Testimonios zapatistas tras el desastre de Stan
"Paró el agüita y al rato la tierra se nos vino encima"
Alertan sobre riesgo de más deslaves en la Sierra Madre
Ampliar la imagen Deslaves en una comunidad zapatista de la sierra de Chiapas FOTO Hermann Bellinghausen Foto: Hermann Bellinghausen
Municipio Autonomo Tierra y Libertad, Chis., 29 de octubre. La Sierra Madre del Sur quedó agrietada por el paso del huracán Stan, y poblados enteros, o lo que quedó de ellos, están en peligro de que nuevos deslaves los arrastren. La tierra está blanda en los ejidos del municipio oficial de Siltepec, donde, si no se toman las precauciones necesarias, una nueva tragedia puede ocurrir.
"Es triste. Para nosotros esto es una gran historia, porque nunca habíamos visto esa desgracia. De toda la gente corría sus lágrimas. Yo tengo 47 años y no me imaginé ver eso. Esa infeliz noche había estrellas, ya había pasado el agua, estaba clarito. Nadie pensaba lo que iba a ocurrir", recuerda Mateo, zapatista de Toquián, padre de 13 hijos, todos seguiditos.
Habla de las noches del 4 y 5 de octubre, cuando, "después de dos días de lluvia, de repente paró el agüita, se oyeron los tronidos de la tierra y al rato se nos vino encima. El panteón entero se bajó de su lugar, y ahí andaban algunas cajas nadando por el río". Ahora, continúa, "nos quedamos corriendo riesgos, porque todo está muy cortado, muy partido, pues. La tierra está blanda, ya no aguanta otra agua. Ya no hay confianza de estar ahí, y por eso vamos a buscar dónde nos ubicamos como zapatistas", afirma.
Después de Stan, habitar el ejido Toquián y sus barrios Las Nubes y La Laguna es peligroso. Un enorme deslave deslizó decenas de casas con todo y patios. "Fue como si sólo se hubieran cambiado de piso", pues conservaron paredes y techos.
En la sierra chiapaneca hay aproximadamente 300 bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) afectadas por el huracán, entre los que perdieron la totalidad de sus casas, cafetales y milpas, y los que, conservando sus casas, habitan en el área de riesgo.
Las primeras autoridades en llegar a la zona fueron las de la junta de buen gobierno de La Realidad. Dos días después "llegó el helicóptero del gobierno, pero le daba miedo bajar, porque de por sí aquí la tierra está floja", cuentan los pobladores.
Nicolás, del barrio Las Nubes, relata que su poblado, ubicado entre el ejido Cruz de Piedra y una parte de La Laguna, "quedó falseado en medio de dos comunidades hundidas". Aquí son sólo cuatro las viviendas zapatistas afectadas. Una se derrumbó totalmente y las otras tres se están cayendo. Asimismo, a consecuencia de tantos días incomunicados, se presentaron casos de disentería y enfermedades respiratorias. El gobierno, señalan las familias rebeldes de Toquián, "sabe que esta zona es de alto riesgo, pero ni a su gente están previniendo".
La cabecera municipal de Siltepec también sufrió daños, pues quedó incomunicada y sus pobladores perdieron milpas y cafetales. En esta ciudad hay 53 zapatistas albergados en una pequeña casa de las orillas.
La tierra se movió
Cosas nunca antes vistas, como laderas que "enaltan" y pueblos y riberas que "desplayan", milpas y cafetales que se deslizan en pie a tierras de otro propietario, "planes" que deslavan, casas y escuelas que caen 10 y 20 metros ladera abajo sin destruirse, aunque ya no quedaron habitables. Pastizales y cafetales que se hundieron como si los tragara la tierra. Hatos de ganado atrapados en los "callejones" entre los bloques de cerro desplomado, y así se salvaron.
¿No dice Mateo que hasta lo soñó una noche antes? "El bañito de mi casa hizo la señal. Tronó todito. Dije a la gente que va a haber algo, que la tierra se está moviendo. Y no me creyeron, hasta que empezó". Rubén, otro zapatista de Toquián, cuenta en el solar de su casa de adobe que el derrumbe fue "de abajo para arriba, porque el derrumbe subía", y hasta el camino se "descayó". Señalando hacia las alturas del pueblo de Siltepec, al otro lado de la honda y monumental cañada que los separa, agrega: "La gente miraba como luces que venían de atrás de los cerros".
Todo esto no es pensamiento mágico o cosas así. Sencillamente, son los efectos particulares de Stan al interior de la sierra de Chiapas, que se agregan a las crecidas de ríos y caídas de cerros, que fueron los fenómenos recurrentes a lo largo de la sierra, la costa y el Soconusco durante la primera semana de octubre, cuando para centenas de miles de personas la vida cambió drásticamente, y más de 70 la perdieron. En los bajos de Siltepec, la crecida del río se llevó casas, plantíos, puentes. Es sólo uno de los municipios serranos afectados. Existen comunidades dañadas o arrasadas en La Grandeza, Bejucal de Ocampo, Motozintla, Bellavista, El Porvenir, Amatenango de la Frontera.
La serranía es alta, y los poblados y ejidos se encaraman hasta perderse en las nubes, literalmente. Como en la sierra de Oaxaca, la neblina es su velo frecuente. No extraña que una comunidad muy alta se llame Las Nubes, tantito más arriba de Toquián, ejido donde varias casas se fueron loma abajo, y algunas desaparecieron. La nueva escuela oficial de cemento cayó cerro abajo con todo y patio, y ahora se ve enterrada en la ladera. Muestran cómo "aflojó la tierra" y piensan "que ya quedó falso".
Desde la escuela autónoma de Toquián, incluso la elevada y casi inaccesible cabecera municipal de Siltepec aparece un poco más abajo. Las familias zapatistas del poblado se reparten el cuidado de sus viviendas en este tiempo de emergencia. Una parte se encuentra desplazada en la cabecera, y otra se regresó "a cuidar nuestras partecitas", como dice Mateo: "Para que no vayan a aprovechar los priístas y perredistas, y quieran expulsarnos y quedarse con nuestras cosas". Ahora, sólo a pie es accesible la comunidad.