Usted está aquí: sábado 3 de diciembre de 2005 Opinión Conclusiones de Salónica 2005

Leonardo García Tsao

Conclusiones de Salónica 2005

La afortunada presencia del cine mexicano en el 46 Festival Internacional de Cine de Salónica se vio rematada por el otorgamiento del Alejandro de Plata, premio especial del jurado (acompañado por un cheque por 22 mil euros), a Sangre, opera prima de Amat Escalante. Sin revelar el voto confidencial de mis compañeros de jurado, puedo decir que a más de la mitad le interesó la película mexicana aunque, por consenso, se expresaron objeciones contra un final sacado de la manga y una mirada desdeñosa hacia sus personajes.

En cuanto a los otros premios, la gran favorita fue la producción belga-holandesa Een ander zijn Geluk (La felicidad ajena), de la debutante Fien Troch, ganadora del premio Alejandro de Oro, el premio en ex aequo a la mejor actriz (Ina Geerts), al mejor guión y una mención especial a la actriz secundaria Natali Broods.

Debo añadir que el presidente del jurado, el cinefotógrafo Vittorio Storaro, fue un modelo de diplomacia y respeto a la hora de la deliberación final. Uno pensaría que alguien con semejantes credenciales podría adoptar una pose arrogante o despótica. Sin embargo, Storaro presidió la sesión de una manera tan equilibrada que, a pesar de las posiciones encontradas, todo se realizó bajo un ambiente de cordialidad a lo largo de las cuatro horas que duró el asunto. Al final, reinaba un ambiente fraternal entre la cineasta griega Antonietta Angelidi, el productor alemán Ulrich Felsberg, el cineasta neoyorquino Lodge Kerrigan, el actor africano Sotiguí Kouyaté, la actriz belga Natacha Regnier, Storaro y un servidor, porque los premios nos parecieron justos y apropiados.

Dentro de las actividades de la retrospectiva del cine mexicano, hubo la semana pasada una conferencia en la que participaron los cineastas Carlos Carrera, Carlos Cuarón, Amat Escalante y Carlos Reygadas; los productores Jaime Romandía y Jorge Sánchez; la representante de Imcine, Susana López Aranda, y quien esto escribe, en funciones de moderador. Para ninguno de los conferencistas hubo revelación alguna. Los temas fueron los mismos de siempre, básicamente la exposición sobre las dificultades habituales del cine mexicano y las quejas sobre la insuficiencia del Imcine, la voracidad de distribuidores y exhibidores, etcétera. Lo curioso es que el buen número de asistentes señalaron que el cine griego sufre exactamente de lo mismo, con el inconveniente de no contar con una proyección en el panorama internacional como la que goza, a veces, nuestro cine.

En efecto, las películas griegas en competencia -Glikia mnimi (Dulce memoria), de Kiriakos Katzourakis y Kinetta , de Yorgos Lanthimos- fueron de las que se eliminaron con mayor rapidez de las deliberaciones del jurado. Ambas pecaron de ser demasiado ambiciosas -la primera era un incomprensible thriller con extrañas perversiones de por medio, la segunda un abigarrado ejercicio en remedo tarkovskiano con referencias a Palestina, el exilio ruso y otros temas trascendentes- sin poseer la solvencia narrativa para cumplir sus intenciones.

Igual de categórica fue la indignación contra la postura del Ministerio de Cultura griego, que el mismo día de la entrega de premios había anunciado recortes a los fondos para el cine. O sea, allá también tienen a su Sari Bermúdez. Eso sí, los cineastas griegos no cuidan las formas a la hora de expresar su inconformidad. Durante la ceremonia, varios de los que subieron al podio aprovecharon la presencia, en primera fila, del viceministro de Cultura, Petros Tatoulis, para increparlo directamente. Al funcionario no le quedó otra que adoptar una permanente sonrisa de comemierda.

No obstante el buen resultado del festival de Salónica bajo la nueva administración, la opinión general coincidió en que había crecido demasiado; 254 películas significa acercarse a las dimensiones imposibles de un Toronto. Un poco más de mesura en las ambiciones del festival, no arriesgaría para nada su estatus en la zona balcánica y su importancia para la cinematografía local.

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