Usted está aquí: lunes 24 de octubre de 2005 Política ¿Déficit cero o deuda sin precedente?

Antonio Gershenson

¿Déficit cero o deuda sin precedente?

El gobierno federal dice llegar al máximo ideal de la tecnocracia internacional: déficit cero. No importa que el nivel de vida de la mayoría de la población ande por los suelos. Tampoco interesa que la economía no crezca en términos reales. Ni siquiera les preocupa demasiado que los altos precios de la energía en Estados Unidos hayan contribuido a dar los primeros pasos en la quiebra del sistema de precios postizos de los energéticos que inventaron, basados en los precios del sur de Texas.

Nada de eso importa, sólo les interesa alcanzar la meta. A quienes estudiaron en universidades del extranjero, en esas escuelas o alas apartadas para presentes o futuros funcionarios tercermundistas, les enseñaron que lo máximo en materia económica es el déficit cero. Esto quiere decir que de parte del gobierno y del sector público se va a gastar la misma cantidad de dinero que la que se va a recibir. O sea, que no se va a contratar nueva deuda pública. El único pequeño problema frente a esta meta es que no corresponde a la realidad nacional.

Vamos a hablar de Petróleos Mexicanois (Pemex), que es el caso más grande, más importante en términos económicos y en varios sentidos, y del sistema de financiamiento que se le impone: Pidiregas. Esa palabreja significa que se trata de proyectos financiados por particulares, mediante un mecanismo muy peculiar.

Pemex contrae deudas anualmente que no son oficialmente reconocidas como tales, si-no hasta después de años. Este monto, desde 2004 ya rebasa los 100 mil millones de pesos anuales (Pemex, Anuario Estadístico 2005 y presupuestos para 2005 y 2006). Ya representa la absoluta mayoría de la inversión de la paraestatal. Sólo se empieza a reconocer como deuda la inversión que ya está generando ingresos. Toda, sin embargo, es una deuda en la realidad y está causando intereses al igual que cualquier otra.

La mayor parte de la inversión, entonces, no viene del presupuesto del año al que se refiere: se cargará, lo mismo que los intereses que cause, a los presupuestos futuros. En cambio, sí se paga en el presupuesto vigente el adeudo de los proyectos anteriores que ya generan ingresos. Tenemos, entonces, deuda registrada y deuda no registrada. De hecho, se presupuestan recursos presupuestales y recursos no presupuestales. Se trata del surrealismo económico. Ha habido suficiente número de dedos levantados por legisladores para avalar como legales estas medidas, pero eso no altera el fondo del asunto.

Supuestamente estos créditos son autofinanciables. Pero el dinero con el que se hubiera pagado cada proyecto se lo queda Hacienda vía la rapiña fiscal vigente. Entonces se acumula artificialmente a la paraestatal una deuda que en realidad no es suya, sino pública. Los proyectos de Pemex se debieron pagar de su presupuesto, pero el dinero de éste va para el fisco. A pesar del enorme excedente petrolero, que en su mayoría ni siquiera se usó para inversión; a pesar del flujo de remesas de trabajadores, sigue creciendo el endeudamiento real del país. Sin contar los Pidiregas de la Comisión Federal de Electricidad, los más de 100 mil millones de Pemex representan más de 5 por ciento del presupuesto para 2006. El déficit, entonces, es enorme.

Hacienda maneja, de todos modos, toda la deuda del sector público y debe autorizar cada proyecto, cada compromiso, cada "pidirega". La verdadera deuda incluye la registrada y la no registrada, la presupuestada y la no presupuestada. Toda está comprometida para pagarse. Toda está generando intereses para pagarse también. Por eso no hay tal déficit cero. En la realidad, el país está más endeudado que nunca. El gobierno actual no va a entregar al que lo suceda una economía firme y estable, como se aparenta, sino la economía más endeudada de la historia del país en medio del estancamiento económico.

 
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