Usted está aquí: sábado 29 de octubre de 2005 Mundo Dos años de crisis en la Casa Blanca

La obsesión por encontrar armas nucleares en Irak, génesis del escándalo

Dos años de crisis en la Casa Blanca

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Valerie Plame y su esposo, el embajador Joseph C. Wilson. La crisis que devino en la renuncia del jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney comenz� 14 de julio de 2003, cuando Valerie Plame fue identificada como agente encubierta de la CIA FOTO Ap Foto: Ap

Nueva York, 28 de octubre. El escándalo que ha llegado a los niveles más altos del gobierno de George W. Bush nació en el verano de 2003, cuando la Casa Blanca proclamaba el triunfo en el frente iraquí de su guerra mundial contra el "terrorismo" y preparaba lo que sería su victoria en el frente interno político: la relección del presidente.

En el ámbito público esta crisis política estalló en una columna publicada por el comentarista político conservador Robert Novak el 14 de julio de 2003. Citando a dos "altos funcionarios del gobierno", Novak identificó a la esposa del embajador Joseph Wilson como Valerie Plame, una agente operativa de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Pero eso no fue el principio. Wilson, quien había sido enviado por la CIA a Níger para evaluar sospechas de que el régimen de Saddam Hussein buscaba adquirir uranio para un supuesto programa de armas nucleares en febrero de 2002, regresó para informar a la agencia que no había ninguna prueba.

A pesar de ello, Bush, en su informe presidencial al Congreso en enero de 2003, repitió la información ya comprobada como falsa, y su gobierno continuó usando esa acusación en otros foros como parte de su justificación para ir a la guerra, la cual empezó en marzo de 2003.

El 6 de julio de 2003 Wilson decidió denunciar públicamente lo que caracterizó como inteligencia "torcida" por el gobierno para justificar el conflicto, en un articulo que firmó y publicó en el New York Times.

Ese mismo día apareció una nota en el Washington Post sobre el mismo tema, incluyendo partes de una entrevista con Wilson, y el embajador también participó ese fin de semana en el programa de televisión nacional Meet the Press para hablar en torno al asunto.

Cuando apareció la columna de Novak una semana después, Wilson y otros señalaron que era venganza de la Casa Blanca por su denuncia de la manipulación de inteligencia.

Ahora se sabe, por la investigación y las acusaciones formales contra Lewis Libby, jefe de equipo del vicepresidente Dick Cheney, que desde finales de mayo y durante junio Libby realizó averiguaciones sobre Wilson y su esposa. De hecho, una de las personas que le informaron de la identidad secreta de la esposa fue su propio jefe Cheney, el 12 de junio.

Durante ese mes, Libby y Karl Rove -su colega y estratega político de Bush y subjefe de gabinete- comentaron el nombre de Wilson y, por lo menos Libby, el de su esposa con al menos tres reporteros: Judith Miller, del New York Times; Matt Cooper, de la revista Time, y Tim Russert, de NBC News. Aún no se sabe si estos dos funcionarios fueron las fuentes para la columna de Novak.

El 26 de septiembre el Departamento de Justicia y la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) iniciaron una investigación criminal formal sobre si hubo divulgación no autorizada de información clasificada de la identidad secreta de Valerie Plame a diversos periodistas antes del 14 de julio de 2003 (fecha de la columna de Novak).

El 29 de septiembre, al intensificarse el debate sobre la filtración, el vocero de la Casa Blanca, Scott McClellan, aseguró que Rove nada tenía que ver con el asunto y que cualquier funcionario de la Casa Blanca que hubiera participado en la filtración sería despedido.

El 30 de septiembre el presidente Bush se comprometió a que la Casa Blanca ofrecería plena cooperación, y advirtió que el mandatario era el primero que deseaba saber si hubo una filtración por parte de su gobierno y que habría consecuencias si alguien había violado la ley.

El 30 de diciembre Patrick Fitzgerald fue nombrado fiscal especial para encabezar la investigación del Departamento de Justicia.

Libby, Rove y otros funcionarios fueron entrevistados por agentes de la FBI, y durante los siguientes meses serían obligados a declarar ante el gran jurado.

En junio de 2004 el propio presidente fue entrevistado por fiscales del caso en la Casa Blanca, pero no bajo juramento.

En agosto de 2004 la reportera Judith Miller del New York Times fue citada para declarar ante el gran jurado, y la empresa periodística inició una lucha legal para evitarlo, al defender el derecho de proteger fuentes confidenciales bajo el principio de la libertad de expresión. El reportero de Time Matt Cooper también rehusó al principio.

En 6 de junio de 2005 Cooper, señalando que su fuente le otorgó permiso para divulgar su identidad, aceptó presentarse ante el gran jurado. El mismo día la reportera Miller fue encarcelada por negarse a obedecer la orden judicial de presentarse a declarar ante el mismo gran jurado.

El 29 de septiembre de 2005 Miller fue liberada cuando, según ella, recibió permiso explícito de su fuente, Libby, para declarar sobre sus intercambios. Además consiguió la garantía del fiscal de que no sería interrogada sobre otras fuentes confidenciales.

El 28 de octubre Libby es formalmente acusado de perjurio, falso testimonio y obstrucción de la justicia.

 
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