4 de diciembre: ayudar a Andrés
Con preocupación se puede observar cómo algunos dirigentes políticos pierden fácilmente la brújula. Se les olvida para qué estamos en la lucha y reducen su universo a pequeñas batallas de mezquindades personales. Utilizan los medios de comunicación para atacar al PRD, a dirigentes del partido, o incluso se alían a quienes nos han combatido desde siempre. Se les olvida que los adversarios son el PRI y el PAN y hasta se dejan apapachar por ellos. Y les importa poco el costo político que tenga un conflicto interno para la lucha por la Presidencia de la República.
El próximo 4 de diciembre se elegirá al candidato del PRD a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. La elección será abierta a toda la ciudadanía. No se necesita ser miembro del partido para poder votar. Esa elección representará un punto de quiebre en la lucha del PRD y de las fuerzas progresistas por la Presidencia.
La elección debe servir para fortalecer a Andrés Manuel López Obrador. Esto tiene que ver con la forma y el fondo de la elección. Si electores, militantes y dirigentes no observan una conducta cívica y apegada a la norma esto puede afectar severamente la imagen del partido y el impulso que se requiere en esta etapa. No debe permitirse que se vuelva a afectar una elección interna del PRD justo en la antesala de una elección presidencial como se hizo en 1999, que tanto dañó entonces la presencia nacional del partido.
La elección también debe servir para posicionar un candidato fuerte a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Coincido con quienes afirman que ésta no es una disputa ideológica entre un precandidato de izquierda y otro que no lo es. Entre uno más perredista que el otro. Los dos son igual de perredistas y desde el punto de vista solamente ideológico su pensamiento es muy parecido. La disyuntiva para los electores se encuentra en discernir fundamentalmente quién puede ayudar más a Andrés Manuel López Obrador a conquistar la Presidencia de la República. Esto significa determinar quién ofrece mayor lealtad a la causa principal; quién ayudaría más a ampliar el gran abanico de alianzas que se requieren hoy en día; quién cuenta con los argumentos y la fuerza discursiva para disminuir al máximo al PRI y al PAN en la capital; quién puede reivindicar con mayor convicción la obra realizada por López Obrador en la ciudad de México para hacer de ese discurso una plataforma de fortalecimiento de la campaña presidencial. Sí importa quién es el candidato al Distrito Federal. Y serán los electores quienes decidan con quién se fortalece el proyecto nacional.
La lucha de 2006 no es una lucha local. En el Distrito Federal el perredismo ya ganó el gobierno. Se trata ahora de que el perredismo capitalino ayude a ganar la Presidencia del país. Pecaríamos de soberbia si pensamos que la sola inercia nos permitirá mantener el posicionamiento actual. Los adversarios vienen con todo. Tienen todo el dinero del mundo y están comenzando a hacer todas las trampas posibles. La encuesta que publicó el periódico Reforma, en la que coloca a Felipe Calderón sólo un punto por debajo de Andrés Manuel López Obrador, ya ha sido desmentida por la encuesta del diario El Universal, que coloca a Calderón 12 puntos debajo de López Obrador. Esto es sólo la muestra de la falsificación a la que son capaces de llegar. La tregua del IFE pretende silenciar a Andrés Manuel para darle un mes de campaña abierta al presidente Fox en favor del PAN y su candidato. La justicia a modo en Quintana Roo y la administración de los videos de Ahumada son apenas la punta del iceberg de lo que será la gran ofensiva de 2006.
En la lucha por la Presidencia de la República, el PRD ha ido tomando las decisiones estratégicas más acertadas. Tiene un muy buen candidato. Abrió una parte de sus candidaturas a personalidades externas. Concretó la alianza con el PT y con Convergencia. Y ahora corresponde tener un buen candidato en el Distrito Federal para reforzar la lucha nacional.