Usted está aquí: sábado 29 de octubre de 2005 Opinión La política como mercado y como compromiso

Gustavo Gordillo

La política como mercado y como compromiso

1. No cabe duda que los maleficios no duran toda una eternidad. Y si el año pasado me di el gusto de celebrar el triunfo de mis amados Medias Rojas de Boston en la Serie Mundial de beisbol, este año se vuelven a exorcizar los demonios con la primera Serie Mundial que ganan los Medias Blancas de Chicago desde 1917. La corrupción -que no es desde luego ningún producto posmoderno, sino acompaña la vida desde sus orígenes- acabó con un gran equipo y una gran tradición. El historial de los entonces denominados Medias Negras bien podría servir de obituario a algunas conglomeraciones políticas en América Latina que parece serán víctimas de la misma jettatura. Jettatura es como se sabe el nombre italiano de ojo maldito. Para prevenirse contra ese mal, los magos y exorcistas recomiendan que se usen cuernos en el cuerpo. Así es que este es mi consejo para esos partidos que sufren de corrupción en su cuerpo político: usen cuernos. Pero esta disquisición es sólo para resaltar la hazaña de Medias Blancas de Chicago al ganar el campeonato mundial este año en cuatro juegos consecutivos. Esta victoria es tanto más sorprendente porque, aunque su plantel cuenta con buenos bateadores y buenos pitchers, fue el trabajo en equipo lo que les dio el triunfo. Brad Lidge, el relevista estrella del equipo perdedor, Astros de Houston, lo expresó muy bien: sólo hicieron (Medias Blancas) las cosas que se necesitaron. Y Craig Biggio, que apenas bateó para un escuálido .222 de porcentaje en la Serie Mundial, añadió: "Fueron las pequeñas cosas que hicieron aquí y allá lo que les permitió escalar hacia el triunfo". Para mí esa es la moraleja central en la política moderna: se necesitan no grandes jefes carismáticos ni lírica discursiva, sino pequeñas cosas aquí y allá. Yo empezaría por la definición y la puesta en práctica de una concepción de la política.

2. La visión dominante define la política mediante una metáfora. La política es un mercado en el cual se intercambian ofertas electorales ante demandas ciudadanas diversas. Los partidos se comportan como empresas que buscan maximizar sus ganancias. En vez de programas coherentes e integrados presentan listas de ofertas -a la manera de listas de mandado para el supermercado- que buscan captar la variada gama de consumidores organizados en conglomerados o nichos electorales. El producto que se vende es la política, para lo cual se requieren dos fundamentales instrumentos mercadotécnicos: la publicidad electrónica y las encuestas. Las empresas que proporcionan ambos servicios constituyen monopsonios del saber político. Su paradigma es el mismo, aunque sus métodos pueden variar un poco: preservar una definición de la política que favorece su autorreproducción. Por eso no se trata de un mercado competitivo, sino de un mercado imperfecto. Para corregir las fallas de este mercado es necesario aplicar medidas intervencionistas. Pero como se trata de un bien de uso común: la política, estas intervenciones pueden provenir bien sea de los reguladores estatales y sobre todo de la autorregulación de los propios actores políticos. Yo pienso que este debe ser el punto de partida.

3. Para corregir el mercado desde la sociedad lo primero es oponer otra concepción y otra práctica de la política. La política como un conjunto de bienes públicos que sufre sistemáticos bloqueos cuando se convierte en patrimonio de monopolios autodesignados; es decir, cuando se establecen barreras de acceso o de disfrute de ese bien público. En regímenes políticos con débil institucionalidad es consustancial a la actividad política la dialéctica entre el establecimiento y la disolución de barreras de acceso. La política como actividad ciudadana busca regresar a los orígenes como una acción cooperativa para resolver problemas comunes de convivencia, ejerciéndola como una combinación entre embriaguez del discurso y fragancia de los métodos; es decir, sutileza en el planteamiento y sentido de la oportunidad. La fragancia requiere plasticidad orgánica, capacidad de adaptarse a condiciones cambiantes, inclusive shocks inesperados. En el contexto discursivo de la sustentabilidad y de los ecosistemas se conoce a esta capacidad con el término de resilience. Pero el mensaje también requiere cambios. Se busca deliberadamente la polémica para marcar diferencias, pero sobre todo para construir consensos basados en la deliberación y no en el acomodo y la hipocresía. Los temas más polémicos deben ser asumidos desde el primer momento, no eludidos. Se trata de una pedagogía para la construcción de una ciudadanía, no un manual de artimañas para forjar nuevos simuladores.

4. Algunas conclusiones de lo anterior. La política como mercado monopólico está compuesta por varios grandes bloques. La burocracia de los partidos mayoritarios, algunos grandes grupos empresariales y el que surge de las agrupaciones corporativas. No todo grupo empresarial ni toda agrupación gremial, sino sólo aquellas que usufructúan una posición monopólica porque es obvio que tanto los grupos empresariales como las asociaciones de todo tipo son consustanciales para el buen funcionamiento de la democracia. No todos los partidos mayoritarios, pero sí aquellos que están atrapados por personal cuya fortuna está ligada a los negocios políticos. Este juego en el mercado monopólico se alimenta y tiene su coherencia sólo mediante la metáfora del mercado y de sus principales usufructuarios. El mercado monopólico no busca la participación amplia de los ciudadanos. Por el contrario, fomenta el abstencionismo, el cinismo y un comportamiento selectivo a través de la segmentación de los mensajes políticos a distintos nichos ciudadanos. Enfrentar al mercado monopólico de la política requiere construir una coalición ciudadana cuyo principal eje gire en torno a la política como bien público. Es decir, la política como medio de producción de soluciones para la convivencia pacífica.

5. Esta coalición requiere de una diversidad de actores sociales y políticos; de métodos nuevos que no desprecian para nada los medios electrónicos y sus nueva potencialidades en Internet, blogs, radio y televisión, como lo demostró la campaña precursora de Dean en Estados Unidos o la movilización española a raíz del atentado terrorista en Madrid. Pero a diferencia del clásico ortodoxo de MacLuhan, el mensaje está no sólo en el medio, sino en el mensaje mismo.

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