MELON
Responso por un sonero
SE LLAMABA HUMBERTO Marmolejo y en días pasados emprendió el viaje sin retorno. Siento su partida ya que a nuestra amistad la hermanaba el amor al son cubano, que a él le encantaba y para mí es algo que llevo bajo la piel.
DUEÑO DE UNA colección de discos impresionante, también poseedor de toda clase de anuncios, boletos de eventos, así como fotografías con soneros de diferentes latitudes, sobresalía su sentido del humor. Siempre estaba dispuesto a colaborar con quien lo solicitara, se podía contar con él bajo cualquier circunstancia.
LO CONOCI POR medio de Pablito Zamora Peregrino y, raro en mí, empatamos de manera instantánea, de modo que pudimos ser testigos de reuniones soneras dignas de recordar y relatar. Vienen a mi memoria dos que tuvieron lugar en casa del Gordo Pablo y en la del hermano de Marmolejo, respectivamente.
EN LA CASA de Pablito se tocó son y rumba de muchos kilates. Este, su yeneka, en ese tiempo era tirador de largo alcance, competía en levantamiento de tarro y 100 litros libres en cuanta ocasión se presentaba. En ese rumbón demostré que se podía contar conmigo si la ocasión lo ameritaba.
MARMOLEJO NOS HABIA visitado en Terraza Casino, lugar donde laborábamos Pablo y un servidor. Durante nuestra permanencia allí se nos unió el campeón Ultiminio Ramos, empezando a correr el ron, sin miseria. Al terminar nuestra actuación, el Gordo decidió que fuéramos a su casa. Ahí nos recibió su esposa con una rica botana y la rumba se formó después de darle mate, lo que sucedió rapindey.
SONO EL TRES de Pablito con Yesterday, de The Beatles, para abrir boca e ir calentando motores, coincidiendo con la llegada de otras gargantas aventureras y soneras que aumentaron el personal. Sones de antaño inundaron la casa, poniéndonos a gozar de una manera espantosa.
JOVITA, QUIEN HOY es viuda del Gordo, no escatimaba atenciones y se daba maña para gozar con el son que no dejaba de sonar, trayendo recuerdos de glorias pasadas de diferentes grupos, que llenaron con su calidad el ambiente nocturno de un México "distinto y diferente", diría Justo Betancourt.
PARA COMPLACER A Ultiminio empezó a sonar la rumba con Toño, el hermano de Pablo, en un tambor; Arturo, hijo del Gordo, en otro, mientras el campeón le tiraba jabs, opercouts y ganchos al quinto con singular alegría. Apareció el Colorado, hijo menor de Pablito, y un mano a mano con Ultiminio tuvo lugar en el recinto. Hago notar que el Colorado tendría en ese tiempo seis o siete años, y enseñaba un talento digno de la familia que, al parecer, se ha quedado dormido. Espero que despierte muy pronto y nos dé la satisfacción de aplaudirle la calidad que enseño desde fiñe (sic).
ESO DURO VARIAS horas más. Poco a poco nos fuimos desfilando con la sonrisa en los labios y el recuerdo de un rumbón que hace rato no disfruto porque este es otro tiempo.
LA OTRA REUNION también tuvo lo suyo y nos permitió disfrutar de la calidad del Viejo Luis González Pérez después de darle mate a un espagueti. Por mi parte, me di gusto cantando, lo que no puedo hacer en un escenario, números que eran obligados cuando empecé a tratar de ser sonero, cosa que sigo tratando de lograr.
MUCHAS VECES ESTUVIMOS juntos gozando del son. Ese bendito son que me ha permitido ser feliz cantándolo, bailándolo y escuchando a tantos exponentes que merecen mi admiración, que a Marmolejo así como a este su enkobio nos hicieron vibrar de emoción e inclusive llegar hasta las lágrimas, como la noche aquella escuchando a Miguelito Valdés y a Panchito Morales en Rafles de Villa Florencia, ahora convertido en estacionamiento, que deja dinero, pero hiere que el sonido del son brille por su ausencia.
SEGURO ESTOY QUE tus aseres de la guerrilla celestial te recibieron con tremendo rumbón, como te lo merecías por tu don de gente y apasionado por el son. Camay, que Dios te tenga en la gloria y espero verte en un futuro muy lejano. ¡Vale!