Reconoce el jurado su contribución ''para enriquecer el legado literario hispánico''
Sergio Pitol, tercer mexicano en conseguir el Premio Cervantes
Superó a destacados escritores como Mario Benedetti, Alfredo Bryce Echenique y Juan Marsé
Fuga y viaje, palabras cruciales en quien combina una vida errante con su infatigable curiosidad
Ampliar la imagen Sergio Pitol ya es "un autor de culto" FOTO Jos�arlo Gonz�z Foto: Jos�arlo Gonz�z
Madrid, 1º de diciembre. Sergio Pitol, escritor errante capaz de fundir a su narrativa su vasta memoria literaria, fue reconocido hoy con el Premio Cervantes 2005, con lo que se convierte en el tercer autor mexicano en obtener este galardón, junto a Octavio Paz (1981) y Carlos Fuentes (1987).
El jurado decidió reconocer la obra de Pitol por su importante ''contribución para enriquecer el legado literario hispánico".
Destacados escritores como Mario Benedetti, Juan Marsé y Alfredo Bryce Echenique fueron superados por el autor de El arte de la fuga.
Después de varias votaciones, finalmente la ministra de Cultura de España, Carmen Calvo, anunció que Sergio Pitol había sido elegido por mayoría como el nuevo ganador del Premio Cervantes, a propuesta de la Real Academia de la Lengua.
Fusión de géneros
Pitol nació en Puebla, en 1933, si bien desde muy pequeño se trasladó a vivir a un pequeño pueblo cañero de Veracruz, El Potrero, donde transcurrió su primera infancia y conoció por primera vez, gracias a su abuela, que cuidaba de él en sus largos periodos de enfermedad, las novelas de aventuras de Julio Verne y Charles Dickens.
Así nació su gusto frenético por la literatura y, de alguna manera, el germen de lo que sería posteriormente su particular estilo literario, en el que conviven de manera incestuosa sus recuerdos, reflexiones y anotaciones de diarios, sus opiniones de todo tipo de libros y autores y sus largos viajes por Europa central y Asia.
Pitol, quien actualmente vive en Jalapa e imparte clases de literatura en la Universidad de Veracruz, es considerado por la crítica como ''autor de culto", es decir, un escritor venerado casi en silencio por un colectivo de incondicionales lectores, tanto en México como en España.
Pero la relación de Pitol con la escritura y la cultura no sólo se ha manifestado mediante sus cuentos, novelas y poemas, sino también con sus valiosas traducciones de autores eslavos desconocidos hasta entonces en lengua española, como Anton Chéjov, así como por su trabajo de diplomático mexicano en varios países de Asia y Europa central, pues vivió largas temporadas en Varsovia, Praga, Budapest, Moscú y Pekín.
Su vida errante y su infatigable curiosidad por los rincones más inhóspitos del mundo ocupan un lugar de privilegio en su obra literaria, en la que hay dos palabras cruciales: fuga y viaje.
De la primera, Pitol sostiene que es ''casi como un universo, que tiene varios contenidos y es, al mismo tiempo, como un espejo de mi vida"; de la segunda, dice: ''El viaje es el elemento que más he utilizado para la ejecución de la fuga, para descubrir los contrastes morales, éticos y estéticos de cómo veo el mundo".
Otro de los rasgos de su literatura es la aparente ''anarquía" del texto, en el que conviven todos los géneros literarios y se imbrican sus reflexiones personales con sus vivencias, opiniones o recuerdos de infancia.
Precisamente ésta fue una de las razones que adujo el jurado del Premio Cervantes para concederle el galardón, al reconocer además ''su tarea como traductor, su doble dimensión de novelista y ensayista, su capacidad de adelantarse a lo que son las tendencias más acentuadas en los últimos años de lo que es la novela abierta, que integra no sólo narración, sino la reflexión y el ensayo, es decir, una fusión de géneros", según el director de la Real Academia de la Lengua, Víctor García de la Concha.
Trilogía autobiográfica
Pitol publicó recientemente la última entrega de lo que denomina su ''trilogía autobiográfica", que forman El arte de la fuga, El viaje y El mago de Viena. En esta última, desnudó en un párrafo la visión que tiene de su escritura, siempre bajo la máxima que aprendió de Antonio Tabucchi -de ''desconfiar de los escritores que no desconfían de sus propios libros". Pitol señala en El mago de Viena: ''Me inicié en la escritura a mediados del siglo pasado. En el año 1956 para ser preciso. Fui yo el primero en asombrarse de haber dado ese paso. Mi relación con la literatura se inició desde la infancia; tan pronto como aprendí las letras me encaminé a los libros. Puedo documentar la niñez, la adolescencia, toda mi vida a través de las lecturas. A partir de los veintitrés años, la escritura se entreveró con la lectura. Mis movimientos interiores: manías, terrores, descubrimientos, fobias, esperanzas, exaltaciones, necedades, pasiones han constituido la materia prima de mi narrativa. Soy consciente de que mi escritura no surge sólo de la imaginación, si hay algo de ella su dimensión es minúscula. En buena parte la imaginación deriva de mis experiencias reales, pero también de los muchos libros que he transitado. Soy hijo de todo lo visto y lo soñado, de lo que amo y aborrezco, pero aún más ampliamente de la lectura, de la más prestigiosa a la casi deleznable. Algunos vasos comunicantes no fácilmente perceptibles transmiten lo que soy yo a mi lenguaje y lo que el lenguaje es a mí. Por intuición y disciplina he buscado y a veces encontrado la Forma que el lenguaje requería. En pocas palabras eso es mi literatura".
Ha publicado cuento, poesía y novela. Además, ha recibido premios literarios, entre ellos el Nacional de Novela de México, el Xavier Villaurrutia, en 1982 y el Gran Premio de la Asociación de Cultura Europea.
Sergio Pitol recibirá el galardón el próximo 23 de abril en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, donde ofrecerá un discurso solemne y se le entregarán la placa de honor y 100 mil dólares.