Usted está aquí: martes 13 de diciembre de 2005 Política Analistas que no analizan

René Drucker Colín

Analistas que no analizan

El hecho de que la UNAM haya quedado entre las mejores 100 universidades del mundo ha sido motivo de gran orgullo para todos los universitarios y para los mexicanos en general. Ha habido, sin embargo, algunas voces que consideran que nos regodeamos demasiado y que la UNAM no es tan buena como a nosotros nos parece.

Lo primero que habría que señalar es que todos los estudios que evalúan cualquier cosa lo hacen con base en criterios muy específicos. En el caso del Times británico, que evaluó a las universidades, se usaron cinco criterios y a todas se les evaluó con esos mismos cinco criterios. La UNAM quedó en el sitio 95. Creo que es un estupendo resultado. Es posible que si se usaran otros criterios, pudiéramos no quedar tan bien, pero también es factible que quedáramos aún mejor calificados. El punto que quiero hacer notar es que cuando se comparan unos con otros, para que tenga validez la comparación, a todos se les mide con la misma vara. Con ésa somos la número uno en Iberoamérica y la 95 del mundo. Si esto a alguien no le gusta, pues que vaya y haga su propia encuesta y análisis y luego nos platicará cómo fue que quedó la UNAM.

Traigo esto a colación porque desde hace algún tiempo un periodista, que se dice analista y que escribe y opina desde Miami en medios de comunicación, generalmente asociados a las fuerzas más reaccionarias, ha manifestado que la UNAM es una universidad obsoleta, que además es un ejemplo escandaloso de falta de rendición de cuentas y cita a Reyes Tamez, secretario de Educación Pública, quien, según entrevista que el periodista le hizo, dijo que la UNAM es la única universidad pública del país que no se somete a evaluación externa.

Andrés Oppenheimer, dueño de estas observaciones, ha faltado a la más elemental forma de hacer periodismo de calidad. Lo realmente escandaloso es que se permita que a un supuesto analista se le publiquen barbaridades como las que escribe, en las que no existe el más mínimo nivel de análisis. Pero para ilustrarlo y educarlo un poco, señor Oppenheimer, me voy a permitir señalarle lo obsoleto de sus observaciones.

La UNAM ofrece más de 80 diferentes carreras profesionales; desde luego, como en todas las universidades (incluyendo Harvard), algunas son mejores que otras. La UNAM, gracias a que es gratuita, es una de las fuerzas más importantes para impulsar la movilidad social, pero aparte de esto tiene y desarrolla actividades en 44 centros e institutos de investigación, de los cuales 28 pertenecen al Subsistema de Investigación Científica (SIC) -seis dedicados a ciencias de la Tierra, 12 dedicados a la física y matemáticas y diez a la química, ciencias biológicas y de la salud- y 16 al Subsistema de Humanidades, que incluye institutos de filológicas, estéticas, históricas, filosóficas, sociales, etcétera. Además está la Coordinación de Difusión Cultural, que brinda un amplísimo abanico de ofertas culturales (conciertos, teatro, danza, cine, etcétera) a los universitarios y al público en general, a precios módicos al alcance de todos. Por lo tanto, la UNAM, como ninguna otra universidad del país, le retribuye a su sociedad, que es quien la mantiene.

Por falta de espacio le resumo que además la UNAM es responsable del Museo de Ciencias, del Observatorio Astronómico Nacional, del Sismológico Nacional, de la Biblioteca Nacional, de los Buques Oceanográficos, etcétera, etcétera. También cuenta con cuatro campii foráneos, localizados en los estados de Morelos, Michoacán, Querétaro y Baja California Norte, donde se encuentran 10 de los 28 centros de investigación científica. Por demás, la UNAM tiene presencia física con pequeñas unidades en más de 50 sitios a lo largo y ancho de la república mexicana. La UNAM produce 50 por ciento de la investigación científica del país y sus profesores e investigadores son constantemente evaluados desde adentro y afuera y gracias a eso se han recibido en los últimos cuatro o cinco años alrededor de 500 premios y reconocimientos nacionales y extranjeros.

Lo que es escandaloso, señor Oppenheimer, es que usted no sepa todo esto, ya que se le considera un analista internacional. Primero pregunte y luego hable o escriba, o sea, conecte la mano o la lengua al sistema nervioso central. Quizás le sirva esa táctica y después evalúe a la Secretaría de Educación Pública de México; quizás ésta sí no quede muy bien parada.

 
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