Si no hago caos no estoy a gusto, un concierto con caras largas vale madre, explica
Armando Palomas: "el diablo me sopla al oído"
Apologista de los excesos, seguidor de los sin futuro, versificador de lo impensable y representante de una generación extraviada entre el rock pop, el heavy metal, el hip hop y el bolero ranchero, Armando Palomas se ha convertido en el rapsoda rocanrolero por antonomasia y actualmente es el rolero más polémico.
Palomas ha realizado más de media docena de discos, siendo Llamadas perdidas el más reciente; estas grabaciones han agotado sus tirajes de forma sui generis: venderlas en las tocadas que el propio Palomas consigue en varias ciudades del país. A pesar de este éxito relativo, Armando pasa inadvertido para las grandes compañías y por tanto para el gran público.
En una concurrida taquería de Alvaro Obregón, colonia Roma, entre tacos de bistec y agua de piña, Armando refiere, sin perder su acento abajeño, que "nací en los 60 en Aguascalientes, en la colonia Héroes, allá por el ferrocarril; mi papá era ferrocarrilero, estibador. Yo quería ser beisbolista: jugar beisbol a nivel profesional. Pero en mis sueños tocaba guitarra y cantaba para la gente. Decía yo: 'ah, chingá, si no sé ni tocar guitarra'. Pero un día llegó un primo a vivir a la casa; él tocaba guitarra clásica. A ver güey, ¿qué es esto? Así, preguntando, empecé a tocar y a los 13 años me dio por escribir canciones y me di cuenta de una cosa: como estaba muy pinche feo desde morro, descubrí que la música y la guitarra eran un arma bien cabrona para ligarse a las mujeres. Mucho del rollo de la composición fue por la onda de conseguir chavas... Y hasta la fecha eso no ha cambiado".
El inicio de la carrera de Palomas se dio, lugares comunes aparte, con una banda de su calle al ganar un concurso, pero que no pudo sostenerse por falta de sitios donde tocar. "La banda se llamaba La Clica. Nos ganamos un video -hasta salimos en la tele- y una grabación. Sabíamos que el rock no es redituable y aun así empezaron las broncas: un día en una muestra de rock, los de La Clica me dejaron colgado. Yo dije, vale madre, qué voy a hacer. Lo que hice fue conseguir una guitarra de palo y me trepé a tocar; no las canciones de La Clica, sino inéditas mías. Y me fue poca madre, mucho mejor que con el grupo. 'Güey, de aquí soy', dije. Allí empezó el rollo, vendí un carro -era 1996- y grabé un disco. Así surgió Armando Palomas y la veladora."
Palomas organiza una nueva banda con la que tiene su primera salida al estado de Guanajuato y su primera grabación. "Mi primer disco en serio fue en el 97: Armando Palomas y La Veladora, después Matarile lileron , Coyoacán tequila, En vivo, La llorona Pérez, Echenme aguas, Puros besos, Crónicas veladoras y el más nuevo, Llamada perdidas, el de la encuerada."
Catarsis entre canción y canción
Estar en un concierto de Palomas es integrarse a un desfogue emocional, que va de la carcajada a la introspección o la invitación -mitad en broma, mitad en serio- a darse un toque. "Siento que mis presentaciones no se parecen una a otra, precisamente por la improvisación, por el rollo de que el diablo me sopla al oído y eso lo externo. La onda de brincar de una canción desmadrosa a una canción cachonda, o a una canción contestataria, provoca catarsis; para mí es chingón que se provoque eso, ese caos del cual me encanta formar parte. Si no hago caos no estoy a gusto. Una tocada con muchos aplausos, pero con caras largas vale madres. Armando Palomas es el mismo cabrón arriba y abajo".
Mis rolas, escritas en hoteles
La pregunta más recurrente en las presentaciones de Palomas es si toca rock. "Me ubiqué en el rock principalmente porque la primera banda en la que participé traía un rollo blusero más cercano a éste. Pero yo no tenía el rollo de encasillarme; de hecho no estoy casado con equis corriente; pero, la neta, llegué a pensar que sí me estaba encasillando, pero en el puro desmadre; por eso hice Puros besos, por eso le llegué a La llorona Pérez, que es algo más mexicano. Creo que lo que me ubica como roquero es la actitud, el rollo contestatario y el humor negro. Estas características -que el rock de aquí ha perdido o las ha abandonado- las tengo yo; por ejemplo, los llamados rupestres -de los que soy parte... o a lo mejor no- están clavados en hacer ciertas cosas, llevan ciertos esquemas para hacerlas, y quizá lo que a mí me separa es que le he llegado a otras propuestas, al huapango, al hip hop y a ser como soy: un güey vulgar, borracho, soez, valemadrista. Además, estoy orgulloso de mis chingaderas y no tengo esa seriedad que imponen los rupestres; ¿grupero?, pues tampoco, no tengo una pinche canción de amor. Mi línea es más sexual, más cachonda. Mis rolas son escritas en hoteles, me las inspiran mujeres bastante valientes."