OMC: El camino a Hong Kong | 5 de diciembre de 2005 |
FRACASO
ANUNCIADO
Las expectativas de la reunión ministerial de mediados de diciembre sí pueden cambiar, pero sólo en un sentido: siempre hacia abajo. Poco se espera de la cumbre de ministros de comercio de148 países que buscan fijar reglas para una nueva ola de liberalización del comercio mundial. Quizá ya el único resultado que se espera es que sigan las negociaciones el próximo año. Paulo Sotero, Washington En un mundo ideal, los representantes de los 148 países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) deberían estar ahora inmersos en un intenso trabajo para determinar cómo reducir las barreras arancelarias y no arancelarias a que se comprometieron cuando se lanzó la actual ronda de negociaciones sobre la liberalización del comercio global, en noviembre de 2001, en Doha, capital del emirato de Qatar. La idea impulsora en Doha fue privilegiar el tratamiento de la agricultura, con énfasis en los recortes de los subsidios que distorsionan los intercambios que se aplican en las naciones de la Unión Europea (UE), Estados Unidos (EU) y Japón. El objetivo era concentrar los beneficios de la liberalización en las naciones más pobres. Por eso, el proceso iniciado en Doha fue bautizado, oficialmente, como Ronda del Desarrollo. En el mundo real, faltando unos días para la apertura de la sexta reunión ministerial de la OMC en Hong Kong, el próximo día 13, los indicios son de que la promesa de Doha será frustrada y que los países industrializados, especialmente la UE, no honrará el compromiso que asumió ante la comunidad internacional de practicar lo que pregona y permitir que las reglas del mercado abierto rijan también en el hoy altamente regulado comercio global de productos agrícolas. Esta conclusión se tornó ineludible tras el fracaso de una tentativa más de romper el conflicto creado por la insistencia europea por invertir el orden de las negociaciones y condicionar cualquier nueva oferta sobre los métodos de reducción efectiva de las barreras al comercio agrícola a un correspondiente gesto de apertura de los mercados de bienes industriales por los países en desarrollo. Esta vez estaba en disputa un texto de 42 páginas preparado por el director de la OMC, el francés Pascal Lamy, como base para buscar un entendimiento mínimo en Hong Kong, discutido en las últimas dos semanas. El texto era propositivamente vago y rondaba en cuestiones espinosas, con la esperanza de abrir el camino para un entendimiento mínimo y permitir el avance y la conclusión de las negociaciones durante 2006. "Nos gustaría tener ya un texto más operativo, pero aquí estamos", dijo al grupo de negociadores de los países clave reunidos en Ginebra, hace un par de semanas. El texto refleja un modesto progreso alcanzado por los negociadores en los últimos 18 meses para elaborar las nuevas reglas sobre la defensa comercial, como el antidumping, que devino en neoproteccionismo, y en medidas para mejorar el procesamiento de los productos en las aduanas de los países. Pero no se ofrecen fórmulas para el recorte de tarifas, cuotas y subsidios agrícolas o de las barreras al comercio de los bienes industriales. El último domingo de noviembre, luego de 10 horas de reuniones, los delegados reconocieron que lograron un consenso sobre el texto ofrecido por Lamy y abandonaron el encuentro sin saber cómo será la declaración que supuestamente emitirán los ministros al final del cónclave de Hong Kong, el 18 de diciembre. "Fue una tragedia", expresó el embajador de Brasil en la OMC, Clodoaldo Hugueney. "Los europeos dijeron, más de una vez, que no están dispuestos a moverse", afirmó un diplomático mexicano. "La cosas van mal." El texto de Lamy expuso las propuestas de los distintos países. "Si eso se mantiene hasta Hong Kong, no se entiende para qué hacer uma conferencia ministerial", afirmó Hugueney. Divergencias Acceso a los mercados Las tarifas de importación de productos agrícolas son la forma más directa de control de acceso al mercado. Son tan altas en las naciones ricas, que los productos de los países emergentes, por más competitivos que sean, quedan bloqueados. Ejemplo: el azúcar brasileña paga 311 por ciento de arancel para entrar a Japón. Eso representa un aumento excesivo del precio para el consumidor que comparte la carga del precio con el productor por la protección al fabricante local. En ese campo se debate la relación del Grupo de los 20 (G-20, integrado por países en desarrollo, como China, India, Brasil y México) con la UE. Bruselas propuso una reducción media de 39 por ciento a las tarifas impuestas a las importaciones agrícolas. El G-20, liderado por Brasil, insiste en un recorte de por lo menos 54 por ciento. Aun así esto puede no significar una reducción de las barreras a los bienes agrícolas de los países más competitivos. La razón es que los europeos insisten en mantener 8 por ciento de sus productos en la categoria de "sensibles", es decir, protegidos por tarifas elevadas. Estos representan 160 clasificaciones tarifarias que incluyen: carne, pollo, etanol, azúcar y trigo, en los que Brasil es muy competitivo. El G-20 quiere limitar los sensibles a 1 por ciento de los bienes importados por los europeos. Según el Banco Mundial, "si los países sucumben a la tentación política de limitar el corte de las tarifas de los productos agrícolas más sensibles, la mayor parte de las ganancias potenciales de Doha se puede evaporar". Subsidios En esta cuestión, cuyos efectos resienten más directamente los agricultores mexicanos, el adversario del G-20 es EU. Ese país elevó su apoyo a los agricultores de 7 mil millones de dólares en 1997 a 18.3 en 2004. La UE registró en la OMC un techo para subsidios de 120 mil millones en el año. De acuerdo con una reforma interna de la Política Agraria Común (PAC), ese valor se reducirá a 27 mil millones en 2008, cuando se empezarían a implementar los acuerdos de Doha si concluye satisfactoriamente. En las negociaciones en Ginebra los europeos proponen que sus subsidios se reduzcan a 36 mil millones anuales, o sea 9 mil millones más de lo que autoriza la PAC. Sumados, los subsidios de EU y la EU en 2008 serían de 50.3 mil millones de dólares. Ello equivale a todo el agronegocio de Brasil en 2003. Si no se superan las diferencias entre europeos, estadunidenses y el G-20 se dispara el mundo ideal de un comercio más abierto. El G-20 ya indicó que prefiere que no haya acuerdo a llegar a un mal acuerdo § * Corresponsal del diario brasileño O Estado de Sao Paulo en la capital estadunidense |