Usted está aquí: sábado 22 de octubre de 2005 Disquero Nuevas maravillas de Mozart el eterno

Nuevas maravillas de Mozart el eterno

Después del éxito absoluto del primer volumen de un disco maravilloso, titulado Mozart l'egyptien (Virgin Classics), que reseñamos en este Disquero recientemente y que se convirtió en fenómeno de ventas en el mundo, los estantes de novedades discográficas se iluminan con una grabación todavía más deslumbrante que esa primera maravilla: se titula Mozart in Egypt 2 (Virgin Classics) y de entrada podemos decir que se trata de una obra maestra, un proyecto que ha logrado su consolidación a niveles increíbles, pues la idea de hermanar la música de Mozart con la música árabe está aquí cuajada a la perfección.

El primer volumen, ideado también por Hughes de Courson, tomó como punto de partida las partituras de Mozart influidas por la música egipcia. En este segundo volumen traspasa las fronteras este investigador, ideador y mago de la música, pues tenemos ante nuestros sentidos todo el encanto, la fragancia, el candor y la honestidad conmocionantes de la música de Mozart fundida en un abrazo solar y lunar y estelar con todo el encanto, la fragancia, el candor y la honestidad conmocionantes de la música árabe.

En 15 apabullantes tracks, Hughes de Courson recurre a un ejército de músicos occidentales y orientales, repartidos en una orquesta sinfónica armada obviamente con instrumentos occidentales, centenarios, y una banda de músicos árabes armados naturalmente con instrumentos tradicionales, milenarios, para plasmar purititas iluminaciones.

Transcurre el disco en un vuelo sobre alfombra mágica, con instrumentos que hacen cobrar vida a la respiración de la Tierra. Suenan distintas partituras mozartianas en un maridaje alucinógeno tal, que por momentos no se sabe si lo que suena es Mozart o es música árabe.

El melómano mozartiano advierte, en una trivia deliciosa, el transcurrir de obras célebres algunas, poco conocidas otras y de plano unas rarezas de entre el catálogo mozartiano, entrepiernadas con aires sonoros del desierto, efluvios canoros de la noche árabe, sonidos provenientes de otro mundo que está en este mundo.

El escucha no iniciado disfruta de manera semejante, pues no se trata de una obra culterana sino de la expresión acabada del sentido capital del arte sonoro y que responde de manera cabal a lo que podría ser la mejor definición del arte supremo: la música es el placer de compartir.

Eso, placer. Placer es lo que suena y lo que vive quien escucha Mozart in Egypt 2. Así como en el volumen uno de esta fascinante aventura podemos escuchar a una cantante surgida de la eternidad, o bien de un tiempo ancestral, entonando una canción de cuna egipcia, que es la que le cantaba su nana al bebé Mozart y que éste en edad adulta la reprodujo en una de sus partituras. En el volumen uno, escuchamos fundidas esa canción de cuna con la cantante nubia y la instrumentación que hizo Mozart años más tarde. En este segundo volumen escuchamos otra.

Quien escucha este disco queda atrapado en un trance hipnótico, una duermevela de apacibilidad, fascinación, estupor y encanto ante tal epifanía. Un estado del alma calmo e intenso, un estado de gracia entero. Así es la música de Mozart, el eterno.

Pablo Espinosa

 
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