Un toque mágico
Entre la vasta discografía de Nusrat Fateh Ali Kahn destaca un álbum valiosísimo por su carácter extensivo, abierto, hacia otros horizontes musicales: Magic Touch (discos Music Club), grabado por el maestro Bally Sagoo, quien entrepierna el canto de Nusrat Fateh y su grupo Party con sus dispositivos electrónicos para crear un ente fascinante, una música a caballo entre la tradición milenaria y el futuro.
Expande las virtudes de la música qawwali, que de manera intrínseca forma una tensión entre las repeticiones rítmicas de las líneas percutidas. El qawwali introduce en consecuencia implicaciones nuevas y metáforas, otorgando siempre un contexto de frescura. Algunas veces el cantante (y en esto Nusrat Fateh es el intérprete por antonomasia, el elegido) repite una frase o una oración, indicando no sólo el contexto oculto, develándolo, y lo repite y lo repite tantas veces hasta agotar el significado, en un estado de saturación, como un mantra, y el resultado atañe entonces a un estado de pureza y una morfología sonora que trasciende las barreras linguísticas. Un prodigio. Una poética preñada de imágenes que anidan en el subconsciente y nos elevan. Esta música explora las técnicas dancísticas como vías al éxtasis, las repeticiones hipnóticas de nombres sagrados para enaltecer una forma musical eminentemente en trance.
Cuando canta, Nusrat Fateh, cuyo físico era una montaña humana preñada de ternura, perla su rostro de sudor de una manera diamantina. En medio de su voluminosa figura, ojos cerrados, gesto en éxtasis, solía aparecer de pronto un pañuelo blanco, diminuto en relación con sus atuendos sufis, para recoger ese perlado húmedo de entre su frente. Ese perlado húmedo que se escancia entre su música sublime. Un regalo de alegría.