Poseído por Dostoievski
Ejem. Las fuentes de la literatura son varias: la realidad, la fantasía, el inconciente, el deseo, el delirio, la saudade. Desde La Odisea al menos, también la literatura es fuente de la literatura. Todo es paráfrasis, comentario, digresión, plagio o pretencioso agiornamiento de viejos cuentos: Ulises y Gilgamesh y Quijotes, Scherezadas, Juditas. Desde las Metamorfósis y la Eneida al pastiche genial de Joyce o Borges. Historias y personajes se repiten, creen que se repiten, y lo sueñan o comprenden.
La modernidad voraz necesitó hacer de los novelistas personajes. No me refiero a autores que hacen sus historias de sí mismos, sino a los que devienen personajes de otro. Kafka y Dostoievski. Las latitudes del primero residen en él mismo y son escencialmente poéticas. En cambio Dostoievski es él y sus personajes o demonios, sus héroes, criminales, viciosos, idiotas, putas, inquisidores y víctimas. Y su epilepsia, su pulsión por la ruleta, su historia de amor, su expediente policiaco.
La poesía, que para ser no necesita ser literatura, posee la libertad de tomar de ésta lo que sea, pues en el ámbito de su voz no hay más límite que el lenguaje mismo.
Hubo en Corea del Sur un poeta, que murió el 29 de noviembre del año pasado en una noche oscura. Tenía 82 años. Era considerado el poeta más importante y querido de su país. Las sociedades orientales quieren a sus poetas. Testigo del siglo, Chun-su Kim bebió fuentes occidentales para cantar y retratar el entorno del mundo, la naturaleza, la guerra de los años 50, la patria dividida, el cruel paisaje de la mente. En 1997, al final de su vida, publicó una pequeña pieza extraordinaria, Poseído por Dostoievski (traducción al castellano de Sun-me Yoon y Sung-kee Kim, Ediciones Bassarai, Vitoria-Gasteiz, 2001), donde los personajes del buen Fedor hablan a solas, a la manera de la Antología Griega y los difuntos de Spoon River.
El día que comienza el invierno, Alioscha escribe sobre su hermano Iván a Smerdiakov, y la sombra de Stalin estremece al poseído: "Los nervios de los testículos de nuestro padre/ huelen a granadas pasadas./ Que hay que aplastarlas, /que si Dios no existe se puede hacer cualquier cosa, /así busca una justificación mi hermano Iván ./ Se ha terminado la revolución, pero vas a ir a México con un hacha /para matar esta vez a un antiguo compañero. ¿No es así?" En su respuesta, Smerdiakov confirma un mundo, no sin dios ni pecado, sino mucho peor: "Por entre el cielo y la tierra/ pasa rozando una sombra llevando un hacha. Es tu hermano Iván/ que se va a México".
Chun-su Kim nació el mismo año que José Saramago, en 1922, y fue poeta toda su vida. Sus primeras obras, líricas y paisajísticas, se supone que nadan en la vena de Rilke, pero a lo oriental. La guerra coreana lo arrojó al sin-sentido existencialista y peregrinó de Husserl a Marx y Freud en Seúl bajo las bombas, para quedarse con el individuo y el desencanto ("lo que arrebató el fuego, lo que arrebató el cielo, lo que arrebataron la hormiga y el escarabajo, /lo que arrebató el hambre, /devuélveme lo que me arrebataron".
La conciencia se libera para caer curiosamente en una fugaz retórica cristiana que lo arroja a su "tercera etapa" (los comentaristas y estudiosos respetan la periodización que propuso el propio Kim), cuando supera el sin-sentido, y la visión trágica lo reconcilia consigo mismo. Entonces escribe Poseído por Dostoievski, con un "antiguo sentimiento de deuda". Sus traductores al castellano señalan: "No se trata de una imitación, pues detrás de las voces llenas de vida de los personajes de Dostoievski se escucha como una segunda voz al propio Chun-su Kim, quien aporta el sentido totalizador y la peculiar visión del mundo de un artista formado en oriente".
Lectura y relectura de una pasión, Chun-su Kim encontró en los seres de Dostoievski la clave de las metamorfosis, el escatológico encuentro con la muerte, el destino, la desesperación, la ternura. Raskolnikov escribe a Sonia: "El cuerpo entero está lleno de ojos; tú que me miras con todo tu cuerpo eres, pues, un ángel". La mirada salva o condena. Iván Karamazov escribe a su hermano Aliosha: "A mí, que no creo en Dios, tus ojos que me miran me parecen demasiado grandes./ Están llenos de cielo".
Stavrogin declama, terrible. Smedriakov se ilumina a pesar de que Dimitri Karamazov dice: "según supe/ Smedriakov es puro mocos". La puta Natasha, los príncipes Myshkin y Valkovski, el abate Zózima, el idiota, el inquisidor, la difunta Nelly. Los humillados y ofendidos del mundo de un tirón se hacen presentes. Chun-su Kim explica con sencillez: "La poesía consiste en extraer las imágenes de las cosas; dicho de otro modo, es un trabajo de 'encarnación'".
Cuántas veces el vituperio de traidor hace olvidar que el traductor es un autor, y que hay muchas maneras de trasvasar las voces, aunque sea necesario volver al principio e inventar todo de nuevo.
(Para Sergio Pitol)