Usted está aquí: sábado 29 de octubre de 2005 Opinión LOS DE ABAJO

LOS DE ABAJO

Gloria Muñoz Ramírez

Desvergüenza y corrupción

LA CATASTROFE QUE dejó Stan en Chiapas volvió a desnudar la extrema pobreza en la que sobrevive todo un pueblo, la corrupción del sistema y la desvergüenza y cinismo de partidos políticos y funcionarios. Poco tenía que arrebatarles el huracán a los que se quedaron sin nada: una casita de adobe o palos, unos cuantos trastos, un fogón, algo de ropa y algunos animales. Ahora ya ni eso tienen.

CONFORME TRANSCURREN LAS semanas se dimensiona la tragedia. Recorrer la costa y sierra chiapanecas es transitar por la desolación. La desesperación está llevando a la gente a salir a las calles a pedir limosna. A medio camino entre Huixtla y Acapetahua, a la altura del puente de Vado Ancho, un pueblo entero, el de Chapingo, se aposta en la carretera a suplicar ayuda a los automovilistas con un bote o vaso en la mano, exactamente frente a una enorme alfombra de arena y grava que cubre lo que hasta hace unas semanas fue su pueblo.

EN MOTOZINTLA, DECENAS de personas interceptan con troncos el paso de los camiones con ayuda y los obligan a detenerse. Las autoridades dicen que son bandoleros, ellos afirman que están desesperados, que tienen hambre y necesitan los víveres.

Y EN MEDIO del desastre, la desvergüenza, la burla y la corrupción de líderes políticos y funcionarios corruptos. Cuatro bodegas almacenan víveres sin repartir en Escuintla; en Tapachula entregaron medicinas y alimentos caducados; en Huixtla proliferan las enfermedades en los albergues por falta de agua potable. "Xochimilco tiene hambre. Esta es zona de desastre", reza un enorme letrero pintado en una pared de esta colonia arrasada por el río Coatán.

LOS NIÑOS SE trepan a los camiones que cargan la escasa ayuda humanitaria que está llegando; las mujeres se forman en cualquiera de las enormes filas que reparten las despensas; en los albergues predomina la escasez y la enfermedad. Las imágenes de pueblos enteros arrasados, no por ya contadas, dejan de sorprender.

EN SITIOS COMO El Arenal empiezan a aparecer las enfermedades y se clama por un médico. Los habitantes de este poblado costero salen a las calles en busca de un hombre o mujer de bata blanca que les atienda diarreas, infecciones en la piel, dengue o paludismo. La búsqueda es infructuosa. Es increíble que en una semana de recorrido por comunidades de Motozintla, Tuzantán, Huixtla, Tapachula y Acapetahua, no se observe una sola brigada médica recorriendo las calles afectadas que poco a poco se inundan de un olor nauseabundo. Por estos lugares pasaron o están enterrados cadáveres de personas y animales y no hay cordones sanitarios.

Y JUNTO A la burla de arriba, el coraje de abajo. Miles de personas se hacen cargo de la reconstrucción y arrojan frente al palacio municipal de Tapachula los alimentos caducados entregados por el gobierno; en cada colonia y pueblo afectado se observan familias enteras limpiando solas toneladas de lodo; centenares de hombres construyen puentes improvisados. Aunque el horizonte es incierto, no están paralizados.

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