La prioridad es contar con trabajo, enviar dinero y evitar la deportación, afirman
Los migrantes, más interesados en sobrevivir que en votar: especialistas
Reconocen los esfuerzos del IFE por tratar de revertir la escasa participación
Las reducidas cifras de participación en el proceso del voto de los mexicanos en el extranjero no sorprenden ni a académicos ni a sectores vinculados con organizaciones mexicano-estadunidenses.
Es claro, afirma Graciela Orozco, de la Fundación Solidaridad México-Americana (FSMA), que las prioridades de los migrantes están en otros ámbitos: arreglar su documentación, reunificar a su familia, acumular dinero para enviarlo a sus parientes o defender sus derechos laborales, pero el voto en México no es precisamente una de ellas.
Rodolfo Corona, investigador del Colegio de la Frontera Norte involucrado en los estudios que hizo el Instituto Federal Electoral (IFE) sobre el tema y premio Nacional de Demografía 2003, da cuenta de que los niveles de participación estaban anunciados: "en 2004 realizamos una encuesta sobre el interés en el voto, y de entrada 60 por ciento dijeron sí estar motivados, pero cuando se involucraban otras variables sobre los esfuerzos que estarían dispuestos a hacer para concretarlo, la proporción se reducía hasta 15 por ciento".
La valoración de esta experiencia, afirma por su parte el coordinador de Estudios Estratégicos del Centro de Investigación sobre América del Norte (Cisan) de la Universidad Nacional Autónoma de México, César Pérez, no debe fundarse sólo en el ámbito estadístico. "Hay que hacer una valoración de las cifras; el hecho de que participen por primera ocasión, aunque sea en un número muy menor, implica que hubo un gran avance en la democracia mexicana. Mas allá de valorarlo como un fracaso, debe revisarse cómo incentivar la participación hacia el futuro."
Hay una coincidencia entre las tres visiones: el IFE ha hecho mucho más de lo que le correspondería para tratar de elevar la participación; se han adoptado acciones muy favorables para ello: se ha contactado a organizaciones sociales, se ha buscado incrementar el número de credencializados mediante macromódulos y reduciendo el periodo de entrega del documento en esta temporada vacacional para quienes deseen hacer el trámite, entre otras acciones.
El activismo de las organizaciones de mexicano-estadunidenses para agilizar las reformas electorales que permitieran que en 2006 se realizara la primera experiencia no se ha correspondido con el interés que se ha mostrado en el envío de solicitudes.
De acuerdo con datos del Colegio de la Frontera Norte, obtenidos a partir de una encuesta conjunta realizada con la Universidad de California en Los Angeles, sólo 3 o 4 por ciento de los mexicanos residentes en Estados Unidos tienen contacto con organizaciones de migrantes.
Ese es uno de los problemas, señala Corona. "Los líderes se ostentan como cabezas de organizaciones grandes, cuando en realidad son escasamente representativos. Esto no supone que los mexicanos no se agrupen en organizaciones y luchen, pero lo hacen para demandas claramente locales. Sus preocupaciones son inmediatas y tienen que ver con su sobrevivencia, conseguir trabajo, esconderse para evitar deportaciones o ganar lo suficiente para mandar dinero".
Además, añade, existe otra dificultad derivada de los requisitos de ley, como señalar un domicilio, cuando "gran parte de ellos trabaja en las zonas rurales donde no pueden mencionar una ubicación específica o los que trabajan en zonas urbanas tienen recelo de darla porque tienen miedo. Entonces no hay manera de dar una dirección oficial".
Graciela Orozco, de la FSMA, tiene años en el trabajo con las organizaciones mexicano-estadunidenses, pues el objetivo central de la fundación es mantener e incrementar los lazos culturales y comerciales entre las comunidades mexicanas en Estados Unidos y nuestro país. Ella tiene un panorama claro, que conoció el IFE a partir de los resultados de un sondeo: "Hicimos una encuesta a solicitud del IFE para ver qué tanto interés había, y el resultado fue que no había ese interés muy marcado. Sí existían sectores -algunos vinculados a la Coalición por los Derechos Políticos- que externaban su gran interés por consolidar esta añeja demanda, pero la mayoría tienen la atención concentrada en sus reivindicaciones inmediatas en Estados Unidos".
Existen otros contratiempos: las distancias que se requiere recorrer para acudir a los consulados donde se distribuyen los formatos. De igual forma, la enorme desconfianza que existe entre los mexicanos, particularmente los indocumentados, a entrar en contacto con autoridades; la gente es desconfiada y esto va a bajar sensiblemente la participación, dice Orozco.
Apuntó que las cifras no reflejan del todo el activismo político de los mexicanos en Estados Unidos, pues muchos grupos tienen una participación importante en la política local, en la búsqueda de cargos de representación, porque lo consideran una vía más directa de reivindicar sus demandas inmediatas.
Para Carlos Navarro, del Instituto de Mexicanos en el Exterior, el factor "vulnerabilidad" entre la comunidad mexicana en Estados Unidos -donde viven 98 por ciento de los migrantes- incide de manera importante en el flujo de solicitudes, "pues es un inhibidor lógico". A ello habrá que decir que "no estamos acostumbrados a votar por correo ni a inscribirnos en un padrón con ocho meses de anticipación".
A su juicio, el costo que está implícito en esta experiencia no puede definirse como elevado, pues no se valoraría entonces la importancia de esta evolución de la democracia mexicana. Sin duda, a futuro deberá evolucionar en cuanto al marco legal para afinar los procedimientos e incentivar la participación.
Para el coordinador de Estudios Estratégicos del Cisan, César Pérez, aunque las cifras no son muy alentadoras, en el fondo lo importantes es que se ha logrado concretar una demanda que data de los años 50. Sin embargo, advierte que el activismo de los mexicanos en el extranjero tiene variables tanto a escala regional como en los grupos de acción de presión: sindicatos, clubes políticos, grupos de interés.
Por ello, dijo, a futuro debe pensarse en estrategias más regionales para buscar alentar la participación, pues no es lo mismo dirigir una campaña a los mexicanos en Los Angeles que a quienes viven en Nueva York, Illinois u Ohio para motivar mayor participación.