se vuelve también una elección: ''Quien es exiliado ya no puede dejar de serlo, pero en ese poder hay mucha consciencia".
Tras reconocer ''la infatigable lucha" que ha emprendido su colega y amigo Adolfo Sánchez Vázquez para que, a 65 años de ocurrido, comience a cobrarse en España conciencia del exilio republicano, subrayó que el autor de Filosofía de la praxis ha dado ''la más alta medida" intelectual y moral en torno del exilio al afirmar que ''no se trata de ser un exiliado, sino de estar, de cómo se está en el exilio".
En su turno, José Antonio Matesanz retomó diversos pasajes de la obra filosófica y poética de Sánchez Vázquez para ilustrar cómo el filósofo nacido en Algeciras fue asimilando con el paso del tiempo su inicial y dolorosa condición del exilio hasta aceptar y asumir, con sus matices, la condición que su compatriota y maestro José Gaos denominó con el neologismo de transtierro.
''Y con el tiempo -agregó el historiador-, las circunstancias que impusieron el exilio desaparecen y aparecen nuevos conflictos existenciales, porque volver a vivir en España implica desgarrarse de México."
Una óptica similar a la de Matesanz fue la que desarrolló Anamari Gomís, quien también retomó el quehacer de Sánchez Vázquez para precisar cómo éste entiende dos fases del exilio: ''una muy larga y nostálgica que es la del destierro" y ''otra es cuando ya se han echado raíces tan profundas en el país del exilio, que el destierro se convierte efectivamente en transtierro".