La comunidad de América del Norte: trampa o panacea
En marzo pasado se reunieron en Waco, Texas, los jefes de Estado de Canadá, Estados Unidos y México: Paul Martin. George W. Bush y Vicente Fox. Acordaron crear un grupo de trabajo tripartito que estudiara las implicaciones de la globalización -entre ellas la inseguridad- sobre sus territorios. Recientemente el secretario Derbez expresó en Washington, ante el Círculo de Estudios Estratégicos Internacionales, que se debe empezar a considerar la idea de una política de seguridad con base en la definición de un perímetro de seguridad común.
En más de una década de vigencia del TLCAN las relaciones entre los tres países se han robustecido, pero a partir del 11-9, EU ha impuesto unilateralmente restricciones a los cruces fronterizos, especialmente los procedentes del sur, que lo ha-rían suponerse menos vulnerable a los ataques terroristas. No satisfecho, ahora ambiciona controlar de manera "tripartita" todo el perímetro: Alaska, Polo Norte, península de Terranova, río Suchiate, aunque el gobierno de México lo niegue. En la realidad el área comprende hasta el aún importante Canal de Panamá. La firma del TLC con Centroamérica tiene ese destino (Northcom.mil/index).
El informe sostiene que los tres países enfrentan retos comunes: amenazas a la seguridad, así como de desarrollo, y desafíos al crecimiento económico desigual. Para sustentar tales conclusiones refiere que sólo con una perspectiva trinacional se puede avanzar en el enfoque de los asuntos continentales, que América del Norte debe encontrar su propio camino, que debe abrir oportunidades a todas las personas de la región en materia de comercio, capital y flujos migratorios liberales, lo que demanda una estrategia integral para que esta nueva comunidad brinde beneficios reales a sus tres socios.
En materia de seguridad propone reconocer que la amenaza del terrorismo internacional se origina de manera mayoritaria fuera de América del Norte, por lo que cualquier debilidad en el control de accesos a esta área son una vulnerabilidad, y por ello la defensa territorial debe residir en compromisos de cooperación más vigorosos entre los tres países. Propone crear un pase fronterizo con identificadores biométricos para facilitar los tránsitos fronterizos, sin especificar cómo se tendría derecho a dicho pase, cuya existencia implicaría desarrollar una concertación de políticas de visado y asilo, procedimientos para la inspección, selección y rastreo de personas.
Se enfatiza en la cooperación militar estableciendo un centro trinacional de inteligencia contra amenazas a los tres países y se reconoce que Canadá y EU son viejos aliados militares en el seno de la OTAN, y que si bien México no comparte el mismo historial de cooperación militar, según el informe, nuestro país ha empezado a considerar una colaboración más estrecha, por lo que se propone que México comience un diálogo para la creación de una estructura más sólida de defensa del continente. Según las recomendaciones, toda esta cooperación militar se puede dar por medio de la expansión del Comando Norteamericano de Defensa Aérea (NORAD) para que sea un comando de beneficio a los tres países.
Por supuesto, el estudio habla genéricamente de los beneficios del desarrollo económico, de protección de recursos naturales. Hace clara mención de que nuestro país es el exportador número dos de productos petrolíferos hacia EU, pero que "están subexplotados y administrados ineficientemente" y por ello se requiere "desarrollar ampliamente los recursos energéticos mexicanos"
Se pretende, sin decirlo así, una revisión del TLCAN hasta alcanzar un mercado integral para el comercio en América del Norte, avanzando sobre aranceles, creando un tribunal de controversias, castigando las prácticas ilegales de comercio y una comisión trinacional de competencia. Se ocupan de resaltar las intenciones (muy bajo sospecha) de asegurar el tránsito legal de trabajadores en el territorio, para lo cual se propone expandir programas de trabajadores temporales, instaurar la vigencia de la seguridad social en beneficio de todos los trabajadores y crear una preferencia laboral para los nacionales de tales países.
Hechos como los que ahí se anticipan se presentarán más temprano que tarde. Lo importante es identificar con toda claridad esferas distintas entre los planteamientos: 1. Claramente propone una alianza militar entre tres socios desiguales; 2. Ha puesto el ojo sobre el petróleo más seguro, el mexicano; 3. Hace propuestas atractivas (laborales, financieras, educativas, ambientales), pero muy poco confiables.
Canadá ha sido un aliado natural de EU. En la Segunda Guerra Mundial envió efectivos a los frentes y durante la guerra fría facilitó su territorio para el establecimiento, de costa a costa, de instalaciones militares estadunidenses, principalmente sistemas de detección y defensa aérea respecto de ataques soviéticos transpolares: las líneas DEW (Distance Early Warning) y Pine Line.
La situación militar de México no hay necesidad de describirla, pero sí concluir en que ante nuestra impotencia seríamos obligados a conceder lo que Canadá ha concedido, pero sin ninguna igualdad de trato. No es México para EU lo que Canadá. No olvidemos esa página de la historia que no nos gusta aludir: cuando se permitió la construcción de bases aéreas estadunidenses en Cozumel, Isla del Carmen e Ixtepec, para la protección del Canal de Panamá. Afortunadamente los tiempos se vinieron encima y la guerra terminó antes de su utilización.
El estudio plantea materias delicadas, como el libre tránsito de trabajadores en los tres países; sin embargo, no está claro cómo estas medidas detendrían amenazas terroristas procedentes de fuera de la región, consideración central.
El estudio es un punto de referencia real sobre lo que, revestido del ropaje que se quiera, puede pasar; es cuestión de tiempo. Nuestros políticos y académicos tienen un yacimiento rico y complejo que trabajar. El examen de la situación no se puede dejar para mañana; ellos no desperdician un solo día.