Siguen esperando la ayuda ofrecida por el gobierno
Nos tienen olvidados, dicen los más pobres de Cancún
Agua y láminas, reclamo urgente, a una semana del paso de Wilma
Ejército y Marina apoyan la limpieza del área turística
Ampliar la imagen Vecinos de las zonas precarias de Benito Ju�z siguen esperando l�nas para terminar de levantar sus casas FOTO Jes�llaseca Foto: Jes�llaseca
Cancún, QR, 28 de octubre. Ubicadas a sólo cuatro kilómetros del centro de esta ciudad turística, y a una semana del paso del huracán Wilma, que derribó sus casas, construidas con palos y láminas de cartón, los habitantes de las regiones 236, 237, 239 y 240 -colonias populares- no han recibido ninguna ayuda.
"¡Nos tienen olvidados!", reprochan Guadalupe Cobo, Javier Nava y Wendy Cantú, quienes perdieron sus humildes viviendas. Muestran los palos en el piso, o las palapas sin techo, o con las paredes derribadas. "Salvamos algunas cosas, y ahora le rogamos a Dios que no llueva para que no se nos mojen".
Los habitantes de estas colonias demandan ayuda de los gobiernos federal y municipal. "No nos han llegado las despensas y necesitamos láminas para levantar nuestros techos. Queremos agua, ya se nos acabó, y el garrafón está carísimo, lo venden a 40 pesos. El kilo de tortilla está en 14", aseguran.
Y en el kínder llamado Los Derechos de los Niños aún permanecen cinco familias albergadas. "Eramos 40, pero muchos ya se regresaron a sus cuartos, o se fueron con sus familiares. Nosotros nos quedamos aquí porque no nos quedó nada. Nuestras palapas ya no existen", dicen Sandra Luz Juárez y Magali Hernández.
Originarias de Chiapas, se conocieron en el albergue, adonde llegaron a protegerse de los embates de Wilma. Son amas de casa y sus maridos albañiles. "Ahorita no están, se fueron a buscar trabajo. Ojalá encuentren algo, porque los niños necesitan pañales y leche".
Con dos hijos cada una, las dos familias se alojan en el mismo salón de clases del jardín de niños. "Ya vino la directora de la escuela a informarnos que mañana nos dice si podemos seguir aquí o no. Pero, ¿a dónde vamos? Ya no tenemos nada. Nuestras palapas están en el piso. Todo se mojó", dicen entristecidas.
Junto a ellas, Héctor, un menor de 15 años, cuida a su hermana de 13 años. "Mi mamá no está, fue a la presidencia municipal a ver si le dan ayuda. Nuestra palapa se quedó sin techo y las cosas se mojaron. No tenemos papá".
Afuera, en la calle, vecinos de la región 237 se pelean el agua de una pipa. "Ya tenemos dos días sin agua. Que bueno que ya nos trajeron, pero no alcanza para todos". Cada uno saca de sus casas entre 6 y 10 cubetas de 25 litros. El chofer les advierte: "para que alcance no vamos a llenárselas todas, y tampoco vamos a llenar tambos".
Desesperados, los colonos se arremolinan en torno a la pipa. Juana Coh, jefa de manzana, les dice: "va a haber agua para todos. No se enojen; pero no vamos a llenarles todas las cubetas, si no, no va a alcanzar para los demás".
"¿Tú quién eres? ¿De qué calle eres? -le grita un señor, molesto porque él quiere que le llenen un tambo de agua. "Hay que aprovechar ahora que nos traen, porque luego ya no vuelven", dice.
Calles más adelante, Javier Nava se queja: "ya llevamos ocho días esperando la ayuda y no llega nada. Aquí hacen falta despensas. Queremos láminas, ¿dónde está la ayuda que dicen que está llegando?" -cuestiona.
Y Guadalupe Cobo secunda: "a mí se me cayó mi palapa. Mire, esa era mi casa", señala un montón de palos en el piso. "Queremos láminas, porque palos ahí hay, pero el atado de lámina está a 400 pesos, y no tenemos dinero. Queremos ayuda", insiste.
Luisa Náhuac y María Kam aseveran: "aquí no nos han traído nada, ni siquiera una pipa de agua. Ayer mandaron una a la colonia residencial, fuimos con nuestros botes, pero no nos dieron nada, dijeron que eso era para ellos".
Por donde uno pase hay casas derribadas; muebles apilados; ropa colgada, secándose, o en bolsas, y muchos pedazos de láminas de cartón, hules y palos.
Todavía echan humo las fogatas que prenden por la noche los habitantes de estas colonias para protegerse de los saqueadores. "Dicen que el grupo Sangre es el que anda saqueando y violando, por eso hacemos guardias", señalan las señoras.
Mientras, en la zona hotelera, la situación es diferente. Cientos de trabajadores, militares y personal de Marina continúan la limpieza de la zona. "Cancún está de pie", se lee una y otra vez en mantas y pancartas colocadas en los comercios del lugar.
Con maquinaria pesada se retiran los postes, y decenas de camiones de volteo sacan el cascajo. Los empleados de restaurantes y hoteles barren las calles, los jardines y los accesos.
Militares y marinos levantan los árboles caídos, o ayudan a mover los postes. Personal del restaurante Lorenzillo's -decenas de jóvenes- retiran los escombros de lo que fue la palapa del restaurante. Uno de los mejores de la zona hotelera.
"Aquí, aquí -dicen los jóvenes-, y señalan con el índice la laguna. Mire, ahí está. Es el lagarto. Esa es la mascota del Lorenzillo's. Ha estado aquí desde hace años. Aquí le dan de comer, ahora que no hay gente a ver quién le trae su comida", se preguntan los empleados del restaurante.
Y junto a ellos, los trabajadores del restaurante Live Lobster House hacen limpieza. "Venimos a ayudar para que pronto se abra. Los dueños nos dijeron que no va a haber despidos".
Del otro lado, las empleadas del Real Resorts barren el acceso al hotel. "Venimos a cumplir nuestra jornada de trabajo. El gerente nos aseguró que no va a haber despidos y nos pidió que ayudáramos para levantar pronto el lugar. Llegamos a las ocho de la mañana y a las cuatro de la tarde salimos", cuenta Yara.
Maricela abunda: "somos de las regiones. Yo de la 227, Lucía de la 235, Lupita de la 271. Somos empleadas de limpieza y estamos desquitando nuestro salario".
"Nuestras palapas se dañaron -dice Yara. La de Maricela se quedó sin techo, pero como tiene un cuartito de material, ahí metió sus cosas. La de Lupita se quedó sin una pared, pero su marido la está levantando, como no tiene trabajo, aprovecha para repararla".
En el centro de esta ciudad, los empleados públicos y elementos del Ejército y la Marina hacen la limpieza con rapidez. Los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad -hay brigadas de Nuevo León y el Distrito Federal, entre otros- continúan levantando los postes de luz derribados por Wilma. En la estación de Radio Cultural se informó que "ya hay servicio de electricidad en cerca de 40 por ciento de la ciudad".