Usted está aquí: jueves 15 de diciembre de 2005 Opinión En Hong Kong: ni EU, UE o G-20

Peter Rosset*

En Hong Kong: ni EU, UE o G-20

Ya que la Organización Mundial de Comercio (OMC) se reúne ahora para su sexta conferencia ministerial en Hong Kong, vale la pena revisar las posiciones sobre el tema de la agricultura. Existe una tendencia preocupante en los medios de comunicación y de parte de las grandes ONG que dicen hablar "en nombre" de la sociedad civil (como por ejemplo Oxfam), de presentar las posiciones en blanco y negro. Se dice que por un lado están los malos de la película, Estados Unidos y la Unión Europea, que siguen queriendo gozar de sus privilegios neocoloniales de explotar a su gusto los mercados de los países del Sur, sin exponer a sus propios mercados a los riesgos completos del comercio libre. Y por el otro lado los buenos de la película, el gobierno de Lula de Brasil y los de India, Sudáfrica y China, líderes del denominado G-20, identificados como los grandes defensores de los países mas pobres. Pero este cuadro no presenta todas las posiciones en juego. Representa una falsa bondad de parte de los líderes del G-20, quienes en realidad no son nada altruistas y dejan fuera las posiciones más contundentes en defensa de las áreas rurales del mundo, expresadas de manera tímida y diluida por otros países que sí son pobres, y de manera fuerte por los movimientos sociales, liderados por Vía Campesina.

Aceptando por lo menos tres posiciones importantes, empezamos por la dominante. Las políticas sectoriales y comerciales para la agricultura y los alimentos, tanto en EU como en la UE, son políticas diseñadas para fomentar la agroexportación a cualquier costo, y los principales beneficiados son las grandes trasnacionales del Norte, tales como Cargill, ADM y ConAgra, en EU, y Nestlé, Parmalat y otros, en Europa. Los gobiernos de EU/UE mantienen grotescos programas de subsidios que fomentan la sobreproducción y la exportación a bajo costo, muchas veces por debajo del costo de producción, práctica depredadora llamada dumping, y porque se pagan casi exclusivamente a los productores más grandes, dejando a los agricultores familiares de estos mismos países sin posibilidades de seguir existiendo en un mercado caracterizado por precios de miseria. El dumping daña a los campesinos locales de los países receptores de las exportaciones desleales, quienes encuentran imposible competir con los productos tan baratos que inundan a sus mercados locales. Además, los países del Norte jamás han aceptado abrir sus mercados a importaciones en los mismos términos que exigen a terceros países.

Las naciones del G-20 son casi todas grandes agroexportadoras y/o con gran potencial agroexportador. Sus posiciones, que sí ayudaron a trancar las negociaciones de la OMC en Cancún en 2003 y parece que también en Hong Kong, no son en sí una mejora sobre las posiciones de EU y UE. De hecho, lo que buscan es abrir un espacio para ellos en la mesa de los grandes, donde, al lado de EU y UE, podrían también inundar a los mercados locales de terceros con productos baratos producidos por sus propias elites agroexportadoras. Veamos el caso de Mozambique, cuya agricultura está en colapso total gracias a una acuerdo comercial que le permite a Sudáfrica inundar su mercado con productos baratos, obligando al éxodo masivo del campo Mozambiqueño. Vemos a Venezuela, y a los países del Mercosur, inundados con productos brasileños, que deprimen sus agriculturas locales. Y vemos a Tailandia, en donde más de 100 mil familias campesinas se fueron a la quiebra en menos de un año después de firmar un acuerdo de libre comercio con China. Las demandas del G-20 de cero subsidios y mayor apertura de mercados de ninguna manera desafían al sistema de libre comercio, del cual sus élites se benefician. Más bien demandan equidad entre gigantes agroexportadores, con acceso igualitario para su productos a los mercados del Norte. En otras palabras, quieren un libre comercio más perfecto.

Para los campesinos y las campesinas del mundo, tanto en los países del Sur como en los del Norte, todo comercio libre es una sentencia de muerte. Poco importan si las importaciones de productos chatarra que te expulsan del campo provienen de EU, la UE, China o Brasil. Y para los mismos campesinos de Brasil, Sudáfrica, China, EU y UE, no les conviene en absoluto que sus países puedan exportar más, ya que estas exportaciones no vienen en gran parte del sector campesino, sino de las grandes plataformas de agroexportación, del latifundio industrializado, el cual crece y desplaza al campesinado de sus tierras ancestrales tanto en el Sur como en el Norte. Las cifras más recientes muestran que en EU 4 mil familias campesinas pierden su tierra cada semana y en la Unión Europea una familia campesina se va a la quiebra cada tres minutos. Es por eso que los campesinos y campesinas del mundo entero, agrupados en la Vía Campesina (www.viacampesina.org), tienen una demanda principal consensuada entre Norte y Sur: ¡OMC (y otros acuerdos comerciales) fuera de la agricultura y la alimentación! Como enfatizó con su vida el líder campesino coreano Lee Kyung Hae en Cancún antes de inmolarse con una daga en el corazón, "La OMC Mata Campesinos." Y es por eso que la Vía Campesina no apoya ni a las propuestas del bloque EU/UE ni a las del G-20, sino todo lo contrario.

* Peter Rosset es investigador del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM) y co-coordinador de la Red de Investigación-Acción sobre la Tierra (www.acciontierra.org).

 
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